Miguel Ángel: El Divino de la Escultura, Pintura y Arquitectura

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Miguel Ángel: El Divino del Renacimiento

Miguel Ángel, uno de los artistas más grandes de la historia, destacó por sus esculturas, pinturas y arquitectura. Desarrolló su labor artística durante más de setenta años entre Florencia y Roma, bajo el mecenazgo de la familia Médicis y los papas. Fue el primer artista occidental con dos biografías publicadas en vida. Admirado por sus contemporáneos, quienes lo llamaban el Divino, triunfó en todas las artes que practicó, caracterizándose por su perfeccionismo.

Primeros años y formación

Nació en Caprese, cerca de Arezzo, en 1475. Siendo florentino de corazón, mantuvo profundos lazos con su ciudad, su arte y su cultura. A los 13 años, su padre lo colocó en el taller de Ghirlandaio. Dos años después, se sintió atraído por la escultura en el jardín de San Marcos, donde estudiaba las estatuas antiguas de la colección de los Médicis. Era invitado a las tertulias de Lorenzo el Magnífico, donde conoció a importantes personalidades, incluyendo futuros papas, poetas y escritores.

A los 16 años, Miguel Ángel ya había realizado dos esculturas en relieve: el Combate de los lapitas y los centauros y la Virgen de la Escalera, demostrando su estilo personal. Tras la muerte de Lorenzo en 1492, Miguel Ángel abandonó Florencia dos años más tarde, dirigiéndose a Roma.

De Florencia a Roma: El auge de un genio

En Roma, Miguel Ángel estudió esculturas clásicas recién descubiertas y realizó el Baco, de tema pagano, inspirado en la estatuaria antigua, como el Apolo del Belvedere. También esculpió la Pietà para San Pedro del Vaticano, obra en mármol que aún se conserva y la única firmada por él, terminada antes de cumplir 25 años.

De vuelta en Florencia, el gonfaloniere, admirador suyo, le encargó el David, una gigantesca escultura en mármol de 4,34 metros, expuesta en la Academia de Florencia. Miguel Ángel trabajó en un gran bloque de mármol, inicialmente considerado inservible, durante más de dos años y medio, sin permitir que nadie viera su obra. El David representa el momento previo a la lucha con Goliat, con una mirada de incertidumbre, simbolizando la defensa de Florencia contra sus enemigos. Los florentinos lo vieron como un símbolo de la democracia.

La Capilla Sixtina y la Tumba de Julio II

Miguel Ángel demostró su habilidad como pintor al decorar la bóveda de la Capilla Sixtina en el Vaticano. El encargo, inicialmente para la tumba de Julio II, fue modificado por el Papa debido a la escasez de dinero. Años después, Miguel Ángel retomó el trabajo de la tumba, rediseñándola a menor escala. Entre las esculturas para la tumba destaca el Moisés.

Arquitectura y últimos años

Diseñó la fachada de la Iglesia de San Lorenzo en Florencia y, en la década de 1520, la Biblioteca Laurenciana, anexa a la iglesia. En las tumbas de Lorenzo y Juliano de Médicis, Miguel Ángel aplicó esculturas a la arquitectura, utilizando molduras y cornisas para crear juegos de luz y sombra. Sobre sarcófagos curvilíneos, colocó estatuas que simbolizan el tiempo: el Crepúsculo y la Aurora en la tumba de Lorenzo, y la Noche en la de Juliano. Los retratos de los Médicis son más espirituales que físicos, mostrando su carácter más que su apariencia. Ante las críticas por la poca semejanza con los personajes reales, Miguel Ángel respondió: "¿Y quién se dará cuenta de aquí a diez siglos?". Los sepulcros de Juliano y Lorenzo, así como las esculturas de los ríos, quedaron incompletos debido a la marcha definitiva de Miguel Ángel a Roma por la situación política de Florencia.

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