Migraciones Masivas y el Legado Visigodo en la Península Ibérica
Invasiones Bárbaras y el Período de las Grandes Migraciones
Las denominadas Invasiones Bárbaras, Época de las Invasiones o Período de las Grandes Migraciones se refieren al conjunto de migraciones masivas que se desarrollaron aproximadamente entre los siglos III y VIII de nuestra era en Europa y la cuenca del Mediterráneo, marcando la transición entre la Historia Antigua y la Edad Media, un período conocido como Antigüedad Tardía.
Desde el siglo III al V, diversos pueblos germánicos cruzaron la península ibérica, fundamentalmente los suevos, los vándalos y los alanos. Aunque se les llama germánicos, los alanos eran de origen asiático.
Hacia el 409 o 410, se tienen noticias de la entrada por los Pirineos de un número indeterminado de suevos (alrededor de 30.000, aunque no hay consenso entre los historiadores), el pueblo germánico de mayor complejidad cultural, que ocupó el noroeste de la península, en la región de Gallaecia, con capital en Braccara. La ocupación de la Gallaecia por los suevos se caracterizó por todo tipo de atropellos y brutalidades.
El Establecimiento Visigodo en la Península Ibérica
En el siglo VI, los visigodos se establecieron en la Península Ibérica tras la derrota del rey Alarico frente a Clodoveo en la Galia. Inicialmente instalados en este territorio, la llegada de los francos obligó a su desplazamiento al sur de los Pirineos. Fue el inicio de un período aproximado de dos siglos en el que la población visigoda (de origen germánico) se integró con la autóctona, hispano-romana, adaptando sus leyes y costumbres al derecho que ellos mismos aportaban. Establecieron su capital en Toledo, ciudad desde la que controlaron la administración del reino.
En el momento en que los visigodos llegaron a la Península, el territorio estaba habitado por otros pueblos germánicos que habían llegado previamente en una primera oleada migratoria.
Etapas de la Historia Visigoda
En la historia de los visigodos en la Península Ibérica hay que distinguir dos etapas, diferenciadas por la tendencia religiosa del poder:
- Primer momento: cuando los visigodos se convierten al Cristianismo.
La monarquía que regía el universo visigodo era electiva. El rey era elegido por un consejo, aunque existieron intentos por hacerla hereditaria. Esta circunstancia provocó numerosas luchas internas, lo que debilitó la institución.
La convocatoria del III Concilio de Toledo marcó un punto de inflexión: el nuevo monarca abjuró de su fe arriana y se convirtió al credo católico; con él, se convirtieron los miembros de la Corte, la nobleza y, por ende, el pueblo que todavía no lo había hecho con anterioridad. De esta manera comenzaba la segunda etapa en la historia de los visigodos en la Península.
Legado Visigodo
Dos siglos de poder visigodo en la Península nos han legado una historia de una progresiva integración con la población nativa y de una monarquía electiva muy inestable, cuyos errores favorecieron la llegada de los musulmanes desde el norte de África. Un momento de transición entre la caída del Imperio Romano y la creación de Al-Ándalus que nos ha legado una rica cultura y un ejemplo de adaptación para la posteridad.