Metafísica y Ética en Kant: Principios, Moral y Libertad
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La Metafísica
La metafísica es imposible como ciencia. Sin embargo, como tendencia natural resulta absolutamente inevitable, por más que la crítica prevenga contra ella. Si la metafísica no es posible, cabe entonces preguntarse qué función tienen entonces las ideas de la razón pura. Kant señala que el mundo que con ella se construye "ni puede ser confirmado por la experiencia, ni tampoco refutado por ella". Sin embargo, las ideas poseen un uso regulativo de la investigación en la Naturaleza, en un doble sentido:
- Negativamente: señala los límites que no se pueden traspasar.
- Positivamente: impulsan a ampliar el campo de la investigación hacia nuevas experiencias y hacia una mayor conexión de las mismas.
En este sentido, las ideas se convierten en ideales que estimulan a que la investigación no se detenga nunca.
La Ética de Kant
Kant señala que la razón pura posee una doble dimensión: una especulativa y otra práctica. O mejor, dos usos: el teórico, que es el mero conocer, y el práctico, que es la determinación de la voluntad. La Crítica de la razón práctica se ocupa de este segundo uso de la razón pura, y tiene bastantes similitudes con la primera "crítica", aunque es mucho más breve y menos compleja. Esta partía de las matemáticas y la física como ciencias; y la segunda parte de la ley moral.
En conclusión, la Crítica de la razón práctica se plantea este problema: ¿basta la razón pura por sí sola para determinar la voluntad, es decir, para fundamentar la ley moral y el deber? Si es así, nos situamos en un terreno de la naturaleza; en esta, no hay lugar para el deber ser, sino únicamente para lo que es.
Los Principios de la Razón Pura Práctica
Una definición, cuatro teoremas y una ley fundamental, situados al comienzo de la Crítica de la razón práctica, sintetizan todo su contenido.
La Moral Formal
El problema es el siguiente: en qué condiciones un principio práctico puede valer como ley. El criterio de búsqueda de este: la ley práctica ha de ser objetiva. Por tanto, para que un principio valga como ley ha de tener validez universal. Supuesto esto, existen solo dos tipos de moral:
- La moral material (teoremas I y II)
Sus principios son "materiales" en el sentido de que determinan a la voluntad mediante objetos ofrecidos al deseo y proponen siempre la búsqueda de la felicidad. Kant dice que tales principios no pueden ser universales, ya que no hay acuerdo acerca de lo que se desea. Por otro lado, los imperativos de esta moral son siempre hipotéticos; estos son empíricos, ya que solo empíricamente se pueden determinar cuáles son los medios para alcanzar la felicidad.
En conclusión, las morales materiales son impotentes para determinar a la voluntad de un modo necesario y universal; no contienen ley alguna, sino únicamente máximas.
- La moral formal (teoremas III y IV)
Ya que no es la "materia" lo que puede determinar a la voluntad, solo queda la forma, el carácter de ley de la ley misma, es decir, su universalidad. La ley fundamental dice únicamente cómo debe querer la voluntad, no lo que debe querer la voluntad. Es decir, que tu comportamiento pueda ser universalizable y convertirse en ley para todos. Esta es la fórmula llamada del "imperativo categórico", es decir, un imperativo no sometido a condición alguna.
La Libertad y la Autonomía de la Voluntad
Si la ley es un hecho que no precisa ser deducido o justificado, la existencia de la ley permite deducir la libertad. Esta libertad posee dos dimensiones: una negativa y otra positiva.
El Bien y el Deber
El carácter formal de la moral kantiana no elimina el concepto de "bien". Únicamente afirma que no es el concepto de bien el que fundamenta la ley moral, sino a la inversa, es la ley lo que determina lo que es bueno.
Por esta razón, el único móvil admisible para la voluntad es la ley misma, o como dice Kant, el respeto por la ley. Solo en este contexto adquiere su verdadero sentido la expresión kantiana de que se trata de actuar no solo "conforme al deber", sino ante todo "por deber". Y en actuar únicamente por respeto a la ley o por el deber que impone la ley, consiste en la virtud, la cual es merecedora de la felicidad.
Los Postulados de la Razón Práctica
Ni la virtud ni la felicidad están al alcance inmediato del hombre: la buena voluntad no es la voluntad santa. El hombre es un ser limitado y dividido, y por otro lado, la relación entre felicidad y virtud es problemática. Ambas posibilidades son inaceptables. Este planteamiento conduce a afirmar que el orden moral postula necesariamente:
- La inmortalidad del alma
- La existencia de Dios
- La libertad