Marx: Infraestructura, Alienación y Crítica del Capitalismo
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Infraestructura y Superestructura
Cuando nacemos, el modo de producción nos viene dado. No podemos evitar nacer en esta sociedad o en otra condición; o somos trabajadores o capitalistas. Son relaciones independientes de nuestra voluntad. El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad (la infraestructura). Esta estructura económica tiene una base sobre la que se monta una superestructura ideológica, que es el conjunto de formas de conciencia. La superestructura ideológica es la interpretación que hacemos de nuestra realidad.
Todos los modos de producción hasta ahora han tenido una clase que poseía los medios de producción (clase dominante) y quienes son fuerza de trabajo (clase desposeída). El enfrentamiento entre ellos hace que nazca otro modo de producción, que, de nuevo, volverá a tener esas dos clases. En todas las sociedades de clases hay una superestructura ideológica. Ésta es construida por la clase dominante para autobeneficiarse. La palabra ideología en Marx tiene una connotación negativa porque refleja el poder de la clase dominante, y Marx quiere una sociedad sin clases por medio de la revolución. Si dejan de existir las clases, no hay antagonismo de clases y no hay ideología de dominación; entonces no habrá que mejorar ese sistema y comenzará la historia, porque ahora vivimos en la prehistoria.
La superestructura son las creencias, formas de pensamiento o ideas que se tienen en una sociedad, mientras que la infraestructura es la base material de la sociedad que determina la estructura social, el desarrollo social y el cambio social.
La Alienación del Trabajo o Alienación Económica
Alienación quiere decir volverse otro, perderse a sí mismo. El concepto viene de Hegel, pero en Marx se lleva a un terreno más común: aquí quienes se alienan son los trabajadores, mediante el trabajo. La relación directa que guarda el hombre con el trabajo se pierde en el capitalismo. Tú no eres tuyo; tú vendes tu fuerza de trabajo, y el producto final de tu fuerza de trabajo no te va a pertenecer, por lo que se pierde esa relación natural, puesto que la vendiste y, al venderla, ya no eres tú tu propio dueño.
El hombre se hace más pobre a medida que más produce. Cuanto más enriqueces al capitalista con tu trabajo, más pobre te haces. El trabajador produce los bienes y, al producirlos en su trabajo, se produce a sí mismo como mercancía. Lo que el trabajador produce es un extrañamiento y no tiene ninguna relación directa con lo producido. Si estás trabajando, no eres tuyo, no estás en lo tuyo, estás vendido a otro por decisión propia. Entonces, cuando estés ocupado en tus asuntos, no estarás trabajando. Por esto Marx dice que el hombre huye del trabajo como de la peste.
El producto es la objetivación del trabajo, no es más que trabajo acumulado, es decir, trabajo objetivado. En definitiva, la alienación se define como el proceso por el cual el sujeto pierde la posibilidad de ser él mismo. El trabajador no solo produce mercancías, sino que se produce a sí mismo; el trabajador se cosifica, se vuelve mercancía. El hombre se aliena al trabajar, pierde su ser porque el producto de su trabajo se lo queda el patrón. Por lo tanto, la realización del trabajo es la desrealización del trabajador.
La Alienación Ideológica
Es la interpretación falseada que los hombres hacen de su realidad. No se parte de lo que los hombres dicen o del hombre imaginando para llegar al hombre real, sino al revés: se parte del hombre que realmente actúa. En los elementos ideológicos no hay realidad, por lo que no se pueden tomar como existentes en sí mismos. Tal como sean nuestras vidas reales, serán nuestros pensamientos. Los hombres, con su desarrollo material, cambian su pensamiento, y ese cambio de pensamiento hace que la ideología se modifique. Aun así, la ideología es fabricada por la clase dominante para el beneficio de ellos, por lo que construyen una ideología para que a ellos mismos les convenga.
La Mercancía, el Valor de Uso y el Valor de Cambio
La riqueza, en un modo de producción capitalista, se manifiesta como un cúmulo de mercancías. Una mercancía es un objeto, un bien o un servicio que satisface, por sus características intrínsecas, alguna de las necesidades humanas. Las mercancías no tienen por qué satisfacer al humano inmediatamente; también lo pueden hacer como medio de producción.
Para que un objeto, bien o servicio sea mercancía, tiene que ser comprado/vendido en un mercado, donde son intercambiados.
- El valor de uso es el conjunto de propiedades que tiene una mercancía por las cuales puede ser utilizada; es decir, depende de la utilidad del objeto. Si no tiene valor de uso, no es una mercancía.
- El valor de cambio es la proporción en que se intercambian valores de uso de una clase por valores de uso de otra clase, principio de intercambiabilidad de cualquier mercancía por cualquier otra mercancía.
El valor del dinero es solamente de cambio y no de uso; con el dinero se traduce el valor de uso al de cambio. El valor de uso depende de las propiedades de la mercancía; sin embargo, en el valor de cambio no importa para qué se usa.
El Fetichismo de la Mercancía
El fetichismo consiste en la atribución de cualidades sociales o casi mágicas a la mercancía, como si su valor emanara de la cosa misma y no de las relaciones sociales de producción. No hay que fetichizar la mercancía porque su valor varía dependiendo del tiempo de trabajo socialmente necesario empleado para obtener el bien. El dinero parece no ser nada y ser cualquier cosa a la vez, porque puedes comprar lo que quieras. Lo único intrínseco en la mercancía es el valor de uso; el fetiche está en la mercancía como si tuviera un valor propio, independiente del trabajo.
El carácter misterioso que adopta la mercancía se basa en ocultar el carácter social del trabajo. Las mercancías no son fetiches; unas cosas valen más que otras porque unas cosas cuesta producirlas más que otras. El trabajo humano es la transformación de la naturaleza para su beneficio. Todo trabajo representa un desgaste de fuerza humana; si no hay desgaste en ningún tiempo, no se realiza un trabajo.
Hay un mercado de trabajo donde se venden o se compran horas de trabajo, por lo que la mercancía fuerza de trabajo sirve para producir otras mercancías para consumir. El valor de un bien o servicio lo adquiere porque ese bien o servicio hay que trabajarlo; depende de las horas de trabajo socialmente necesario. El trabajo de uno se intercambia por el trabajo de otro. El trabajo tiene una forma social, y si las maneras de relación entre los hombres cambian, también cambia el modo de producción. El beneficio (plusvalía) se obtiene del trabajo no pagado del ser humano, así que la riqueza capitalista nace cuando existe el trabajo asalariado.
El Materialismo Histórico
Los hombres necesitamos producir nuestras vidas. Esto es enfrentarnos a la naturaleza y poder cambiarla para poder acomodarla a nuestras necesidades; esto es el trabajo. Al trabajar se produce (mercancías); lo producido tiene que intercambiarse. El mercado es donde se cambian las cosas. El modelo de producción y de intercambio determina la sociedad; por eso Marx llamó a las diferentes etapas históricas modos de producción.
El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de vida social, político y espiritual en general. Por eso, no es la conciencia de los hombres lo que determina la realidad; por el contrario, la realidad social (el ser social) es la que determina la conciencia de los hombres. La historia ha sido cambiar un modelo socioeconómico por otro, y una sociedad no desaparece nunca antes de que se desarrollen todas las fuerzas productoras que es capaz de contener. El sistema tiene que entrar en su propia crisis interna o mostrar su incapacidad para que se pueda cambiar. El capitalismo será el último sistema de producción basado en el antagonismo de clases que entre en crisis y desaparezca, y con su desaparición termina la prehistoria de la sociedad humana.
El Trabajo Diferencia al Hombre de los Animales
El hombre es un ser concreto que se define por el trabajo. Son primates de una cierta clase, y esta determinación física determina su participación con la naturaleza. El hombre se diferencia de los animales en que tiene que amoldar la naturaleza a sus necesidades; eso es trabajar. Los hombres son lo que su modo de producción les permite ser. La historia cambia según adaptamos la naturaleza para salvar nuestras deficiencias.
El hombre se diferencia de los animales porque el hombre produce sus medios de vida mientras que el animal los toma directamente de la propia naturaleza. Por el contrario, el hombre se opone a la naturaleza para transformarla. El hombre se produce a sí mismo trabajando. Tal y como los individuos manifiestan su vida, así son ellos; producen y, al producir, se producen a ellos mismos. Un modo de producción es la forma con la que los humanos consiguen crear sus medios de vida, es decir, lo que necesitan para vivir. Pero el modo de producción es también tu manera de vivir.
Al hombre no le queda más remedio que producir su modo de vida; el hombre produce indirectamente su propia vida material trabajando. El hombre no es parte pasiva de la naturaleza, sino alguien que la conquista activamente. No hay un “el hombre” en general, sino hombres particulares en contextos históricos concretos. El trabajo humano es planificado y el de los animales no, ya que lo que hacen es simple actividad instintiva, y a eso no se le puede llamar trabajo en el sentido humano.
En el Capitalismo, el Proceso de Trabajo es un Proceso entre Cosas Compradas
El proceso de trabajo se obtiene como resultado de la compra de la fuerza de trabajo. Se consume fuerza de trabajo ya que se compra. El trabajo es un consumo de la fuerza de trabajo por parte del capitalista. Pero el producto es propiedad del capitalista y no del productor directo (el obrero). La fuerza de trabajo le pertenece al capitalista durante el tiempo estipulado, y no al propio trabajador; durante el tiempo que tenga que trabajar, está a disposición del capitalista.
El proceso de trabajo no es más que el consumo de la mercancía fuerza de trabajo, a la que se le añaden medios de producción (materias primas, maquinaria). El valor de uso del trabajo del trabajador (su capacidad de crear valor) tiene un valor de cambio (su sueldo o salario).
La Religión es el Opio del Pueblo
El hombre se aliena en la religión pensando que es su fin último. El hombre hace la religión, y la religión no hace al hombre. Esta religión es el fruto de cómo se sienten los hombres cuando se han perdido o no se han adueñado de sí mismos. El hombre dueño de sí no necesita religión. La religión es construida por los socialmente oprimidos como un consuelo ilusorio.
Los hombres no tienen una esencia fija; se la fabrican a través de sus condiciones materiales y sociales. De ahí que Marx crea que la religión es la droga con la que se adormece al pueblo para que asuma su condición de explotado y sacrificado. Para acabar con esas ilusiones, debemos acabar con las condiciones sociales que nos obligan a tener esas ilusiones. Una vez desaparece la ilusión del más allá, la historia (la crítica terrenal) trata de averiguar la verdad del más acá.
El Trabajo como Proyecto
Somos nuestra manera de trabajar. El trabajo es una interacción con la naturaleza; a la vez que el hombre modifica la naturaleza, se modifica a sí mismo. El trabajo asalariado es característico del modo de producción capitalista. El trabajo (o más precisamente, la fuerza de trabajo) es una mercancía que se vende.
La mercancía fuerza de trabajo es la capacidad que el obrero ofrece para que sea comprada por un patrón. Durante el tiempo en el que el obrero trabaja, su fuerza de trabajo pertenece al patrón, que es el que paga. El patrón, a cambio, le paga un salario al obrero. La mercancía fuerza de trabajo no es como las otras porque tú compras una fuerza de trabajo por un precio (su valor) y de ella sacas más valor de lo que pagaste (plusvalía). El origen de la riqueza capitalista está en la explotación del factor trabajo.
Una araña ejecuta operaciones que se asemejan a las manipulaciones del tejedor, y la construcción de las celdillas de las abejas podría avergonzar, por su perfección, a más de un maestro de obra. Pero hay algo por lo que el peor maestro de obra aventaja a la mejor abeja, y es el hecho de que, antes de ejecutar la construcción, la proyecta en su cerebro, algo que el animal no hace. Al final del proceso del trabajo, se obtiene realmente algo que antes ya tenía existencia ideal en la mente del trabajador; es decir, el trabajador hace que lo que no era más que una idea se lleve a cabo y se convierta en una realidad objetiva.
Tesis sobre Feuerbach (Crítica)
Feuerbach es un materialista, pero se equivoca al enfrentar su crítica teórica meramente con otra teoría (la religión o el idealismo hegeliano). La crítica de Feuerbach se queda en la visión de un hombre que contempla la realidad, pero que no participa activamente en su transformación (praxis). Solo reflexiona acerca de lo que percibe. No pone al sujeto conquistando el mundo en el que se encuentra, porque lo que Feuerbach quiere es una reflexión objetiva, general, abstracta.
En la práctica, el hombre tiene que buscar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. No tiene sentido discutir si el pensamiento aislado de la práctica es real o no, porque no hay un pensamiento abstracto, sino un pensamiento de los hombres concretos que actúan. La verdad supuestamente objetiva se conquista en la práctica, no en la teoría aislada. "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo" (Tesis XI).