Manuel de Falla: Vida y Obra del Compositor Español

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Primeros Años y Formación (1876-1907)

Manuel de Falla (Cádiz, 1876 - Alta Gracia, Argentina, 1946) fue un destacado compositor y pianista español. Su padre también era un apasionado de la música.

Falla continuó sus estudios con José Tragó y, posteriormente, fue discípulo de Felipe Pedrell. Se dio a conocer con algunas composiciones pianísticas y otras para canto y piano que alcanzaron cierta popularidad, entre ellas Tus ojillos negros. De esta época, solo fue interpretada Los amores de Inés (1902). En 1905, Falla ganó el premio de la Academia de San Fernando de Bellas Artes con una obra lírica, cuyo texto era deficiente, a pesar de haber sido escrito por un libretista especializado en zarzuelas. Ese mismo año, también fue galardonado en un concurso de interpretación pianística.

Etapa Parisina y Primeros Éxitos (1907-1914)

Falla aceptó un humilde puesto de pianista acompañante en una compañía de pantomimas que realizaba giras por Suiza, Francia y Bélgica. París mostró un mayor interés que Madrid por la obra de Manuel de Falla. Debussy, Ravel y Dukas lo acogieron en su círculo tras escuchar algunos fragmentos de La vida breve y sus Cuatro piezas españolas para piano. En esta etapa, Falla alcanzó su mayor madurez como artista, logrando algunos de sus primeros grandes éxitos y escribiendo algunas de sus páginas musicales más significativas.

Las Cuatro piezas españolas se situaron inmediatamente en pleno siglo XX, mientras que Iberia de Albéniz era un producto típicamente decimonónico.

Consolidación y Obras Maestras (1914-1926)

Con su característica meticulosidad, Falla ya había empezado a escribir en 1911 una de sus mejores y más fascinantes composiciones instrumentales: Noches en los jardines de España, una impresionante sinfonía para piano y orquesta dividida en tres partes: En el Generalife, Danza lejana y En los jardines de la Sierra de Córdoba. Noches en los jardines de España fue la composición más impresionista de Falla, con una gran riqueza de color, movimiento y otros elementos que se clasifican como “típicamente” españoles.

Al iniciarse la Primera Guerra Mundial, Falla regresó a Madrid. La gran pianista Pastora Imperio le encargó un número musical para su espectáculo de variedades. La idea entusiasmó a Falla y, como consecuencia de sus largas conversaciones con la madre de la bailarina, Rosario la Mejorana, surgió una auténtica obra maestra: El amor brujo. Al año siguiente, El amor brujo fue interpretado en su versión para orquesta sinfónica, iniciando así su carrera triunfal por todo el mundo, tanto como ballet como obra de concierto. La partitura original estaba escrita para dos flautas, oboe, dos clarinetes, fagot, dos trompas, dos trompetas, timbales, cuerda, timbre, piano y campanas. La estilización musical se consigue con una auténtica pureza en la escritura, rechazando de pleno todo halago fácilmente folclórico.

En aquellos años, Diaghilev propuso a Falla un ballet. Aunque faltó la colaboración de Diaghilev, que pasaba por apuros económicos, Falla concibió la obra como una pantomima titulada El corregidor y la molinera, para orquesta reducida, representada en Madrid el 7 de abril de 1917. Esta obra sufrió transformaciones radicales y fue representada el 22 de julio de 1919 en Londres por los Ballets Rusos, con coreografía de Massine, telón, escenografía y trajes de Picasso, y bajo la dirección musical de Ansermet. Renombrada como El sombrero de tres picos, es una de las obras más vivas de Falla, si bien no posee la explosiva personalidad de El amor brujo ni la transparencia cristalina de sus composiciones posteriores.

Su amistad con el poeta Federico García Lorca, que también era un músico competente, indujo a Falla a ocuparse con más profundidad del cante jondo. En 1922, organizó con Lorca un concurso de este antiguo arte musical popular. Estas experiencias recordaban a las de Ravel y Stravinski. El retablo de Maese Pedro (1923) era una obra profundamente española.

Durante este periodo creador, Falla tenía como símbolo el sonido sobrio, cristalino, pulido y rítmico del clave. Este instrumento está presente en la pequeña orquesta de El retablo de Maese Pedro.

El éxito de sus canciones se demostró con su traducción a otros instrumentos, como el violín y el violonchelo, además de las correspondientes orquestaciones.

Últimos Años y Legado (1926-1946)

Atlántida, una cantata escénica basada en el poema de Jacinto Verdaguer, exigió tres años de trabajo. A partir de 1925, Falla empezó a sufrir grandes trastornos respiratorios y nerviosos que mermaron sus energías. Se realizaron interpretaciones de esta obra en Madrid en 1961, en la Scala de Milán el 18 de junio de 1962 y en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona.

El gran mérito de Falla fue haber sabido incorporar a la música europea la música española, tan viva y real. Finalizada la Guerra Civil, Falla abandonó Granada y embarcó hacia América del Sur. Vivió primero en Buenos Aires, pero su salud, cada vez más quebrantada, le obligó a un retiro casi absoluto, primero en la Sierra de Córdoba y luego en Alta Gracia, donde falleció el 14 de noviembre de 1946.

Atlántida, una obra gestada y soñada, pero nunca concluida en Granada, tuvo al fin los marcos idóneos para su realización. Un mérito indiscutible para Falla en La Atlántida.

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