Literatura de la Edad Antigua: Grecia y Roma

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La literatura de la Edad Antigua: Introducción. La literatura occidental comienza en Grecia. Este país, junto al pueblo hebreo, ha determinado, por su pensamiento, su arte, su política o su literatura, el desarrollo cultural de Occidente, porque ofrece unas manifestaciones artísticas características por su sentido de la mesura, la sujeción a una norma y el seguimiento de un método. Para la creación de obras literarias, los autores griegos disponían de dos instrumentos esenciales: la mitología y la lengua. La mitología fue su fuente de inspiración: primero adoraron a las fuerzas de la naturaleza, dotándolas de forma y sentimientos humanos; también crearon héroes, nacidos de la unión de un dios y un mortal. De esta tradición oral surgieron los MITOS, creencias y leyendas religiosas que les permitieron una posterior recreación de luchas, odios, historias familiares y aventuras en torno a sus dioses. En cuanto a la lengua, su fonética musical, la flexibilidad de su sintaxis y la riqueza de su léxico, la hicieron apta para el canto y la expresión de los sentimientos. Era un medio de comunicación muy útil. Los principales hitos de la historia literaria griega se desarrollaron en tres períodos: época arcaica (siglos VIII-VI a.C., en que se desarrolla la polis griega y aparecen las primeras leyes escritas); época clásica (siglos V-IV, destacando hechos como la supremacía de Atenas, la guerra del Peloponeso y la conquista de los persas de Grecia); época helenística (siglos III-I a.C., en que Grecia pasa a ser provincia romana). Durante el siglo III a.C., aparece la literatura escrita en latín, cuando tras la conquista de la Magna Grecia por parte de Roma, el Imperio Romano entra en contacto con el mundo y la cultura griegos. La literatura latina muestra una gran dependencia de la literatura griega, tanto en géneros literarios y su estudio teórico, como en la mitología. Además, otro de sus rasgos es la tendencia a la creación didáctica más que a la ficción o la estética. Por último, el legado latino ha servido de puente cultural entre la cultura griega y el mundo medieval que se gesta tras el fin del Imperio Romano, y su literatura en latín seguirá escribiéndose por toda la Europa cristiana hasta la llegada del Renacimiento, siglos después de haber sucumbido Roma a los ataques bárbaros. El mundo que queda tras las luchas que provocaron la caída del Imperio Romano es muy distinto al que había conocido el esplendor de Roma. Europa, durante diez siglos, va saliendo lentamente de la postración cultural y económica en que queda sumida y se forma como unidad cultural y social, tal y como la conocemos hoy en día: la Edad Antigua es el periodo de gestación de los reinos y de las naciones europeas y una época en que el espíritu europeo se construye con dos pilares que acaban mezclándose: mundo pagano grecolatino y espiritualidad cristiana.


1.1 Los poemas homéricos: Ilíada y Odisea - El nacimiento de la épica. Sobre una rica herencia de tradición oral nace la épica griega. Cuenta las hazañas de los héroes del pasado y es obra de un aedo, el antiguo cantor, que recita un cantar que antes ya ha oído. Conserva y a la vez innova en esta larga cadena de transmisión oral: ante la falta de un texto prefijado, el aedo crea la obra en cada recitación. Rasgos esenciales de esta poesía épica son: el recurso a temas mitológicos, el uso de una lengua artificial y arcaica (que acaso nunca llegó a hablarse), el empleo de fórmulas épicas (epíteto épico, repeticiones, alusiones a los oyentes, intervención final del narrador) y el uso de un solo tipo de verso (el hexámetro es el más habitual). Homero. Se le sitúa cronológicamente antes del 700 a. C. y se le atribuyen las obras más importantes de la épica: La Ilíada (las cosas de Ilión, “Troya”) y La Odisea. La Ilíada consta de 24 cantos y ofrece un episodio del décimo año del asedio a Troya. (contad brevemente el argumento). La obra tiene desarrollo lineal, se inicia en una situación de enfrentamiento previo al texto y, tras un conflicto interno inicial –la cólera de Aquiles-, finaliza con las muertes de Patroclo y de Héctor. Se ha destacado la unidad de la obra, mantenida con el propósito de cantar la cólera de Aquiles, aun cuando otros muchos elementos aparecen (discursos, contiendas entre dioses…). La acción es el centro de atención del creador, por lo que el espacio y el tiempo quedan en segundo plano y no son precisos. Abunda una descripción activa que dota de movimiento al personaje; emplea el epíteto épico y las comparaciones activas, recurso para la memorización del aedo; destaca la presencia de los dioses y su toma de partido por uno de los dos bandos. La Odisea relata en 24 cantos el tema del regreso de Ulises a su patria, Ítaca, tras finalizar la guerra de Troya, regreso en donde sufre el acoso constante de Poseidón y goza de la protección de Palas Atenea. De La Odisea puede decirse que comparte técnicas narrativas con la obra anterior, pero difiere en aspectos esenciales: si el móvil de los protagonistas de la Ilíada es el honor, en un ambiente guerrero y con un desarrollo lineal de los acontecimientos y en un tono dramático y emotivo, La Odisea presenta como móvil central el salvarse y regresar a casa, donde las aventuras y peripecias varias centran la narración, con tramas paralelas y perspectivismo, así como la presencia de ambientes palaciegos y fantásticos. 1.2. El teatro grecolatino Como en la mayor parte de las culturas, el teatro griego surge en el marco de celebraciones rituales; en concreto, en las fiestas de las Grandes Dionisias, en honor del dios Dionisio. En una especie de festivales dramáticos pagados por coregos o personas adineradas, tres autores presentaban cada uno tres tragedias y un drama satírico. Las obras se sometían a un concurso y un jurado, elegido a suerte entre el pueblo, premiaba al dramaturgo, al corego y a los actores. Las dos formas teatrales esenciales del teatro griego son la tragedia y la comedia. En cuanto al tema, la tragedia se apoya en la mitología o en la épica, se centra en el destino, la culpa, el castigo divino o el conflicto entre individuo y ciudad; en la comedia los temas se centran en la crítica social, uniendo fantasía y realidad con intención de provocar la burla o la risa. Sus personajes son inventados por el autor, reales o dioses diversos y el protagonista, aunque débil, triunfa siempre empleando artimañas inverosímiles. Los personajes de la tragedia son héroes o dioses que actualizan los problemas de la existencia y la relación del hombre con su destino, con el mundo o con sus propias pasiones. El héroe personifica los valores humanos y debe enfrentarse a conflictos de difícil o imposible resolución. En la tragedia, la identificación con el héroe provoca en el espectador una purificación, gracias a la cual se libera de sus propios sufrimientos. Por último, el lenguaje de la tragedia es culto y elevado, mientras que el de la comedia es vulgar, incluso obsceno.

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