Lista de poetas modernistas
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EL MODERNISMO
Los cambios históricos de finales del siglo XIX (pérdida de las últimas colonias, crisis del final del siglo, graves problemas sociales y políticos, etc.) unidos al cansancio de las tendencias realistas entre los escritores más jóvenes dieron lugar a una nueva literatura renovadora que se conoce generalmente con el nombre de Modernismo y que afectó a la prosa y al teatro pero, sobre todo, a la poesía.
Nacido en Hispanoamérica este movimiento se desarrolló hasta 1915, por lo menos, y supuso un cambio profundo en la forma y los temas de la poesía española de principios del XX.
Nacido en Hispanoamérica este movimiento se desarrolló hasta 1915, por lo menos, y supuso un cambio profundo en la forma y los temas de la poesía española de principios del XX.
El Modernismo es en origen un movimiento inconformista con el que los escritores expresan sus sentimientos antiburgueses y su crítica a la sociedad en la que viven, con formas de vida a menudo bohemias para subrayar su rechazo de la mentalidad comercial y utilitaria. Pero, fundamentalmente, es una corriente literaria que se nutre de movimientos poéticos anteriores de otros países. Aunque parte del rechazo de la poesía realista y enlaza de manera evidente con la poesía romántica, serán el Parnasianismo (culto a la belleza, evasión espacial y temporal) y el Simbolismo (la expresión de sentimientos difícilmente expresables y el conocimiento de la realidad por medio de símbolos), dos tendencias literarias francesas de la segunda mitad del siglo XIX, las que le sirvan de principal modelo junto con otros movimientos europeos como el Decadentismo inglés o italiano: Leconte de Lisle, Baudelaire, Verlaine o Rimbaud, además de los poetas románticos, son por tanto sus principales maestros.
Con estos orígenes históricos y literarios los modernistas crearon una poesía con dos líneas temáticas principales: A) la evasión de la realidad contemporánea en el tiempo y en el espacio para recrear mundos refinados y amorales donde el erotismo juega un papel principal. B) la expresión de los sentimientos íntimos, manifestados por medio de símbolos, que entroncan con la desazón romántica y su melancolía debido al carácter irrealizable de los deseos del poeta.
Junto con estos nuevos temas la poesía modernista se caracteriza, sobre todo, por la creación de un nuevo lenguaje poético completamente alejado del prosaísmo de la literatura realista. El estilo es refinado, el léxico es muy rico y desusado (cultismos, neologismos, etc.), se acumulan las figuras retóricas (especialmente la sinestesia y las metáforas audaces) y se renuevan completamente los usos métricos (uso del alejandrino y el dodecasílabo, creación o modificación de las estrofas tradicionales, intentos de imitar la versificación grecolatina, etc.) para incidir en la musicalidad del lenguaje.
La mayor parte de estas características se encuentran en la obra del poeta nicaragüense Rubén Darío cuyos libros principales (Azul, Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza) influirían decisivamente en los poetas jóvenes americanos y españoles de principios del siglo XX. En España las novedades modernistas se dejan sentir en la obra de numerosos poetas como Manuel Machado, Marquina o Villaespesa aunque los dos autores más relevantes serán dos poetas cuya evolución lírica posterior les llevaría muy lejos de su inicial modernismo: Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez.
Antonio Machado desarrolló una poesía hondamente temporalista y reflexiva con una especie de silva arromanzada como estrofa básica y con un estilo muy austero cuyas raíces, sin embargo, están efectivamente en el Modernismo. Su libro inicial, Soledades, incluye numerosos poemas pertenecientes a su línea más evasiva y formalista aunque ya en la segunda edición de este libro con el título de Soledades, galerías y otros poemas (1907) se rechazan algunas de estas características para centrarse en la expresión intimista y simbolista de temas existenciales. Mayores variaciones respecto al Modernismo contiene su siguiente libro de poemas, Campos de Castilla (1912), en el que inicia sus poemas reflexivos sobre la realidad histórica española y sobre su paisaje e incluye homenajes a amigos, poemas amorosos y poemas breves a modo de aforismos que continuaría en su tercer libro, Nuevas cancion.
También Juan Ramón Jiménez se inició como poeta con versos muy modernistas externamente hablando: el léxico escogido, la brillantez métrica y la musicalidad son rasgos esenciales de sus primeros libros: Arias tristes, Jardines lejanos o La soledad sonora. Hacia 1916, sin embargo, con su obra Diario de un poeta recién casado, Juan Ramón Jiménez iniciaría una poesía que busca la belleza y la perfección de la poesía pura y que incluye numerosas novedades (mezcla de prosa y verso, uso de collages, empleo de citas, el verso libre) decisivas en la formación de los poetas de la llamada Generación del 27. Esta segunda línea poética suya de carácter intelectual y metapoético es la que continuaría y profundizaría en abundantes libros posteriores, continuamente reelaborados, como Piedra y cielo,Eternidades, La estación total o el largo poema en prosa Espacio.