Lírica Española: Posguerra y Años 50 - Evolución y Autores Clave

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La Lírica Española Desde la Posguerra Hasta Finales de los Años 50

Al final de la Guerra Civil española, el panorama literario es desolador: algunos escritores tan importantes como Lorca y Machado han muerto; otros (JR Jiménez, la mayoría de los escritores del 27) se exiliaron; solo algunos escritores, tolerantes o secretamente disconformes, permanecieron en España. El gobierno triunfante vigila estrechamente la creación cultural y una rígida censura se implanta en todos los géneros.

1. Poesía de Posguerra: Los Años 40

Dámaso Alonso distingue entre poesía arraigada y poesía desarraigada en los primeros años de posguerra:

  1. Poesía arraigada: muestra un tono belicista y panfletario. Se exalta a los vencedores y se denigra a los perdedores. Se publican dos revistas: Escorial y Garcilaso. En la primera publican los más destacados poetas falangistas (Dionisio Ridruejo, Leopoldo Panero, Luis Rosales) que cultivan una poesía intimista de temas tradicionales: el amor, la muerte, la tierra, el paisaje. Garcilaso se fundó con apoyo oficial, su director fue José García Nieto. Los temas fundamentales son Dios, la patria, el paisaje castellano y el amor. Ambas revistas ofrecen una visión positiva del mundo, obviando la dura realidad española del momento. Autores destacados: Luis Rosales (La casa encendida), Leopoldo Panero (La estancia vacía), Dionisio Ridruejo (Poesía en armas).

  2. Poesía desarraigada: Dámaso enmarca a los poetas que van a mostrarse disconformes con el mundo que les rodea y que expresan desasosiego existencial. Con un lenguaje directo mostrarán su preferencia por los temas religiosos, metafísicos o existenciales. Destaca la revista Espadaña y autores como Dámaso Alonso, Victoriano Crémer, Eugenio G. de Nora... Todos proponen una poesía antiformalista y que sea expresión de los problemas vitales reales, y no un mero juego de estética.

El año 1944 es decisivo: Vicente Aleixandre publica Sombra del paraíso, y Dámaso Alonso, Hijos de la ira. Esta última obra está escrita en versículos de ritmo obsesivo, con una visión angustiada de una realidad dominada por el odio y la injusticia.

Además de los dos polos señalados, hay escritores que intentan enlazar con el grupo del 27: el grupo Cántico de Córdoba, y con el surrealismo: el Postismo. Los postistas recuperarán el tono lúdico de las vanguardias de los años veinte y el lenguaje onírico de los surrealistas. Poetas como Carlos Edmundo de Ory o Ángel Crespo.

2. Poesía Social: Años Cincuenta

Es la continuación de la llamada poesía desarraigada. A partir de la publicación de Hijos de la ira en 1944, Dámaso, dirigiéndose a veces a Dios, protestaba por la injusticia y la muerte. El principio de esta obra, “Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas)”, marcará el tono realista y de protesta que va a predominar en la poesía posterior, llamada poesía social, la cual intentará contribuir al cambio de la sociedad española. Gabriel Celaya dirá: “la poesía no es un fin en sí. La poesía es un instrumento, entre otros, para transformar el mundo”.

Características de esta poesía social:

  1. El destinatario ideal de esta poesía es la “inmensa mayoría”, el pueblo.

  2. En cuanto al tema, el poema pretende ser un testimonio de la pobreza, de la injusticia, de la falta de libertad. Se hablará de la lucha por la igualdad entre las clases, de la justicia, de la paz, de la preocupación por España, del recuerdo, etc.

  3. El estilo se acercará al lenguaje coloquial, descuidando a veces la calidad literaria. Lenguaje directo y sencillo, a veces prosaico.

Poetas importantes de la poesía social:

  • Gabriel Celaya (1911-1991): tras la Guerra, su poesía se centra en la preocupación social, por lo que está considerado el principal autor del realismo social de los años cincuenta. Autor de obras como Cantos iberos (1955), De claro en claro (1956), Tranquilamente hablando (1947), su poesía tendrá un tono sencillo y coloquial. Para Celaya la poesía es un arma para cambiar las cosas, el poeta no puede lavarse las manos frente a las injusticias, el sufrimiento o la falta de libertad.

  • Blas de Otero (1916-1979): muy preocupado por la realidad social de la España de los años cincuenta, toda su poesía gira en torno a estos temas: el sentido de la vida, la función de Dios en el mundo, sus recuerdos de la Guerra y las consecuencias de la posguerra. Tras pasar por una etapa inicial en la que expresa su religiosidad angustiada en Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia (más tarde reunidos bajo el título global de Ancia) pasará a tratar temas político-sociales en libros como Pido la paz y la palabra (esta obra posee dos palabras clave: “la paz” y “la palabra”; es decir, la ausencia de injusticias y sufrimiento, y que el hombre pueda gritar su protesta) y Que trata de España. Escribió una poesía dirigida a la “inmensa mayoría”.

  • José Hierro (1922-2002): escribe una poesía testimonial. Lleva sus preocupaciones personales al grupo, pues entiende que la poesía es comunicación y conocimiento tanto de la realidad exterior como del ser más íntimo. Toda su poesía tendrá un amargo poso autobiográfico. Entre sus obras destacamos Con las piedras, con el viento (1950), Quinta del 42 (1952), Cuanto sé de mí (1957). Abandonará la poesía social y su última obra, Cuaderno de Nueva York (1999), es un buen ejemplo de poesía antirrealista.

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