La Libertad de Jesús: Un Análisis Profundo de su Vida y Mensaje

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1. La Sorprendente Libertad de Jesús

La libertad de Jesús es el dato primero y mejor confirmado, tanto por la oposición de sus adversarios como por la admiración del pueblo y la adhesión de sus seguidores. Jesús aparece como un hombre libre frente a todo y frente a todos los que puedan obstaculizar su misión:

  • Es un hombre libre frente a los familiares que tratan de apartarle de su vida peregrinante de anuncio de una Buena Noticia.
  • Se mantiene libre frente al círculo de los amigos que quieren dictarle cómo debe ser su conducta.
  • Procedente de los ambientes rurales de Galilea, se atreve a enfrentarse y criticar libremente a los escribas, especialistas de la Ley, así como a las clases cultas de la sociedad judía.
  • Es libre frente al poder político de las autoridades romanas, sin entrar en cálculos políticos o juegos diplomáticos.
  • De la misma manera, se enfrenta a los dirigentes religiosos del Sanedrín judío.
  • No se deja arrastrar tampoco por la estrategia de las fuerzas de resistencia a los ocupantes romanos, defraudando así las ilusiones de muchos que esperaban un reino judío mesiánico dominador del mundo.
  • No se deja esclavizar por las “tradiciones de los antiguos” que alejaban a los judíos del mensaje genuino del judaísmo, ni se ata a las últimas corrientes rabínicas que circulan en la sociedad judía.
  • Se manifiesta libre frente a ritos, prescripciones y leyes litúrgicas que quedan vacías de sentido si se olvida que deben estar al servicio del ser humano y orientadas hacia un Dios que quiere amor y no sacrificios.

2. El Origen de la Libertad de Jesús

Jesús es totalmente libre porque ha decidido libremente vivir entregado a cumplir la voluntad de un Dios al que él llama y experimenta como “Padre”; esta experiencia y respuesta de fe es una constante en la vida de Jesús de Nazaret, lo que alimenta su vida y da sentido a su actuación.

Más concretamente, Jesús se descubre a sí mismo como llamado por el Padre a anunciar una Buena Noticia: “Dios está cerca del ser humano”. El objetivo último de su vida es atraer a las personas hacia una gran esperanza que le anima a él mismo desde dentro: hay futuro para los seres humanos porque Dios quiere hacer posible la verdadera liberación que necesitan, siendo Dios mismo el liberador, ejerciendo lo que Jesús llama “el Reinado de Dios”.

Toda la vida de Jesús está orientada a anunciar esta Buena Noticia, la mejor que los hombres podían escuchar, porque el Dios que viene a reinar en la vida del hombre no es un tirano, un dictador, un señor vengativo o caprichoso que busca su propio interés. Es un Dios liberador, que busca la recuperación de todo hombre perdido, un Dios que sabe preocuparse de los últimos, un Padre que sabe acoger y perdonar, un Señor que llama a una gran fiesta a todos los seres humanos por muy pobres, desgraciados y perdidos que se encuentren.

3. La Finalidad de su Libertad

Jesús es un hombre libre para amar, un hombre que da siempre la última palabra al amor. Para Jesús, ya no es la Ley la que debe determinar cómo debemos comportarnos en cada situación; es el hombre necesitado el verdadero criterio de actuación, teniendo sentido toda nuestra vida en la medida en que servimos a ese hombre necesitado. Así ha vivido Jesús: “no para ser servido, sino para servir”.

Toda su vida es “desvivirse” por los demás. No encontraremos nunca a Jesús actuando egoístamente en busca de su propio interés: no se preocupa de su propia fama, no busca dinero ni seguridad alguna y no pretende ningún poder.

A Jesús se le ha llamado “el Hombre para los demás”, porque lo que impulsa su vida es el amor apasionado a los seres humanos, a los que considera hermanos: un amor amplio, universal, un amor sincero, servicial y un amor que se traduce en perdón a sus ejecutores.

4. Las Consecuencias de su Acción Libre

Jesús no es neutral ante las necesidades e injusticias que encuentra junto a los pobres, los marginados, los desprestigiados, los enfermos, los ignorantes, los abandonados… Siempre está de parte de quienes más ayuda necesitan para ser libres:

  • Se mueve en círculos de mala reputación, rodeado de gente sospechosa, publicanos, ladrones, prostitutas… personas despreciadas por las clases más selectas de la sociedad judía.
  • Se acerca con sencillez a los pequeños, los incultos, los que no pueden cumplir la Ley porque ni siquiera la conocen, seres despreciados por la gente culta de Israel.
  • Acoge a los débiles y a los pequeños y a las mujeres marginadas por la sociedad judía.
  • Se acerca a los enfermos, los leprosos, los enajenados, los impuros, personas sin posibilidades en la vida, consideradas pecadoras a los ojos del judaísmo.
  • Defiende a los samaritanos, considerados pueblo extraño e impuro.
  • Se preocupa del pueblo humilde, de las gentes desorientadas y del pueblo agotado por las prescripciones de los rabinos.

La última consecuencia de la libertad de Jesús fue su muerte. Jesús se nos ofrece en los relatos evangélicos como un hombre fiel al Padre, fiel a sí mismo y fiel a su misión hasta la muerte. Jesús no murió de muerte natural: fue ejecutado como consecuencia de los conflictos que provocó su actuación.

5. Una Libertad Inclasificable

Jesús tuvo la audacia de ponerse frente a la Ley que, para el pueblo judío, recoge de manera suprema la voluntad de Dios. Con una libertad y autoridad sin precedentes, Jesús contrapuso a la Ley antigua su nuevo mensaje: “Se dijo a los antepasados… pero yo os digo…”. Jesús no invita a sus contemporáneos a que obedezcan la Ley de Moisés, sino que les pide que escuchen unas palabras diferentes.

De todos los judíos conocidos en la Antigüedad, Jesús es el único que se atrevió a decir que el tiempo de salvación esperado ya había llegado: de manera modesta, oculta, casi insignificante, pero con verdadera fuerza, el Reinado de Dios en la vida del hombre ya se estaba abriendo camino. Más concretamente, Jesús vivió convencido de que, con su actuación y su mensaje, él mismo estaba ya haciendo realidad la acción salvadora de Dios en medio de los hombres. Jesús creyó en la victoria salvadora de Dios no como algo que ocurriría en el futuro o en la vida más allá de la muerte, sino como en algo que comenzaba con él, con sus gestos y su mensaje. Por eso sus seguidores considerarán a Jesús como un factor decisivo para entender y vivir la auténtica libertad, hasta el punto de convertirse en la referencia para saber si somos verdaderamente libres o no, en función de cómo nos posicionamos ante su palabra, sus acciones y su vida.

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