Ley Natural y Justicia: Fundamentos Filosóficos y su Relevancia Actual

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Fundamentos del Pensamiento de Santo Tomás sobre la Razón Práctica

El texto propuesto forma parte del núcleo básico del pensamiento de Santo Tomás sobre la razón, concretamente la razón práctica. A la naturaleza y el carácter que tiene esta razón llegamos mediante un paralelismo con la razón especulativa o teórica. No se trata de una derivación por deducción, sino de sostener con firmeza que toda criatura humana tiene un conocimiento fehaciente de la ley natural, que condiciona fuertemente nuestra conducta hasta el punto que nadie puede negar conocerla.

Vemos cómo, profundizando en el pensamiento de Aristóteles, Tomás de Aquino concede una importancia a sus temas al principio de finalidad, a la causa última a todo lo que lo real se denomina, doctrina a la que llamamos teleológica. Lo primero en el orden del conocimiento es lo último y decisivo en el orden de la acción. La humanidad siempre se ha propuesto y propondrá metas y finalidades porque en ello consiste su naturaleza.

Tomar en consideración la finalidad es la consecuencia del pensar la razón humana y, con ella, su uso teórico y práctico, como una facultad que siempre se propone alcanzar determinados fines. En el caso del ser humano, su finalidad en la tierra es ser feliz mediante el conocimiento y la práctica del bien.

Para conocer en concreto qué es el bien y poder ser felices, es preciso conocer el origen de todo lo que hago y de todas las criaturas, porque el origen es también aquello donde todo se encamina. Principio y fin de todas las cosas son la misma realidad. Con todo esto, Dios ocupó un puesto de privilegio en el sistema filosófico de Santo Tomás, porque de Dios depende que existamos y porque su voluntad ha querido que lo hagamos para conocer y practicar el bien.

Si en nuestra vida podemos concebir proyectos a realizar y proponernos metas que conseguir, tiene que darse una finalidad primera y absoluta. Para conocerla y obrar en consecuencia, nos basamos en el conocimiento evidente y universal de la ley natural, que todo y cualquier ser humano conoce por su autoevidencia.

El origen de la ley natural es Dios, que la ha puesto en nuestra razón con la finalidad de que seamos felices y podamos gozar de su presencia en nuestra vida. Si Dios es el origen de la ley natural y todo lo creado la sigue, es porque Él es el origen de la meta de toda la realidad. Esta verdad se ratifica por nuestra fe, basándose en el concepto religioso de revelación.

La ley natural, presente en el corazón y la mente humana por influencia de Dios, es el motor que pone en marcha la realización de todo proyecto humano que permite conseguir todos los fines que nos propongamos, en los cuales Dios ocupa el lugar privilegiado.

Tanto la ley natural como la predisposición a hacer el bien, como la tendencia que intriga y orienta nuestra acción hacia el bien común, son capacidades que se sitúan en nuestro ovnis y que necesitan libertad de decisión y la voluntad para querer hacerlas y, de esta manera, dar prueba de que la ley natural tiene un origen divino.

Comparación con la Teoría de la Justicia de John Rawls

Vamos a relacionar el tema del texto con otra posición actual, como la del filósofo John Rawls.

Autores como John Rawls defendieron una forma de contractualismo basada en la filosofía kantiana de la justicia. Por eso, este filósofo norteamericano trata de oponer o enfrentar a la ley natural de Tomás de Aquino una teoría racional de la justicia, aceptada de alguna manera por todos los seres humanos.

Para Rawls, la justicia, que es la principal idea a realizar en la convivencia social y política, se basa en un imperativo que nos convenza de que debemos actuar moralmente porque esa conducta es la más beneficiosa para todos desde el punto de vista de la colectividad.

A diferencia de Tomás de Aquino, Rawls tiene claro una serie de principios que vinculan necesariamente su idea de justicia como igualdad. En primer lugar, la defensa de las libertades individuales por encima de las libertades de la colectividad y los colectivos.

El segundo principio incluye condiciones para salvaguardar la igualdad y la equidad, pero esas condiciones mínimas de la justicia no pueden amenazar las libertades individuales esenciales para garantizar la convivencia pacífica.

Por eso es fundamental, en tercer lugar, la defensa del contractualismo, es decir, de un pacto explícito suscrito por individuos libres e iguales que voluntariamente están de acuerdo en vivir en un régimen legal que asegura la justicia como norma suprema de convivencia y la equidad como meta esencial del desarrollo social.

Conviene tener muy presente que la teoría de la justicia de Rawls es claramente política.

De ahí que se refiera a la estructura básica de la sociedad, dejando claro que los ciudadanos puedan tener diferentes doctrinas morales e ideales diferentes sobre lo que es el bien individual o común. Se trata de buscar un acuerdo de mínimos para poder hacer posible la convivencia, buscando siempre la justicia como eje central.

Por todo lo anterior, la mayor diferencia entre Tomás de Aquino en relación con Rawls la constituye la defensa por parte de Rawls de un punto de partida para definir la justicia que supone que los ciudadanos puedan argumentar racionalmente, en el sentido de sostener argumentos que el resto de participantes en el diálogo puede aceptar. Por eso es preciso que los seres humanos sean capaces de olvidar sus prejuicios de clase, sus diferencias de fortuna y de posición y, en especial, sus ideas preconcebidas sobre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, lo ético y lo no ético; diferencias que para Tomás de Aquino son tan naturales e innatas como el conocimiento más elemental de las cosas.

Relevancia Actual del Pensamiento de Santo Tomás

En relación con la actualidad de las ideas de Tomás de Aquino, hay que tener en cuenta que muchos filósofos, juristas y políticos contemporáneos consideran inexcusable apelar a la ley natural como fundamento y principio supremo de todo orden legal positivo, de orden constitucional y, sobre todo, de la convivencia cívica basada en la justicia como valor supremo.

Uno de sus principales argumentos es que el ordenamiento jurídico no solo contiene derechos y deberes de la persona, sino principios éticos de cómo queremos que sea la sociedad. A esto se le llama la perfectibilidad de la ley, según la cual las leyes introducen o fomentan hábitos y costumbres de vida buena.

También podemos destacar dos aspectos de la ley natural. Uno lo encontramos en la tendencia a justificarla como una hipótesis de trabajo de las neurociencias, que elabora programas de investigación para observar comportamientos morales como instrumentos de supervivencia del individuo y de la especie. De esta manera, se quiere encontrar una base biológica a la moralidad humana.

El otro aspecto se refiere a las teorías y a los defensores de los derechos humanos inspirados en numerosas organizaciones de derechos civiles, que destacaron la importancia de la ley natural para justificar el dominio de estos derechos sobre cualquier legislación positiva.

Cuando se sostiene que los derechos humanos prevalecen sobre cualquier otro derecho, se está apelando a una especie de elemento humano sobre el que basar la igualdad y la justicia más allá y por encima de cualquier desigualdad existente. En este sentido, el planteamiento filosófico de Tomás de Aquino sigue teniendo vigencia.

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