El Legado Visigodo y la Huella Islámica en la Península Ibérica: Evolución Política, Crisis y Organización Social
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Hasta el siglo III, los visigodos convivieron con los suevos (Gallaecia) y los bizantinos (costa andaluza) hasta que estos últimos fueron derrotados.
Se aceptó la civilización romana, se impuso el latín, se unificó el territorio y se derogaron las medidas que separaban a los romanos de los godos. En el III Concilio de Toledo se pasó del cristianismo arriano al catolicismo. Tras la unificación del territorio, la Iglesia tomó una gran importancia; los obispos ratificaban las opiniones de los reyes, actuando como jueces o inspectores de impuestos, y sus decisiones tenían fuerza legal. Los judíos fueron perseguidos. Los visigodos tuvieron poca importancia cultural (tumbas godas y tesoros) junto con restos arquitectónicos. En el mundo de las letras, la Iglesia estuvo ligada en su desarrollo. En el siglo III, las luchas nobiliarias coincidieron con la expansión del Islam. Los musulmanes fueron llamados y, tras la derrota visigoda, se impuso la invasión germánica. La monarquía perdió autoridad frente a la nobleza, comenzando el proceso de feudalización.
3.1 Evolución política: Conquista, Emirato y Califato de Córdoba
En el año 711 se produce una guerra civil entre los visigodos; uno de los bandos llama en su ayuda al gobernador Tariq, que llega a Toledo y en apenas dos años logra el control del reino visigodo. Los conquistadores organizan el territorio en valiatos del califato de Damasco. Al-Ándalus fue una provincia y Abderramán se proclamó Emir; con ello pasó a ser un Estado independiente, aunque Abderramán I siguió reconociendo la autoridad religiosa del califa en el mundo musulmán. El emirato se caracteriza por la prosperidad económica y por la inestabilidad que producen los mozárabes y los muladíes, ya que su peso en la sociedad no se corresponde con los escasos derechos que tienen, los cuales reclamarán con revueltas armadas. Con el emirato se fija un aparato administrativo y político muy eficaz y avanzado, descentralizado, con el territorio dividido en coras al mando de un walí, y thugur, o territorios fronterizos. El emirato entró en una etapa decadente. Cuando Abderramán III sube al trono, propone restaurar el poder del Estado, así que se proclama califa, con lo que nace el Califato de Córdoba. Se logra contener a los reinos cristianos, se asegura el comercio y se mejora la economía. Abderramán reestructura los lazos sociales para acabar con las tensiones internas. La descomposición del califato se iniciará con Hisham II, con quien el ejército da un golpe de Estado y se inicia la dictadura amirí con Almanzor, quien se hará con el poder en asuntos militares y civiles, pero respeta la superioridad del califa. En 1002 muere Almanzor y un intento de usurpación del trono desata una guerra civil, produciéndose la disgregación del califato.
3.2 Al-Ándalus: La crisis del siglo XI: Reinos de taifas e imperios norteafricanos
En 1031 se abre el período de los reinos de taifas y la unidad del Estado andalusí es sustituida. En cada uno de estos territorios, su rey se preocupará de su beneficio y de proteger su reino. Sin embargo, la despreocupación que los señores de taifas mostraron hacia los asuntos de gobierno llevó a situaciones de malestar y a revueltas que fueron acabando con los reinos de taifas. Ante el avance imparable de Alfonso VI de Castilla, varios señores de taifas deciden llamar en su ayuda a los almorávides, quienes derrotan a los castellanos (Sagrajas), pero después se retiran, lo que hace improductiva su victoria. Regresan para cosechar una nueva victoria en Uclés, pero no tienen capacidad para una ocupación efectiva del territorio. La continuidad de las guerras les obliga a aprobar nuevos impuestos y pierden el apoyo popular, lo que los debilita y son expulsados. Se abre un período de segundas taifas y se vuelve a solicitar ayuda al norte de África, ahora en posesión de los almohades, que derrotan a Alfonso VIII. No obstante, carecen de apoyo popular. Una coalición cristiana los derrota en las Navas de Tolosa, lo que supone su decadencia hasta que son expulsados. En su lugar, surgen diversos reinos de los que solo sobrevivirá el reino nazarí de Granada.
3.3 Al-Ándalus: La organización económica y social
La economía musulmana se basaba en la agricultura, era bimetalista y se cobraban impuestos. Su economía abierta ayudaba al comercio; su centro económico era la ciudad y la base de su riqueza era la tierra, de la cual 1/5 era para el califa, las mejores tierras para los árabes y las tierras marginales para los sirios y los bereberes. El califa de Córdoba controla la ruta del oro (Sudán). La sociedad era urbana y rural, había una relación constante entre el campo y la ciudad. Se estableció una jerarquización: los aristócratas, los guerreros y los esclavos. Era una sociedad abierta con una amplia diversidad étnica.