El Legado Trágico y Dionisíaco en la Filosofía de Nietzsche

Enviado por Programa Chuletas y clasificado en Griego

Escrito el en español con un tamaño de 5,71 KB

El Arte Trágico y lo Dionisíaco

Estas nociones aparecen ya en su primera obra, El nacimiento de la tragedia. Ambas nociones están íntimamente unidas en el pensamiento nietzscheano. El punto de partida de esta obra es la convicción de la irreductibilidad del fundamento último de lo real al logos, a la razón. El arte, por otro lado, es aquí el medio de la filosofía, pues la intuición del artista capta más adecuadamente que la razón y el concepto el ser de la realidad y el sentido de la existencia, y el arte por antonomasia es la tragedia, que es la verdad más profunda. El arte trágico es el lugar de la verdad y la forma mejor de acercarse al ser del hombre y del mundo. La ciencia está, para Nietzsche, subordinada al arte. A aquella le cabe la función de elaborar las intuiciones que originan y sostienen el arte. La ciencia traduce lo que originalmente era múltiple y diferenciado a la unidad e indiferenciación, al olvido de los caracteres particulares.

El Nacimiento del Arte y la Dualidad Apolínea-Dionisíaca

El nacimiento y el desarrollo del arte está ligado a dos principios contrapuestos que expresan precisamente esa irreductibilidad del fondo de lo real a la razón: lo apolíneo y lo dionisíaco. El primero representa las características que siempre se han atribuido a lo clásico: la proporción, el equilibrio, la serenidad, lo individuado, la luminosidad, lo racional; son las características de la forma clásica, que se manifiestan predominantemente en las artes plásticas. El segundo representa lo báquico, la embriaguez, lo indiferenciado, lo nocturno, lo pasional, que se expresan más plenamente en la poesía y en la música, de las cuales ha brotado la tragedia. Toda obra de arte se concibe como el resultado de la unión de estos dos principios. El fondo dionisíaco es lo que explica que una verdadera escultura, por ejemplo, a pesar de la perfección de sus formas, no sea algo frío, sino capaz de despertar fuertes emociones, y lo apolíneo es lo que permite que la poesía, la música o la tragedia se expresen en formas más o menos perfectas.

La Tragedia como Síntesis Perfecta

Pero donde estos dos principios aparecen más adecuadamente sintetizados es en la tragedia, que por ello es el arte por excelencia. La tragedia clásica —las tragedias de Esquilo y Sófocles— se configura a partir del coro (el pueblo, la vida colectiva) y la música, lo dionisíaco, de cuyo fondo brotan los personajes y la palabra, lo apolíneo; es, pues, lo primero lo que nutre y da vida a lo segundo. La evolución posterior de la tragedia, a partir de Eurípides, conducirá a un predominio de los personajes y de la palabra sobre el coro y la música, traicionando su espíritu primitivo. El arte es el lugar de la verdad, y dado que la tragedia es el arte por excelencia, ella es el instrumento adecuado para comprender el ser del hombre y del mundo. La tragedia nos muestra, en primer lugar, que en el hombre lo instintivo, lo pasional, la vida, antecede a lo racional, por lo que la razón ha de subordinarse a la vida; en segundo lugar, trasladando esa comprensión a nivel cósmico, que el fondo último de la realidad es la vida, lo dionisíaco, lo indiferenciado, lo Uno primordial (equivalente a la Voluntad schopenhaueriana), lo llama Nietzsche, que se desgarra y expresa individuadamente en las diversas figuras en que se nos presenta y que constituyen lo apolíneo.

La Vida, la Muerte y el Sentido Trágico

La vida es ese fondo obscuro, opaco —incomprensible, no reductible a razón—, lo Uno primordial, que, como ya hemos sugerido, se desgarra en diversas figuras que son los seres individuales y concretos; por ello es dolor y sufrimiento, pero tiende a reunificarse por medio de la muerte, que entonces no es aniquilamiento, sino reincorporación a su fuente originaria y que dará lugar a nuevas formas de vida. Vida y muerte se implican mutuamente, y esta verdad constituye el sentido trágico de la vida, que no es entonces una valentía heroica e incontrolada, sino que se fundamenta en la convicción de que todo es Uno (el distinto talante de Nietzsche respecto a Schopenhauer le conduce a sustituir el pesimismo por el sentido trágico). El hombre trágico es el que acepta la vida como es, asumiendo lo que en ella hay de terrible y doloroso, asumiendo la muerte, sabiendo que no hay victoria final de la vida (optimismo) ni de la muerte (pesimismo), sino la permanencia de una y otra. “El artista trágico no es un pesimista, —dice precisamente sí incluso a todo lo problemático y terrible, es dionisíaco...”.

La Decadencia de la Tragedia con Sócrates

Con Sócrates aparece el hombre teórico, el hombre lógico, incapaz de ver la cara oscura de la vida, y con él murió la tragedia en su auténtico sentido clásico, algo que es valorado por Nietzsche como una pérdida terrible. Sócrates, con quien se impuso la convicción equivocada de que con la razón y el concepto se puede llegar a la profunda comprensión del ser, marcó decisivamente el camino de la filosofía y de la cultura occidental. La época anterior a Sócrates, en la que el griego vive la actitud trágica, es entendida como "la época mejor, más fuerte, más valiente", mientras que el socratismo, que se impone a partir de ahora, es interpretado como un "signo de declive, de fatiga, de enfermedad, de unos instintos que se disuelven de modo anárquico". En síntesis, la actitud lógica es consecuencia del cansancio, de la debilidad, de la falta de vigor para asumir el sentido trágico de la vida.

Entradas relacionadas: