Kepler
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Kepler aceptó de antemano el sistema copernicano porque es más simple. Es mucho más sencillo que el sistema ptolemaico. Ptolomeo, en su afán por justificar las apariencias, había tenido que ir progresando complicando, con un número mayor de esferas, la explicación del movimiento de los astros cada vez que se presentaba un fenómeno nuevo no incluido en sus teoría. El cambio que introduce Copérnico precisa un número menor de esferas para explicar el movimiento de los planetas. Ahora bien, ¿está justificado el abandonar una teoría ya establecida y más exacta por una simplicidad de esta índole? ¿No parece más bien una razón de carácter estético? En efecto, la simplicidad que ofrecía el sistema de Copérnico y que supo ver Kepler no era únicamente esa clase de simplicidad, sino el enorme paso que supuso, dentro de la teoría del conocimiento, el haber aceptado a priori la teoría de Copérnico sobre la Ptolomeo, ya que esto supuso haber dado primacía a la razón sobre los sentidos.
Kepler reúne en su persona el místico, asceta y científico; y esos tres aspectos están presentes en su propia teoría. Kepler supone que el Universo, como obra de su Creador, tiene que haberse ajustado a unos cánones estéticos, ya que la obra de Dios ha de ser perfecta; y estos cánones son la armonía y el orden; pero la armonía para Kepler se traduce en proporción matemática. Así, partiendo del sistema copernicano, Kepler busca las “Razones Matemáticas del Universo”, con la firme creencia de que ha sido creado de acuerdo con unas leyes matemáticas que proporcionan la armonía que el Universo manifiesta. Busca, pues, las leyes que rigen el movimiento de los planetas, con la seguridad de que estas leyes son de carácter matemático; y llega a explicar matemáticamente tales movimientos de acuerdo con la Teoría de Copérnico en sus tres famosas leyes, cuya esencia consiste en relacionar los movimientos de los planetas entre sí y establecer proporciones entre ellos:
1ª ley: “Los planetas se mueven en torno a una elipse, con el Sol en unos de sus focos”.
2ª ley: “En tiempos iguales, el radio que une el planeta con el Sol, barre y recorre áreas iguales”.
3ª ley: “Existe para todos los planetas una proporción entre el tiempo de revolución de cada planeta al cuadrado y el semieje mayor de la órbita al cubo”: T2/R3 = k
Las consecuencias fundamentales derivadas de la postura de Kepler son:
- La consideración matemática del Universo va a suponer que la Matemática se establezca de ahora en adelante como método para las otras ciencias y que, por su carácter de rigor, exactitud y sencillez, sea considerada como la ciencia exacta por antonomasia, a la que las demás ciencias intentarán adaptarse y utilizar su método. Así, en el racionalismo posterior, la Matemática será el medio de ciencia a seguir.
- La Física queda constituida como Física Cuantitativa y no Cualitativa. Quiere esto decir que la física, al describir un fenómeno, no dará sus aspectos cualitativos, es decir, sus cualidades y accidentes; sino sus aspectos cuantitativos, es decir, sólo aquello susceptible de ser expresado matemáticamente.
- Los fenómenos físicos, como consecuencia de lo anterior, pasan a ser autónomos en lugar de estar vinculados, como hasta ahora, a la sustancia.
Toda la filosofía aristotélica y medieval describía los fenómenos físicos, por ejemplo el movimiento, como cualidades, accidentes de algo a lo que pertenecían que era la sustancia. El movimiento, en este caso, se explicaba por el móvil. Y para descubrir entonces cualquier fenómeno de movimiento, se acudía a explicar la estructura y composición de la sustancia a la que pertenecía; y mediante las estructuras de materia y forma, potencia y acto, que constituían la sustancia, así como por la composición de los 4 elementos, quedaba completamente explicado el movimiento: si un cuerpo se movía hacia abajo era porque estaba constituido por tierra y agua, los elementos más pesados cuyo lugar natural es el de abajo.
Así pues, para explicar el movimiento de caída se acudía al móvil, a los elementos que formaban parte del cuerpo que caían. Ahora, sin embargo, un fenómeno se explica únicamente desde su aspecto cuantitativo, por lo que es independiente de la sustancia, del móvil. Siguiendo con el ejemplo del movimiento, el movimiento del cuerpo que cae, se considera sólo su aspecto medible, cuantificable, independientemente de que lo que caiga sea una sustancia compuesta de unos u otros elementos.
Si Kepler aplicó toda la concepción del Universo a los movimientos celestes. Galileo lo hizo a los movimientos de la Tierra. Gran defensor de la teoría de Copérnico, lo que le costó un gran número de enfrentamientos y problemas con el Santo Oficio, representado por la figura del cardenal Belarmino, hombre inteligente que supo provocar en Galileo consecuencias graves dentro de su sistema.
Una de las consecuencias fundamentales que trae la nueva consideración de la naturaleza, es una nueva manera de interrogar a la misma. El sistema aristotélico y medieval, que se había constituido a la idea de sustancia como mucho fundamental, daba una cierta preferencia a la causa eficiente y final sobre las demás. El sistema aristotélico se explica en función de la causa eficiente y final; y por tanto, su pregunta fundamental a la naturaleza era “¿Por qué?”. Galileo, al considerar el Universo en términos matemáticos, cambia la pregunta del “por qué” por la pregunta del “cómo”.
Precisamente con su concepción matemática sobre el Universo, responde más bien a una pregunta por el cómo que por el por qué. Siguiendo con el ejemplo del movimiento, el sistema aristotélico se preguntaría por qué un cuerpo cae, y la explicación viene dada por la estructura y composición del propio cuerpo. Para Galileo, la pregunta se transforma en ¿cómo se produce el movimiento de caída? Y en esta explicación, el cuerpo en sí no interviene para nada. De esta manera Galileo se ocupará del movimiento de caída de los cuerpos, el tiro de proyectiles, etc.
Con la idea de que “el gran libro de la Naturaleza está escrito en caracteres matemáticos”, Galileo parte del hecho de que los fenómenos naturales han de escritos matemáticamente. De ahí su interés por la geometría. La Geometría, por su peculiar constitución, actúa de intermedio entre los sentidos y la razón; por una parte, la Geometría está mucho más vinculada a la experiencia sensible que la Aritmética; pero por otra parte, es una ciencia autónoma con sus propias leyes, capaz, por tanto, de desvincularse totalmente del mundo de los sentidos. La adaptación de los fenómenos del movimiento a relaciones geométricos es la gran labor de Galileo, al explicar en términos geométricos, fenómenos cinemáticos. Para ello, crea un nuevo método, llamado Método galileano, que es un método hipotético - deductivo, que consta de tres partes:
- Fase de hipótesis: consiste en la elaboración de una experiencia ideal o mental con datos obtenidos de la experiencia sensible. El fin de este experimento mental, que es algo así como una imagen del fenómeno a considerar elaborada por el sujeto, consiste en prescindir de todas aquellas circunstancias que no formen parte del experimento como tal. Así, por ejemplo, al estudiar la caída de los graves, Galileo construye una imagen de tal fenómeno en el vacío, es decir, con ausencia completa de medio. Tal experiencia no se da en la naturaleza, donde siempre existe algún medio donde se produce el fenómeno; por eso, si el fenómeno se considera y observa en la experiencia que la naturaleza ofrece, el agua, el aire, el gas o cualquier otro medio, prestará siempre una resistencia a la caída del grave, con lo cual habrá elementos extraños al experimento que no permitirán conocer con rigor, pureza y exactitud dicho experimento de caída del grave. Pero sí se puede conseguir el estudio en la pureza de este fenómeno de caída si lo suponemos mentalmente considerado, es decir, con ausencia de cualquier tipo de medio.
- Fase de formulación matemática: una vez obtenido este experimento ideal de caída del grave, el segundo paso consistirá en una expresión matemática que nos dé cuenta de su pureza también de la dimensión medible o cuantificable de dicho movimiento de caída.
- Fase de verificación: se trata, finalmente, de trasladar el resultado de dicha experiencia a la realidad empírica y si de alguna manera se conforma con ella elevarlo a la categoría de teoría, y en caso de no se así seguir formulando nuevas hipótesis hasta conseguir dicha verificación.
Kepler reúne en su persona el místico, asceta y científico; y esos tres aspectos están presentes en su propia teoría. Kepler supone que el Universo, como obra de su Creador, tiene que haberse ajustado a unos cánones estéticos, ya que la obra de Dios ha de ser perfecta; y estos cánones son la armonía y el orden; pero la armonía para Kepler se traduce en proporción matemática. Así, partiendo del sistema copernicano, Kepler busca las “Razones Matemáticas del Universo”, con la firme creencia de que ha sido creado de acuerdo con unas leyes matemáticas que proporcionan la armonía que el Universo manifiesta. Busca, pues, las leyes que rigen el movimiento de los planetas, con la seguridad de que estas leyes son de carácter matemático; y llega a explicar matemáticamente tales movimientos de acuerdo con la Teoría de Copérnico en sus tres famosas leyes, cuya esencia consiste en relacionar los movimientos de los planetas entre sí y establecer proporciones entre ellos:
1ª ley: “Los planetas se mueven en torno a una elipse, con el Sol en unos de sus focos”.
2ª ley: “En tiempos iguales, el radio que une el planeta con el Sol, barre y recorre áreas iguales”.
3ª ley: “Existe para todos los planetas una proporción entre el tiempo de revolución de cada planeta al cuadrado y el semieje mayor de la órbita al cubo”: T2/R3 = k
Las consecuencias fundamentales derivadas de la postura de Kepler son:
- La consideración matemática del Universo va a suponer que la Matemática se establezca de ahora en adelante como método para las otras ciencias y que, por su carácter de rigor, exactitud y sencillez, sea considerada como la ciencia exacta por antonomasia, a la que las demás ciencias intentarán adaptarse y utilizar su método. Así, en el racionalismo posterior, la Matemática será el medio de ciencia a seguir.
- La Física queda constituida como Física Cuantitativa y no Cualitativa. Quiere esto decir que la física, al describir un fenómeno, no dará sus aspectos cualitativos, es decir, sus cualidades y accidentes; sino sus aspectos cuantitativos, es decir, sólo aquello susceptible de ser expresado matemáticamente.
- Los fenómenos físicos, como consecuencia de lo anterior, pasan a ser autónomos en lugar de estar vinculados, como hasta ahora, a la sustancia.
Toda la filosofía aristotélica y medieval describía los fenómenos físicos, por ejemplo el movimiento, como cualidades, accidentes de algo a lo que pertenecían que era la sustancia. El movimiento, en este caso, se explicaba por el móvil. Y para descubrir entonces cualquier fenómeno de movimiento, se acudía a explicar la estructura y composición de la sustancia a la que pertenecía; y mediante las estructuras de materia y forma, potencia y acto, que constituían la sustancia, así como por la composición de los 4 elementos, quedaba completamente explicado el movimiento: si un cuerpo se movía hacia abajo era porque estaba constituido por tierra y agua, los elementos más pesados cuyo lugar natural es el de abajo.
Así pues, para explicar el movimiento de caída se acudía al móvil, a los elementos que formaban parte del cuerpo que caían. Ahora, sin embargo, un fenómeno se explica únicamente desde su aspecto cuantitativo, por lo que es independiente de la sustancia, del móvil. Siguiendo con el ejemplo del movimiento, el movimiento del cuerpo que cae, se considera sólo su aspecto medible, cuantificable, independientemente de que lo que caiga sea una sustancia compuesta de unos u otros elementos.
Si Kepler aplicó toda la concepción del Universo a los movimientos celestes. Galileo lo hizo a los movimientos de la Tierra. Gran defensor de la teoría de Copérnico, lo que le costó un gran número de enfrentamientos y problemas con el Santo Oficio, representado por la figura del cardenal Belarmino, hombre inteligente que supo provocar en Galileo consecuencias graves dentro de su sistema.
Una de las consecuencias fundamentales que trae la nueva consideración de la naturaleza, es una nueva manera de interrogar a la misma. El sistema aristotélico y medieval, que se había constituido a la idea de sustancia como mucho fundamental, daba una cierta preferencia a la causa eficiente y final sobre las demás. El sistema aristotélico se explica en función de la causa eficiente y final; y por tanto, su pregunta fundamental a la naturaleza era “¿Por qué?”. Galileo, al considerar el Universo en términos matemáticos, cambia la pregunta del “por qué” por la pregunta del “cómo”.
Precisamente con su concepción matemática sobre el Universo, responde más bien a una pregunta por el cómo que por el por qué. Siguiendo con el ejemplo del movimiento, el sistema aristotélico se preguntaría por qué un cuerpo cae, y la explicación viene dada por la estructura y composición del propio cuerpo. Para Galileo, la pregunta se transforma en ¿cómo se produce el movimiento de caída? Y en esta explicación, el cuerpo en sí no interviene para nada. De esta manera Galileo se ocupará del movimiento de caída de los cuerpos, el tiro de proyectiles, etc.
Con la idea de que “el gran libro de la Naturaleza está escrito en caracteres matemáticos”, Galileo parte del hecho de que los fenómenos naturales han de escritos matemáticamente. De ahí su interés por la geometría. La Geometría, por su peculiar constitución, actúa de intermedio entre los sentidos y la razón; por una parte, la Geometría está mucho más vinculada a la experiencia sensible que la Aritmética; pero por otra parte, es una ciencia autónoma con sus propias leyes, capaz, por tanto, de desvincularse totalmente del mundo de los sentidos. La adaptación de los fenómenos del movimiento a relaciones geométricos es la gran labor de Galileo, al explicar en términos geométricos, fenómenos cinemáticos. Para ello, crea un nuevo método, llamado Método galileano, que es un método hipotético - deductivo, que consta de tres partes:
- Fase de hipótesis: consiste en la elaboración de una experiencia ideal o mental con datos obtenidos de la experiencia sensible. El fin de este experimento mental, que es algo así como una imagen del fenómeno a considerar elaborada por el sujeto, consiste en prescindir de todas aquellas circunstancias que no formen parte del experimento como tal. Así, por ejemplo, al estudiar la caída de los graves, Galileo construye una imagen de tal fenómeno en el vacío, es decir, con ausencia completa de medio. Tal experiencia no se da en la naturaleza, donde siempre existe algún medio donde se produce el fenómeno; por eso, si el fenómeno se considera y observa en la experiencia que la naturaleza ofrece, el agua, el aire, el gas o cualquier otro medio, prestará siempre una resistencia a la caída del grave, con lo cual habrá elementos extraños al experimento que no permitirán conocer con rigor, pureza y exactitud dicho experimento de caída del grave. Pero sí se puede conseguir el estudio en la pureza de este fenómeno de caída si lo suponemos mentalmente considerado, es decir, con ausencia de cualquier tipo de medio.
- Fase de formulación matemática: una vez obtenido este experimento ideal de caída del grave, el segundo paso consistirá en una expresión matemática que nos dé cuenta de su pureza también de la dimensión medible o cuantificable de dicho movimiento de caída.
- Fase de verificación: se trata, finalmente, de trasladar el resultado de dicha experiencia a la realidad empírica y si de alguna manera se conforma con ella elevarlo a la categoría de teoría, y en caso de no se así seguir formulando nuevas hipótesis hasta conseguir dicha verificación.