Influencia de la Música en la Filosofía Griega: Pitágoras, Platón y Aristóteles

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Los Martillos Pitagóricos y la Armonía Musical

Según algunos autores posteriores, como Boecio, cierto día, al pasar por delante de una herrería, Pitágoras escuchó ciertos sonidos que le parecieron armoniosos y otros que no lo eran tanto. Entró en el taller y comprobó que aquellos que armonizaban entre sí eran sonidos producidos por cuatro martillos de diferente tamaño y peso al ser golpeados sobre los yunques. Estos cuatro martillos tenían una masa de 6, 8, 9 y 12 unidades de masa.

Al llegar a su habitación, Pitágoras colgó del techo cuatro cuerdas de lira, todas ellas iguales en longitud, masa y grosor, y les aplicó en el extremo inferior unas masas iguales a las de los martillos de la herrería. Con el peso, las cuerdas se tensaron en relación directa a la masa soportada; al pulsarlas, comprobó que se repetía el mismo fenómeno armónico de los martillos.

El Monocordio

Según la tradición, y basándose en lo observado con los martillos y las cuerdas de la lira, Pitágoras inventó el monocordio para comprobar en la práctica lo que ya suponía: los números están relacionados con la armonía musical.

Pitágoras solo aceptó como consonancias perfectas las mencionadas anteriormente por tres razones:

  1. Su consonancia era mayor al oído.
  2. Matemáticamente sus ratios eran más sencillas.
  3. Los números que aparecen en sus ratios formaban parte del tetraktys (las ratios de las consonancias perfectas solo utilizan las cifras 1, 2, 3 y 4).

Como los astros giran perpetuamente alrededor del Fuego Central Cósmico a cierta velocidad, para que el Todo esté en equilibrio dinámico tiene que existir una armonía. Pitágoras imaginó que el Kosmos estaba cruzado por gigantescas cuerdas musicales vibrantes cuya longitud estaba relacionada con la distancia de los astros al Fuego Central. Por lo tanto, el movimiento veloz de los astros produciría sonidos armónicos, que no oímos porque estamos acostumbrados a ellos. Se trata de la Armonía o Música de las Esferas.

La Doctrina del Ethos

En esencia, el “ethos” de una música es el carácter ético o moral de esa misma música, carácter que influye en el oyente provocando distintos estados de ánimo.

La Doctrina de Damón

En este discurso (apoyándose en la autoridad de Pitágoras), Damón advirtió de los peligros que conllevaría tolerar innovaciones en la música.

El canto y la práctica de un instrumento musical inducen a los jóvenes al valor, la moderación y la justicia. Educar a los jóvenes supone educar a la sociedad, por eso el Estado debe proteger y patrocinar la educación musical. Las innovaciones en la música podrían llegar a subvertir todos los valores tradicionales y provocar cambios hasta en la forma de gobierno. Para Damón, la música posee un altísimo valor sociopolítico y debe estar al servicio del Estado.

Platón y la Música

En la ciudad ideal de la República (Politeia) habría tres clases de ciudadanos: los guardianes y los filósofos (hombres de oro), los auxiliares (hombres de plata) y los comerciantes, artesanos y resto de los profesionales libres (hombres de bronce y hierro). Además, estarían los esclavos que, naturalmente, no serían ciudadanos. La Gimnasia fortalece al futuro filósofo, lo hace rápido y fuerte. La Música tiene dos facetas: por un lado, su armonía (harmonia) proporciona armonía al alma; por otro lado, el ritmo (eurytmia) le da tesón y sobriedad de carácter.

Al pueblo se le educaría a base de música sobria, ordenada y objetiva, desde la niñez; así, al llegar a la madurez, odiarían cualquier otro tipo de música (considerándola libérrima, caprichosa, innoble y subjetiva). Por el contrario, si se acostumbrase a los niños a cualquier música vulgar y subjetiva, al llegar a la madurez no apreciarían la buena música (considerándola fría e insípida).

Habría que desterrar de la ciudad:

  • La panarmonía, autorizándose solo las harmoniai dórica y frigia.
  • El virtuosismo, porque no se atiene a la Idea de Verdad-Bien-Belleza, y persigue solo el placer de la audiencia y la fama, además se guía únicamente por el subjetivismo.
  • Los instrumentos que producen sonidos poco dulces e impuros, y ello por dos motivos:
    1. Dulzura y pureza están en estrecho contacto con el mundo de las Ideas o Formas.
    2. Platón no admite los tonos de afinación imprecisa.

Solo la lyra y la kithara tradicionales (con canto, es decir, la kitharodia) serían permitidas en la ciudad. Los instrumentos policordes, (trígonos, pektís, etc.), los panarmónicos y el aulós estarían definitivamente prohibidos.

Aristóteles y la Música

Aristóteles defiende la doctrina del ethos y su influencia en el carácter del hombre. El ethos de la música está condicionado por el modo (harmonía) y el ritmo. La música es un excelente medio para educar a todo tipo de personas.

¿Audición pasiva o práctica activa de la música? Para el hombre libre es la escucha pasiva. La práctica activa es ambivalente, por dos motivos: por un lado, es una actividad servil y embrutece al hombre; por otro lado, mantiene ocupados a los jóvenes, inquietos por lo general.

El hombre debe practicar la música en su juventud, siempre y cuando no se alcance el nivel de virtuosismo, porque el virtuoso tiende a satisfacer al público en los certámenes, con lo cual cae en la vulgaridad más absoluta. Además, el virtuosismo puede llegar a ser perjudicial para el cuerpo y el espíritu. Practicada de la manera antedicha, al llegar a la edad adulta podrán los hombres seguir educándose y disfrutando con la buena música, y rechazar la mala. Aristóteles admite la dórica y la lidia.

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