Industrialización y Economía en la España del Siglo XIX

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Los Inicios de la Industrialización

La Industria Textil Catalana

En Cataluña, a partir de 1770, se había iniciado una incipiente manufactura textil, las fábricas de indianas, que a finales de siglo habían aumentado su producción y adoptado las primeras hiladoras mecánicas. En 1808, la Guerra de la Independencia desarticuló los mercados y detuvo su expansión. Después del conflicto, el aumento de la producción se reanudó con rapidez. Las medidas liberalizadoras de la producción y el mercado que establecieron los gobiernos liberales progresistas aseguraron el libre ejercicio de la actividad industrial y permitieron la rápida mecanización de la industria en lugares como Cataluña. Así, a mediados del siglo XIX, la industria textil catalana era la punta de lanza de la industrialización española.

El Proceso de Mecanización

El proceso de mecanización del textil catalán se inició a partir de 1830, cuando se instalaron las primeras máquinas de vapor. La mecanización fue más rápida en la hilatura que en el tejido: en 1861, mientras los husos mecánicos habían sustituido completamente a los manuales, los telares mecánicos no llegaban a la mitad del total. Entre las causas de la rápida mecanización de la hilatura destaca la escasez relativa de mano de obra. La falta de trabajadores hizo aumentar los salarios en un momento de abundancia de capitales. Este fenómeno incentivó la sustitución de los husos manuales por los mecánicos. La mecanización no se dio en igual medida en el tejido a causa del mayor coste de la maquinaria.

El proceso de mecanización supuso una notable disminución de los costes y de los precios de venta. Los precios más bajos estimularon una mayor demanda, que se vio aumentada por la protección arancelaria y la sustitución de las prendas de lana por las de algodón.

Consolidación y Límites de la Industria Textil

El desarrollo de la industria textil tuvo que hacer frente a dos limitaciones muy importantes:

  • La escasez de carbón de la minería catalana y las dificultades del transporte para abastecerse de hulla asturiana. Fue esta carestía del carbón la que estimuló la proliferación de colonias industriales.
  • La debilidad del mercado español, compuesto básicamente por un campesinado con poca capacidad adquisitiva. De este modo, las industrias textiles, conocidas como vapores, se convirtieron en un sector que exigió constantemente al gobierno la promulgación de medidas proteccionistas.

La fase de crecimiento del sector textil solo se vio interrumpida durante la Guerra de Secesión de Estados Unidos, a causa de las dificultades de abastecimiento de algodón para los empresarios españoles. Pero a partir de 1874 se inició una nueva fase expansiva que vino marcada por la mecanización del tejido. El crecimiento de la industria algodonera consiguió desplazar, por su mayor calidad y menor precio, a la tradicional industria textil no algodonera dispersa por el conjunto de España.

La Industria Siderúrgica

La siderurgia fue el sector que acompañó al textil en el desarrollo de la industria moderna. Este sector estuvo muy ligado al desarrollo de la minería del hierro y del carbón.

Las Primeras Siderurgias

Los primeros intentos de crear una siderurgia moderna se desarrollaron a partir de 1826 en Andalucía. La producción siderúrgica andaluza fue hegemónica en la península durante 30 años. Esta primera tentativa fracasó por el uso de carbones vegetales ante la dificultad para adquirir carbón de coque.

La existencia de yacimientos de hulla en Asturias convirtió a esta región en el centro siderúrgico de España entre 1864 y 1879. Sus minas de carbón favorecieron la localización de las siderurgias. Aunque el volumen absoluto de la producción era reducido, la siderurgia de Asturias mantuvo su primacía hasta las últimas décadas del siglo XIX.

La Hegemonía de Vizcaya

Vizcaya poseía extensas minas de hierro y una tradición de ferrerías que se remonta a la Edad Media. A partir de 1876, con la llegada del carbón de coque galés a Bilbao, se consolidó la industria siderúrgica en el País Vasco. La consolidación del eje comercial entre Bilbao y Cardiff desempeñó un papel de primer orden en la industrialización del País Vasco.

En las dos últimas décadas del siglo se constituyeron las grandes empresas siderúrgicas vascas: en 1880 la empresa Vizcaya construyó varios hornos y en 1882 se creó la Sociedad Anónima Altos Hornos y Fábrica de Hierro y Acero de Bilbao. En 1885, Altos Hornos instaló el primer convertidor Bessemer.

La Lenta Expansión Industrial

En el último tercio del siglo XIX, Cataluña y el País Vasco habían desarrollado una estructura industrial moderna sobre la producción textil y siderúrgica.

El predominio agrícola propició que la industria agroalimentaria tuviese un papel relevante. En Valencia, los beneficios originados por el desarrollo de una agricultura de exportación estimularon la creación de industrias. En Aragón, y en Zaragoza, el declive del textil abrió paso a la creación de una industria harinera.

Los nuevos sectores, como el metalúrgico y el químico, fueron ganando terreno con el avance del siglo. Hay que mencionar la industria del gas, que se extendió por Barcelona, etc. También creció la industria química, que producía ácido sulfúrico.

La Producción Minera

Entre 1874 y 1914 tuvo lugar la explotación masiva de los yacimientos mineros que contaba con abundantes reservas de hierro, mercurio, etc.

Hierro y Carbón

El aumento de la demanda de carbón vino propiciado por la máquina de vapor y el desarrollo de la siderurgia. Fue en Asturias donde la minería del carbón alcanzó mayor desarrollo.

La minería del hierro fue un sector que tuvo una importante expansión, que requería un mineral sin fósforo. El mineral vizcaíno contaba con la ventaja de la proximidad de las minas al mar. La escasa demanda interior hizo que la mayor parte de la producción fuera exportada. El auge de las exportaciones convirtió a España en el principal abastecedor de mineral de hierro de Europa.

La Desamortización del Subsuelo

La Ley de Minas de 1868 supuso el final de una rígida reglamentación, que inició la explotación masiva de los yacimientos españoles. La expansión de la producción minera se explica por tres factores: el aumento de la demanda internacional, los avances en las técnicas de explotación y el crónico endeudamiento de la Hacienda española.

Entre 1870 y 1913, la explotación de los yacimientos mineros españoles creció enormemente. Fueron importantes los de plomo, los de cobre, los de mercurio y los de cinc. La mayor parte de la cantidad extraída se exportó y, entre 1899 y 1908, las ventas al exterior de metales y minerales llegaron a ser casi un tercio del total.

Ferrocarril y Mercado

La Construcción del Ferrocarril

El tendido de la red ferroviaria en España se inició en 1855, con la aprobación de la Ley General de Ferrocarriles.

Las Etapas de la Construcción del Trazado

  • La primera gran expansión del trazado se realizó entre 1855 y 1866 y supuso una movilización de capitales muy superior a cualquier otra iniciativa económica del siglo XIX, en la cual intervinieron de forma muy destacada compañías extranjeras.
  • La crisis financiera de 1866 supuso un periodo de paralización de la construcción ante la evidencia de la escasa rentabilidad que tenían las inversiones ferroviarias.
  • Una nueva etapa constructiva se inició a partir de 1873, completándose el trazado de la red que había quedado paralizado.

Los Efectos del Ferrocarril sobre la Economía

La Ley de 1855 fue el referente normativo de la construcción de la red y algunos de sus aspectos condicionaron la historia económica de los 100 años siguientes.

En primer lugar, consolidó una estructura radial de la red, con centro en Madrid.

En segundo lugar, fijó un ancho entre carriles mayor que el de la mayoría de las líneas europeas.

En tercer lugar, la ley autorizó a las compañías constructoras a importar libres de aranceles aduaneros. Esta franquicia arancelaria ha sido considerada como otra oportunidad perdida para incentivar el crecimiento industrial de España.

Las Dificultades del Mercado Interior

Los pasos legislativos necesarios para suprimir los obstáculos al comercio interior se dieron en la primera mitad del siglo XIX. En consecuencia, se derogaron los gremios para aumentar el número de productores.

Otro elemento imprescindible fue la creación de un sistema de transportes que permitiese trasladar las mercancías de las zonas productoras a los centros de consumo.

A pesar de las limitaciones y despropósitos de su construcción, el ferrocarril resultó un instrumento indispensable para el desarrollo del mercado interior, ya que permitía un transporte barato y rápido que podía favorecer el intercambio de personas y mercancías.

Pero el principal problema para la articulación del mercado interior fue el escaso desarrollo industrial de muchas regiones españolas. En consecuencia, la escasa capacidad adquisitiva de una buena parte del campesinado español dificultó el crecimiento de la producción por falta de demanda.

El Aumento del Comercio Exterior

Durante el siglo XIX, las exportaciones crecieron a un ritmo similar al del conjunto de Europa. En su evolución pueden diferenciarse dos grandes etapas: la primera fue de crecimiento modesto y la segunda de mayor aumento.

La estructura por productos refleja muy bien la transformación de la economía en el siglo XIX. En sus inicios, las exportaciones más relevantes eran el aceite y el vino. A finales del siglo, el algodón en rama y el carbón habían pasado a ser las dos principales importaciones.

Las relaciones comerciales con el exterior se vieron alteradas como consecuencia de la pérdida de las colonias americanas. A partir de 1850, España fue vinculándose cada vez más a las economías más avanzadas de Europa.

Librecambio y Proteccionismo

La creciente vinculación al resto de Europa fue inseparable del gran debate económico del siglo XIX: librecambio versus proteccionismo. La política arancelaria de los sucesivos gobiernos españoles evolucionó desde una primera etapa de avance del librecambio hasta 1870, a otra dominada por el proteccionismo. Se ha defendido que esta política proteccionista obstaculizó la vinculación con el mercado internacional.

Sin embargo, España realizó hasta 1874 un apreciable esfuerzo de liberalización. Por ello, parece exagerado responsabilizar a la política arancelaria del atraso industrial español.

Hacienda, Banca y Dinero

En el año 1845, la Ley Mon-Santillán dio lugar a una reforma fiscal que acabó con los privilegios del Antiguo Régimen y aumentó la recaudación del Estado. Esto no fue suficiente para solucionar el endeudamiento de la Hacienda española, que tuvo que recurrir a la financiación exterior, dando concesiones a grupos extranjeros como los mineros y, sobre todo, emitiendo deuda pública. Esto aumentó el déficit del Estado, que en varias ocasiones tuvo que declararse en quiebra.

A mediados del siglo XIX se empezó a crear en España un auténtico sistema financiero moderno. Se creó la Bolsa de Madrid, se creó el Banco de España, al que se le otorgó el monopolio de la emisión de billetes y, por último, relacionado con la industrialización vasca, surgió un auténtico sector bancario, con bancos como el de Bilbao, Vizcaya o Santander, que se extendió por todo el país.

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