Impulsores del Cambio Climático: Población, Desarrollo y Presión Ambiental
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Fuerzas Motrices del Cambio Climático
El crecimiento demográfico y el desarrollo económico son considerados como fuerzas motrices (FM) omnipresentes del cambio climático (CC) e incluyen aspectos particulares que ejercen presión: energía, transporte, urbanización y globalización. La comprensión del crecimiento de estas FM y sus conexiones será de gran ayuda para atender su impacto colectivo y encontrar posibles soluciones, conservando con ello beneficios ambientales de los que dependen las sociedades humanas y las economías.
Población y Presión Ambiental
Muchas de las presiones sobre el medio ambiente son proporcionales al número de personas que dependen de los recursos naturales, si bien los avances tecnológicos pueden mitigar los impactos individuales. Cuando una población crece más allá de la capacidad de carga de su ecosistema, sus poblaciones se colapsan. Algunas veces el ecosistema se recupera, pero otras ocasiones queda alterado permanentemente. Esto ha ocurrido a las poblaciones humanas durante milenios. Conforme crecen más allá de la capacidad de carga del lugar, han tenido que enfrentarse a hambrunas, plagas o colapsos.
En el último siglo, el número de población ha crecido y este aumento ha supuesto una mayor explotación de la mayor parte de la superficie de la tierra, pero no es solo la escala o el tamaño de la población lo que afecta a la naturaleza de la presión sobre el medio ambiente. Además, la manera como están organizadas las poblaciones humanas marcan la diferencia en cuanto a la capacidad del medio ambiente para sostener su modo de vida.
Presiones del Desarrollo Económico
A medida que la población y el desarrollo económico han seguido creciendo, a pesar de depresiones y descensos, las innovaciones tecnológicas han mejorado la integración de las comunidades y las sociedades en la civilización global. Los avances tecnológicos en temas energéticos y de transporte generan continuamente nuevas oportunidades para el crecimiento en la producción y el consumo, generando presiones intensas.
Impacto Acelerado y Sin Precedentes
Las fuerzas motrices del cambio ambiental están creciendo, evolucionando y combinándose a un ritmo tan acelerado, a tan gran escala y con un alcance tan amplio que están ejerciendo una presión sin precedentes sobre el ambiente. La mayor parte de las formas de consumo y producción usan al ambiente como una fuente de materias primas y un sumidero de los desechos. Los impactos pueden estar altamente concentrados en algunas partes del mundo o bien se esparcen sistemáticamente por todo el planeta y pueden originar rápidamente situaciones nuevas y potencialmente peligrosas.
En muchos casos sus impactos pueden ser tan profundos, rápidos e impredecibles que corren el riesgo de rebasar los umbrales ambientales y la capacidad de la sociedad para vigilarlos o responder adecuadamente. La combinación y la escala de algunas fuerzas motrices pueden crear patrones dinámicos que, a su vez, generen interacciones sistémicas complejas. Un ejemplo es el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, cuya escala ha desafiado los esfuerzos globales para estimular las acciones necesarias para detener las emisiones.
Replanteamiento y Sostenibilidad
La crisis ambiental nos lleva a un proceso de replanteamiento y a cuestionarnos actitudes y pautas que guíen nuestros comportamientos hacia el entorno. Sabemos que el desarrollo tiene que ser sostenible, el problema está en solucionarlo para reconducir y revertir esta situación de crisis secular con el fin de retrasar el colapso final.
La geografía mantiene una interrelación entre el hombre y su medio, insertadas en un marco espacio-temporal. Por lo tanto, es significativa para el reto ecológico actual su posición como ciencia-puente entre las ciencias naturales y sociales. La geografía ofrecería un marco de reflexión global sobre el uso humano de la Tierra. Aportaciones: información ordenada y cultura territorial con conexión con la cultura ambiental. Además, se opondría en el aumento de la producción y el consumo como fin último del desarrollo social, pues, busca un equilibrio funcional y dinámico basado en la interdependencia de las personas entre sí y la de estas y el resto de la naturaleza.
Como punto final, insistir en una buena base de educación ambiental que imponga valores y actitudes hacia la sostenibilidad.