Imperio Persa Aqueménida: Auge y Caída de una Potencia de la Antigüedad

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El Imperio Persa Aqueménida: Organización, Sociedad y Legado

Orígenes y Expansión

Los persas eran un pueblo indoeuropeo que habitaba en la meseta de Irán. Sus límites geográficos eran: al oeste, los montes Zagros; al este, los montes Suleiman; al sur, el Golfo Pérsico; y al norte, el mar Caspio y el río Oxus. Los yacimientos de Tepe-Sialk y Tepe-Hissar son testimonios de la cultura protoirania, mientras que las inscripciones cuneiformes del imperio nuevo asirio, la Inscripción de Behistún y los Textos de la fortaleza de Persépolis nos proporcionan valiosa información sobre su historia.

Hacia el 1200 a.C., los indoeuropeos se asentaron en la meseta de Irán. Los medos ocuparon el noreste, mientras que los persas se establecieron en el sur, en las costas del Golfo Pérsico. Estaban divididos en diez tribus. El Imperio Medo fue anexionado por Ciro II, hijo de Cambises y de la hija de Astiages, rey de Media. Este hecho marcó la creación del Imperio Persa Aqueménida, uniendo a medos y persas.

Ciro II: El Fundador del Imperio

Ciro II sometió tres grandes imperios: Media, Babilonia y Lidia.

  • Política interior: Tras la conquista del Imperio Medo y la unificación de medos y persas, Ciro fue proclamado rey de Persia en el 646 a.C., tras la toma de Ecbatana.
  • Política exterior: Conquistó Lidia, cuya capital, Sardes, cayó en poder del Imperio Persa en el 546 a.C. Posteriormente, tomó Babilonia en el 537 a.C., donde reinaba Nabónido. Ciro se presentó como protector del dios Marduk, ganándose el apoyo de sus sacerdotes y siendo aclamado como libertador. Respetó los templos, prohibió el pillaje y devolvió la libertad de culto, permitiendo a los judíos regresar a Jerusalén y reconstruir su Templo.

El fin de Ciro II: Ciro murió en una batalla contra los pueblos del oeste. La longevidad del imperio se debió a la sabiduría de sus dirigentes, quienes, en lugar de destruir la organización de los pueblos conquistados, les concedieron una gran autonomía.

Cambises II y Darío I: Consolidación y Expansión

Cambises II (528-523 a.C.), hijo y sucesor de Ciro II, conquistó Egipto en el 525 a.C., convirtiéndolo en una provincia persa e iniciando la XXVII Dinastía (525-404 a.C.). Intentó conquistar Cartago sin éxito. Su ausencia de Persia propició la usurpación de un sacerdote medo, Gaumata. Cambises murió en un accidente mientras regresaba a Susa.

Darío I (521-485 a.C.), jefe de una de las siete grandes familias del consejo, ascendió al trono legítimamente. Restauró el imperio, pacificó y reprimió revueltas. Realizó una expedición a la India y estableció relaciones comerciales. Su imperio se extendió desde el Egeo hasta el Mar Negro y desde el Cáucaso hasta el Mediterráneo oriental, abarcando desde Egipto hasta Cirenaica.

Jerjes I y las Guerras Médicas

Jerjes I (485-465 a.C.) protagonizó el enfrentamiento de las Guerras Médicas. Persia se vio obligada a abandonar sus posesiones en Europa. La victoria griega se atribuye a la heterogeneidad del ejército persa. Jerjes fue asesinado en su palacio. Tras su muerte, los persas adoptaron una política feudal que debilitó el imperio. La ruta comercial mesopotámica perdió importancia, Fenicia entró en decadencia y Cartago buscó nuevas rutas comerciales hacia occidente.

Administración y Organización del Imperio

El Imperio Persa Aqueménida (559-330 a.C.), fundado por Ciro II el Grande, fue una de las estructuras políticas más extensas y complejas de la antigüedad. Darío I organizó el imperio en satrapías o provincias (20 en total según la inscripción de Behistún), cada una gobernada por un sátrapa con amplios poderes. El imperio estaba dividido en dos grandes bloques: Persia Occidental, con sus ciudades, y la costa mediterránea, centrada en el comercio.

El rey persa recibía el poder directamente de la divinidad, Ahura-Mazda, de quien era representante. Era inaccesible y estaba rodeado de un gran protocolo. Como monarca absoluto, dirigía personalmente las tareas de gobierno, aunque se rodeaba de consejeros. Al frente de sus funcionarios se encontraba el Hazapatish, Gran Visir y Jefe de la Guardia del Rey. Otros altos funcionarios, como los "inspectores del Rey" y el Paryakhas u "Ojo del Rey", controlaban a los sátrapas y a otros miembros de la administración. Se construyó una red de caminos y servicios de albergue para facilitar la comunicación y el correo en todo el imperio.

Economía, Religión, Lengua y Cultura

Las bases de la economía persa eran la agricultura y el comercio. La agricultura se basaba en grandes latifundios estatales o de las principales familias. El comercio se expandió gracias a importantes rutas comerciales, tanto terrestres como marítimas. Una fuente importante de ingresos para el Estado eran los tributos exigidos a las satrapías.

En cuanto a la religión, el símbolo de la divinidad suprema era el disco solar alado, una posible evolución de la doctrina de Ahura-Mazda y las enseñanzas de Zoroastro. Los reyes persas mostraron tolerancia religiosa, adorando al sol y personificando las fuerzas naturales. Los sacrificios de animales eran importantes, y el sacerdocio (magos) formaba una casta cerrada.

La lengua oficial para la administración real era el persa antiguo, escrito con signos cuneiformes. Sin embargo, en el imperio se empleaban varias lenguas, como el susiana, el arameo (para la administración y el comercio) y el elamita.

La legislación emanaba de la divinidad a través del monarca y tenía cierto carácter sagrado. Ciro y Cambises respetaron las legislaciones locales. Existían tribunales para asuntos particulares y tribunales reales para asuntos de estado.

La cultura persa se caracteriza por la asimilación de elementos egipcios, asirios, babilonios y griegos sobre una base irania. Destacan las realizaciones arquitectónicas y escultóricas, como los palacios de Susa, Pasagarda y Persépolis. La joyería, las piedras preciosas y los cilindros sellos también cobraron importancia. En literatura, la obra fundamental es el Avesta, una colección de libros sagrados. El calendario zoroástrico se introdujo en el siglo V a.C.

Decadencia y Caída del Imperio

Con Jerjes I, sucesor de Darío, tuvieron lugar las Guerras Médicas, tras las que Atenas se convirtió en la primera potencia del Mediterráneo. El reinado de los sucesores de Jerjes estuvo marcado por la inestabilidad. La subida de impuestos de Artajerjes II (405-359 a.C.) provocó revueltas en las satrapías, que se convirtieron en hereditarias. Se produjo la emancipación de Chipre, Fenicia y Siria.

El último rey del Imperio Persa Aqueménida fue Darío III Codomano (336-330 a.C.). Se enfrentó a Alejandro Magno, quien invadió Persia y derrotó a su ejército en las batallas del río Gránico (334 a.C.), Issos (333 a.C.) y Gaugamela (331 a.C.). Darío III fue asesinado por los nobles en el 330 a.C., y Alejandro se erigió en sucesor de los aqueménidas, conquistando efectivamente el Imperio Persa.

Con la conquista de Alejandro, la cultura griega se extendió hacia Oriente. Los territorios persas se incorporaron a Occidente, aunque los distintos pueblos (partos, macedonios, babilonios, sirios y judíos) conservaron su cultura y religión bajo una capa de barniz griego.

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