El Impacto Psicológico de la Enfermedad en las Diferentes Etapas de la Vida

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La Enfermedad en la Infancia y la Adolescencia

3.1 Reacciones de la familia ante la enfermedad u hospitalización

La enfermedad y la hospitalización de un niño alteran el funcionamiento familiar.

FAMILIA
  • La enfermedad del niño suele alterar la dinámica familiar. Los cuidados especiales o más minuciosos que puedan requerir suponen cambios en la organización, sobre todo si necesita la presencia continua de alguien que lo cuide y los padres trabajan.
  • Las relaciones con los hermanos también se ven afectadas. Si son mayores, participarán en sus cuidados, con los cambios de horarios que esto ocasione. Si son de corta edad, van a quedar desplazados, porque el hermano enfermo será ahora el centro de atención.
  • La hospitalización agrava aún más el problema, porque la falta de tiempo debido a los viajes y estancias en el hospital dificulta mucho las tareas en casa.
  • Las reacciones de los padres, que vemos a continuación repercutirán en la capacidad del niño para afrontar el problema:
  • Al principio, se adoptan actitudes que actúan como amortiguadoras o como mecanismos de defensa, ante la noticia. Pero una vez que se asume y se acepta la enfermedad del pequeño, esta actitud se transforma en colaboración.
  • La separación de los padres no es entendida por los niños de corta edad. Por ello, cuando el niño se queda solo en el hospital sufre por la falta de apoyo afectivo de sus padres y por estar rodeado de un ambiente que no conoce. Si el niño está ingresado en el hospital, es preferible que su madre o su padre estén con él el mayor tiempo posible y que participe en su cuidado.

Se ha visto que los bebés prematuros evolucionan mucho mejor cuando se permite que sus padres puedan alimentarles y tenerlos en brazos unas horas al día. (TEC)

3.2 Apoyo psicológico de los profesionales sanitarios

  • Facilitar las visitas y permanencias de la madre o el padre del pequeño, para disminuir el temor de los niños (sobre todo en UCI y en la post anestesia) y también de los hermanos y otros familiares.
  • Si son bebés si necesitan de contacto humano (abrazos, caricias, etc).
  • Si son mayores, necesitarán un espacio-tiempo para hablar de sus preocupaciones, para hacer preguntas, tener juguetes propios, etc.
  • “A estar ingresado en los centros con otro niños, a que estos centros sean adecuados (mobiliario, decoración,...) a proseguir su formación escolar cuando su estancia deba ser prolongada, a disponer de juguetes apropiados...” (Carta europea de niños hospitalizados)
  • Hay que favorecer su participación en la enfermedad y mantener su intimidad lo máximo posible.
  • Es necesario tratar directamente con el paciente, no con los padres.
  • Si la estancia hospitalaria es larga, facilitar el contacto exterior y evitar el retraso escolar.
  • Hay que escuchar su opinión para organizar los cuidados a modo de cooperación.
  • Se debe elogiar cualquier logro o iniciativa que presente, para potenciar su autoestima y aumentar la sensación de control de la situación.
  • Es necesario prepararles con antelación y con sinceridad, intentando evitar cualquier sentimiento de culpabilidad y favoreciendo la confianza.
  • Para evitar la soledad, debe haber una persona que pase gran parte del día cerca de ellos.
  • Es preciso explicarle, siempre a su nivel de comprensión, todos los procedimientos que se le vayan a realizar y la finalidad de cada instrumento empleados.

3.3 Miedos frecuentes en el niño y el adolescente enfermos

Para mitigar el miedo se debe informar con antelación, intentando que el niño o el adolescente controle, al menos en parte, la situación y coopere. También se pueden utilizar técnicas de distracción, que permitan el juego o de relajación para que esté más tranquilo.

3.4 Problemas en la infancia y adolescencia

Algunas de las enfermedades más frecuentes en los niños y adolescentes, que pueden necesitar un ingreso hospitalario y que suponen un importante impacto psicológico, son:

  • Gastroenteritis por rotavirus
  • Meningitis
  • Bronquiolitis
  • Otitis media aguda
  • Sarampión
  • Parotiditis
  • Rubéola

La Enfermedad en la Edad Adulta y la Vejez

1. La Edad Adulta

1.1 La adultez, una etapa muy larga

Esta etapa es la más larga del ciclo vital. Se caracteriza por el establecimiento de vínculos de pareja estable, familia, actividad laboral, etc.

Una de las tareas más difíciles e importantes es la de ser padres, pues es fundamental educar a nuestros hijos para ayudarles a convertirse en seres maduros, satisfechos y adaptados al mundo.

Cambios físicos: pérdida de la agudeza visual y auditiva, hipertensión, artrosis, etc. En la mujer, el embarazo y la menopausia.

Cambios en la esfera social: cambios de trabajo y de residencia, desempleo, etc.

Cambios familiares: divorcios, viudedad, abandono del hogar por los hijos, etc.

Cambios psíquicos: pérdida de capacidades, “Síndrome del nido vacío”, pérdida de sentido de la vida, etc.

1.2 La enfermedad y hospitalización de la persona adulta
1.2.1 El paciente adulto frente a la enfermedad

En esta etapa existe una preocupación creciente por la salud, lo que hace que la persona sea más susceptible ante la enfermedad (más sufrimiento, malestar psíquico o físico, ansiedad, miedo ante el dolor, etc).

La persona adulta sabe que la enfermedad se puede curar, pero también cronificar, provocar secuelas e incluso la muerte.

Los sentimientos de la persona enferma serán muy distintos en función de si la enfermedad es aguda o crónica, leve o grave, o si conlleva discapacidad.

El paciente adulto tiene derecho a saber qué tipo de asistencia sanitaria recibirá, a ser informado sobre aspectos clínicos como el diagnóstico, el pronóstico y las medidas terapéuticas indicadas, así como de los posibles riesgos y efectos secundarios de los tratamientos. Tiene derecho a preguntar y a manifestar sus dudas aunque parezca ilógicas y a que se le trate correctamente.

El paciente necesita que se le contemple como persona integral, que se acojan sus miedos, sus quejas, comentarios y opiniones, para que confíe en el personal sanitario y colabore en su tratamiento. El propio paciente puede generar situaciones que pueden dificultar el trabajo del profesional y su propia curación:

  • Negarse a comer o a un determinado tratamiento
  • Alterar la dosis
  • Omitir información necesaria para su cuidado
  • Reaccionar de forma agresiva, debido a la frustración que siente ante sus limitaciones y también por la desinformación que recibe
  • Reacción de una petición de ayuda insatisfecha. Ante las reacciones agresivas de los pacientes no nos debemos sentir atacados o cuestionados, ni personal ni profesionalmente.

No podemos responder con la misma actitud, porque no contribuiríamos en nada al objetivo terapéutico, lo que podemos hacer es dar información para disminuir la desconfianza, mostrar nuestra disponibilidad y negociar sin brusquedades ni ironías.

A veces es suficiente con escuchar la petición que nos hace.

Una situación especial ante la hospitalización es la intervención quirúrgica y el ingreso en cuidados intensivos (UCI).

En ambos casos se produce mayor ansiedad por la incertidumbre sobre la continuidad de la vida.

1.2.2 La Hospitalización
  • Separación del medio familiar
  • Cambios de hábitos
  • Pérdida de la intimidad
  • Interrupción de sus actividades y proyectos
  • Desestabilización en el medio familiar en función del rol que juegue en ella el paciente. Si de la persona afectada depende del resto de sus miembros, especialmente a nivel económico, la enfermedad puede ser desestabilizadora tanto para el entorno como para la propia persona.
1.2.3 La incidencia de la enfermedad en la familia

Si quien la padece es el miembro que más se dedica al cuidado del entorno familiar y afectivo del grupo, es esta área la que se puede ver más seriamente comprometida.

2. La Vejez

2.1 Una etapa de pérdidas y posibilidades

Se considera vejez al periodo que va desde los 65 años en adelante que, en muchos casos, coincide con la edad de la jubilación*. La vejez se contempla a menudo como una etapa de pérdidas:

  • La pérdida del trabajo y el rol social que éste proporcionaba, así como la disminución de los ingresos económicos.
  • La pérdida progresiva de la salud. Alteraciones de capacidades (auditivas, del gusto, etc), de masa muscular, trastornos del sueño, etc.
  • La pérdida de la autonomía personal y de la independencia. Ya no puede valerse por sí misma y pasa a depender de sus familiares o a ser internada en una residencia.

Sin embargo, una de las situaciones más duras de la vejez es sufrir la pérdida de familiares y de amigos, especialmente del cónyuge.

Todas estas situaciones acostumbran a vivirse con angustia y pueden conllevar implicaciones psicológicas. Afecto y apoyo de las personas que lo cuidan y de la familia

Para frenar las pérdidas fisiológicas y retardar el envejecimiento, es conveniente que las personas ancianas se mantengan activas, relacionándose con las demás, cuidando su salud (alimentación, higiene, etc) y es fundamental que no pierdan la ilusión y que tengan un proyecto de vida (planes con la familia, nietos, amigos, etc)

2.2 La vejez y la enfermedad

Los problemas de salud en el anciano son diferentes de los del adulto en la forma de presentación, en las consecuencias que acarrean y en los factores que le rodean, que influyen claramente en el proceso.

Los problemas de salud en el anciano no se presentan de forma característica; esta diferenciación suele deberse a lo siguiente:

  • No reconocer los síntomas por temor a la enfermedad o a los ingresos hospitalarios.
  • Responsabilizar a los cambios fisiológicos normales del envejecimiento de los síntomas padecidos y no manifestados (morbilidad oculta).
  • Ignorar la importancia de algunos síntomas.
  • Deterioro cognitivo que modifica el procesamiento de la información.
  • Deterioro de los órganos de los sentidos y disminución de la percepción del dolor, que puede dificultar la obtención de la historia clínica.
  • Presentación atípica de las enfermedades por los cambios propios del envejecimiento.
  • Presencia conjunta de varias enfermedades (PLURIPATOLOGÍA y POLIFARMACIA), que pueden modificar la sintomatología.
  • Consumo de gran número de fármacos para otros problemas diagnosticados con anterioridad, que puede alterar la presentación de los síntomas.
2.2.1 Las personas mayores, más vulnerables a la enfermedad

Las personas mayores son más vulnerables a la enfermedad, tienen más tendencia a las complicaciones y más dificultad para resolverlas. Desde nuestra actuación deberemos potenciar al fomento y adopción de medidas de prevención como:

  • Aconsejarles que se vacunen de la gripe.
  • Prestar atención a las barreras arquitectónicas para evitar caídas.
  • Vigilar la medicación en el domicilio, porque tienden a almacenarla y pueden confundirse.
  • Vigilar que no se produzca desnutrición o deshidratación.
  • Detectar cambios en la falta de higiene, en el estado de ánimo, signos de deterioro cognitivo...
2.2.2 La hospitalización de las personas ancianas
  • Estrés, ya que tienen mayor dificultad para adaptarse a situaciones nuevas.
  • Pueden desorientarse en el espacio y el tiempo, ponerse agresivos y agitarse.
  • Hablarles de forma clara y sencilla.
  • Repetir la explicación, si es necesario
  • Usar un tono adecuado.
  • Informar de los cambios.
  • Presentarse como profesional sanitario e indicarles nuestras funciones para facilitar la adaptación
  • Si pueden elegir, respetaremos sus preferencias, facilitar la vista de familiares o amigos, ya que necesitan afecto y compañía para mitigar la soledad.
  • Si se trata de un centro de larga duración, deberemos permitirle tener sus propias pertenencias (libros, recuerdos, fotos, etc).
  • La hospitalización, además de los problemas psíquicos conlleva problemas físicos, debido a la inmovilidad y a mayores complicaciones yatrogénicas (infecciones hospitalarias). Hay que evitar la hospitalización si no es estrictamente necesaria.
  • La persona mayor, aunque esté enferma, ansía sentirse todavía útil. Potencia sus capacidades en este sentido.
2.3 Problemas psicológicos asociados

Estas enfermedades son las que con más frecuencia pueden ocasionar problemas psicológicos en el anciano:

  • INCONTINENCIA URINARIA
  • PROBLEMAS OSTEOARTICULARES
  • Caídas en el anciano
  • Osteoporosis
  • Artrosis
  • DEMENCIAS
  • Alzheimer
  • Tratamiento
2.4 La relación de ayuda

El profesional sanitario deberá ayudar al paciente a canalizar adecuadamente sus temores, ansiedad y agresividad, facilitándole que colabore positivamente en su tratamiento: RELACIÓN DE AYUDA.

La relación de ayuda se entiende como un proceso interactivo con el paciente destinado a acompañarle y a ayudarle a encontrar la mejor respuesta a sus necesidades de salud, respetando sus valores y fomentando sus propias potencialidades.

Podemos secuenciar la relación de ayuda en tres fases:

  • Fase inicial o de orientación: Comienza cuando dos personas que NO se conocen establecen una relación. En esta fase, se sientan las bases de la relación de ayuda y se identifican los problemas. En el entorno hospitalario se incluye en esta fase, la acogida del paciente en planta (seguridad y confianza, rutinas, horarios, etc).
  • Fase intermedia o de trabajo: se realiza el plan de cuidado para lograr la satisfacción de las necesidades del paciente. En muchas ocasiones invadiremos la distancia de proximidad más cercana, por lo que deberemos hacerlo respetando al máximo su autonomía.
  • Fase final: Coincide con la finalidad de la relación por alta médica. Se resolverán las dudas del paciente, asegurándonos de que conoce los cuidados y proporcionándole información sobre los RRSS. En el entorno sanitario la persona que presta ayuda y aquella que la demanda se encuentran a niveles distintos y asumen roles diferenciados.

El papel del paciente acostumbra a ser pasivo-dependiente y se encuentra en esta situación de forma voluntaria y generalmente de manera eventual (hasta la curación de la enfermedad o el alta médica). El papel del profesional sanitario conlleva una posición de poder que le confiere su mayor conocimiento y responsabilidad. Debe ser un código ético y debe procurar no hacer diferencias de trato y afectivas entre sus pacientes. En tu trabajo, como profesional sanitario, deberás establecer con el paciente una relación de ayuda basada en el respeto, considerándole un ser humano capaz de participar en su propio proceso de curación y permitirle expresar sus dudas y opiniones.

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