El impacto económico de la Primera Guerra Mundial
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El legado de la Primera Guerra Mundial: Los efectos económicos del conflicto
La guerra tuvo grandes efectos sobre la economía mundial, debilitó a los contendientes europeos, afectando negativamente a su población, a sus infraestructuras y a su producción agrícola e industrial.
Las reparaciones de guerra
Las condiciones impuestas a Alemania por el Tratado de Versalles condicionaron la recuperación de su economía. El mayor problema derivó de la exigencia de cuantiosas indemnizaciones que debían pagarse a los vencedores, tanto en divisas como en productos.
Las deudas interaliadas
La financiación de los gastos de guerra obligó a los aliados a contraer empréstitos con EEUU, que se convirtió en su principal acreedor. Francia y Gran Bretaña a partir de 1922, condicionaron el pago de su deuda al cobro de las reparaciones que debía pagar Alemania.
La hegemonía de Estados Unidos
Las dificultades de recuperación de Europa hicieron que EEUU fuera la primera potencia económica mundial. La mayor competitividad de su economía lo convirtió en el primer productor y exportador mundial, su disponibilidad de capital le permitió ser el primer inversor exterior.
Los felices años veinte en Estados Unidos: La prosperidad estadounidense
El aumento de la demanda interna fomentó una etapa de prosperidad, conocida como los felices años veinte. Este crecimiento económico se basó en la mejora de la productividad y la disminución de los costes de producción, y en el uso de nuevos productos.
Desequilibrios y desigualdades
Las ganancias no se distribuyeron por igual entre la población. Beneficios empresariales y dividendos de las acciones crecieron a un ritmo mucho más elevado que los salarios. Las industrias tradicionales entraron en crisis ante la disminución de la demanda y los trabajadores tuvieron que desplazarse a las áreas urbanas y cambiar de empleo, casi siempre con un salario inferior.
La fiebre bursátil
La sobreproducción empezó a ser un problema para la economía estadounidense. Las ventas de las empresas no podían seguir aumentando porque la demanda crecía más lentamente que los beneficios. Como consecuencia a partir de 1926 las ganancias empezaron a dirigirse hacia la compra de acciones en la Bolsa.
El crac bursátil de 1929
Ante el convencimiento de que las cotizaciones no podían subir indefinidamente, algunos inversores empezaron a poner sus acciones a la venta. Frente a la masiva oferta de títulos, las cotizaciones comenzaron a bajar. El resultado inevitable de ello fue un efecto en cadena que hizo incrementar todavía más el número de acciones a la venta.