Ilustración, Kant y Empirismo Británico: Claves Filosóficas
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La Ilustración: Un Amanecer de la Razón
La Ilustración fue un periodo clave en la historia cultural de la humanidad, que influyó profundamente en las sociedades occidentales. Kant la definió como la salida del ser humano de su "autoculpable minoría de edad" y la sintetizó con el lema sapere aude ("atrévete a pensar"). Fue una época en la que la razón humana se liberó de las ataduras religiosas, promoviendo el pensamiento autónomo y el gobierno de uno mismo. Los ilustrados defendieron la libertad de pensamiento como única vía para alcanzar la verdad, rechazando el dogmatismo. Aunque la Ilustración se manifestó de distintas maneras en Europa, su esencia fue la búsqueda de la libertad individual y el conocimiento. Entre sus principales características se encuentran:
- Sensualismo y racionalismo: Se combinó la importancia del conocimiento sensorial con la capacidad de la razón para extraer principios universales.
- Optimismo: Se creía que el avance del conocimiento llevaría al bienestar humano, pues la ignorancia era vista como la causa del sufrimiento.
- Libertad: Se consideraba esencial para el desarrollo de la razón y la condición inherente de todo ser humano.
- Igualdad: Se rechazaron teorías que defendían diferencias esenciales entre las personas, promoviendo la igualdad de todos.
- Ciencia experimental: Se dio prioridad a la observación y recopilación de datos sobre la especulación teórica, estableciendo a la ciencia como modelo de conocimiento.
- Religión natural: Se criticaron las religiones tradicionales y se promovió una religión basada en principios racionales, lo que llevó a la separación entre Iglesia y Estado.
- Reorganización social: Se impulsaron cambios políticos radicales, como la caída del absolutismo y el nacimiento de las democracias modernas.
- Educación: Se vio como el medio para erradicar la ignorancia, dando origen a los sistemas de educación pública.
- Individualismo: Se priorizó al individuo por encima de los colectivos, estableciendo una relación directa entre la persona y el Estado.
En definitiva, la Ilustración marcó el inicio de una era basada en la razón, la libertad, la igualdad y el progreso, sentando las bases del pensamiento y las sociedades modernas.
Ilustración Alemana
La Ilustración alemana inició imitando a Francia, en un contexto de fragmentación y pobreza. La ausencia de una autoridad religiosa central permitió la libertad intelectual y el rápido avance del pensamiento. Las universidades se modernizaron y se convirtieron en centros intelectuales. Federico II de Prusia promovió el despotismo ilustrado y fortaleció el Estado. Desde entonces, Alemania se convirtió en el centro del pensamiento filosófico y científico europeo, con figuras clave como Leibniz, Kant, Hegel, Marx y Nietzsche.
Kant: Síntesis del Racionalismo y el Empirismo
Kant se enfrenta al racionalismo y al empirismo, tomando elementos de ambos para superarlos con su idealismo trascendental.
- Del racionalismo, acepta que el entendimiento es activo y puede generar conceptos sin depender exclusivamente de la experiencia (elementos a priori). Además, mantiene la idea de que el conocimiento puede ser universal y necesario, aunque solo dentro del ámbito fenoménico.
- Del empirismo, influido por Hume, asume que el conocimiento solo es válido cuando se aplica a la experiencia sensible, la cual marca el límite del conocimiento humano. Lo que está más allá de la experiencia (noúmeno) es incognoscible.
- Síntesis superadora: Kant combina ambas posturas en su idealismo trascendental o criticismo, afirmando que el conocimiento requiere tanto de la experiencia como de los elementos a priori del sujeto. Así, busca establecer un conocimiento firme y universal, dentro de los límites de la razón humana.
El Problema de la Metafísica como Ciencia
En la Crítica de la razón pura, Kant analiza si la Metafísica puede ser una ciencia, es decir, si es posible un conocimiento riguroso sobre Dios, la inmortalidad del alma o la libertad. Observa que la ciencia avanza y genera consenso, mientras que la Metafísica sigue debatiendo los mismos problemas sin llegar a acuerdos. Para responder a esta cuestión, Kant primero investiga qué hace posible la ciencia, analizando los tipos de juicios y las condiciones que garantizan su validez. Así, reformula el problema de la Metafísica como el estudio de los juicios científicos y sus fundamentos.
Tipos de Juicios
Kant clasifica los juicios según dos criterios:
Relación entre sujeto y predicado:
- Juicios analíticos: El predicado está contenido en el sujeto, por lo que no amplían el conocimiento (ejemplo: "Todos los triángulos tienen tres ángulos").
- Juicios sintéticos: El predicado no está incluido en el sujeto, por lo que aportan información nueva (ejemplo: "Los japoneses consumen principalmente pescado").
Modo en que se conoce su verdad:
- Juicios a priori: Su verdad no depende de la experiencia y es universal y necesaria (ejemplo: "La raíz cuadrada de nueve es tres").
- Juicios a posteriori: Su verdad se basa en la experiencia y no es necesariamente universal (ejemplo: "Grazalema es el pueblo más lluvioso de España").
Kant coincide con Hume en que la experiencia no garantiza una conexión necesaria entre los hechos, solo muestra cómo han ocurrido hasta ahora.
Los Juicios Sintéticos a Priori
Hasta aquí, los ejemplos propuestos de juicios analíticos coinciden con juicios a priori; y lo mismo pasa con los ejemplos de juicios sintéticos, los cuales coinciden con los juicios a posteriori. Tendríamos, así, por un lado, los juicios analíticos a priori -universales y necesarios, pero que no amplían nuestro conocimiento- y los juicios sintéticos a posteriori -que sí amplían nuestro conocimiento, pero en los que no podemos fundamentar ninguna seguridad.
Esto es lo que había dicho Hume, cuando distinguía entre conocimiento de relaciones de ideas -juicios analíticos a priori- y conocimiento de hechos -juicios sintéticos a posteriori. La conclusión inevitable del planteamiento humeano es el escepticismo: sólo podemos estar seguros de aquellas verdades -las verdades de la lógica y las matemáticas- que no aumentan nuestro conocimiento; por tanto, la ciencia sería imposible.
Sin embargo, Kant afirma que existe un tercer tipo de juicio, el cual, al mismo tiempo que está fundamentado en la experiencia y, por tanto, amplía nuestro conocimiento del mundo, es universalmente válido y no admite excepción alguna. Son los juicios sintéticos a priori.
Según Kant, los juicios sintéticos a priori son los juicios propios de la ciencia. Todas las disciplinas científicas se han constituido como tales precisamente porque disponen de este tipo de juicios. Para Kant, la cuestión clave es si en la Metafísica son posibles juicios de este tipo, y si, en consecuencia, esta rama de la filosofía podrá convertirse alguna vez en una ciencia.
La Crítica de la Razón Pura
En la Crítica de la razón pura, Kant se plantea dos grandes objetivos: determinar los límites del conocimiento humano e investigar si la metafísica puede convertirse en ciencia. El segundo objetivo surge como consecuencia del primero: al definir los límites del conocimiento humano, se podrá valorar la posibilidad de un conocimiento metafísico. Kant divide su obra en tres partes: "Estética trascendental", "Analítica trascendental" y "Dialéctica trascendental", en las que analiza las tres facultades de conocimiento: sensibilidad, entendimiento y razón. Al hablar de "trascendental", Kant se refiere a los elementos a priori, aplicables a los objetos de la experiencia, que hacen posible el conocimiento. Esta concepción supone una ruptura con las ideas previas, algo que Kant describe como una "revolución copernicana" en la filosofía.
La Estética Trascendental
En esta sección, Kant identifica los elementos a priori de la sensibilidad, que es la facultad que nos permite percibir sensaciones. Los dos elementos a priori son el espacio y el tiempo, ya que todas nuestras sensaciones ocurren dentro de un marco espaciotemporal. El espacio y el tiempo no son sensaciones concretas, sino las formas en que percibimos las sensaciones. Estos no provienen de la experiencia, sino que son estructuras impuestas por el sujeto, y no existen independientemente de él.
La Analítica Trascendental
Aquí Kant analiza el papel del entendimiento en la comprensión de los objetos dados por la sensibilidad. El entendimiento unifica y organiza las sensaciones mediante conceptos o categorías, como "causa", "sustancia" o "necesidad". Sin estos conceptos, las sensaciones serían inconexas e incomprensibles. Existen dos tipos de conceptos: empíricos, que provienen de la experiencia, y puros (o categorías), que son a priori y organizan las sensaciones para que puedan ser comprendidas. El entendimiento, según Kant, construye sus propios objetos a través de estos conceptos, y no es el sujeto quien se adecúa a las cosas, sino que las cosas se ajustan a los conceptos del sujeto. Las categorías son condiciones trascendentales necesarias para el conocimiento de los fenómenos. Sin ellas, no podríamos comprender nada. El conocimiento humano tiene como límite el fenómeno, ya que sólo podemos conocer lo que se ajusta a las categorías, es decir, lo que es captado en el espacio y el tiempo. Cualquier intento de aplicar las categorías fuera de la experiencia, como en el caso de Dios o la inmortalidad del alma, es ilegítimo. Kant introduce el concepto de noúmeno, que es la realidad incognoscible que está más allá de la experiencia humana, y se opone a la idea del racionalismo de que la razón humana puede conocer la realidad en su totalidad. La única forma de acceder al noúmeno es a través de la razón práctica.
La Dialéctica Trascendental
En esta sección, Kant estudia la razón y cómo, aunque a menudo genera argumentos lógicos, puede caer en falacias. La razón, a diferencia del entendimiento, permite hacer deducciones y generalizaciones a partir de premisas, buscando leyes y principios más generales que expliquen una mayor cantidad de fenómenos. Mientras esta tendencia se mantenga dentro de los límites de la experiencia, es útil y amplía nuestro conocimiento. El problema surge cuando la razón busca lo incondicionado y trasciende los límites de la experiencia. Así, se intenta explicar fenómenos físicos, psíquicos y la totalidad del universo mediante teorías metafísicas acerca de Dios, el alma y el mundo. Estas ideas son lo que Kant llama "ideas de la razón", que no tienen una referencia objetiva directa, pero sirven de guía para seguir buscando explicaciones más profundas. Sin embargo, Kant sostiene que el conocimiento humano no puede ir más allá de la experiencia. Cuando la razón intenta hacerlo, comete errores. Por lo tanto, la metafísica no puede convertirse en una ciencia, ya que pretende descubrir la realidad utilizando solo conceptos, sin recurrir a la experiencia empírica.
Las Éticas Materiales vs. la Ética Formal Kantiana
Kant contrasta su teoría moral con las éticas anteriores, a las que considera materiales. Según él, las éticas materiales no pueden fundamentar la universalidad de la moral, ya que son empíricas y condicionadas por la experiencia. Propone, por tanto, una ética formal, vacía de contenido, que se basa en principios universales, y que supera las limitaciones de las éticas materiales. Una ética material tiene contenido y establece un bien supremo válido para todos los seres humanos, además de las normas para alcanzarlo. Por ejemplo, la ética aristotélica propone la felicidad como bien supremo, y la ética epicúrea identifica el bien con el placer. Sin embargo, Kant critica tres aspectos de estas éticas:
- Empirismo: Las éticas materiales dependen de la experiencia (a posteriori), lo que impide establecer principios universales válidos para todos los humanos. La ética epicúrea, por ejemplo, establece normas basadas en los efectos negativos del abuso de los placeres, lo cual no genera principios universales.
- Condicionalidad: Los preceptos de las éticas materiales son hipotéticos, es decir, válidos solo bajo ciertas condiciones. Por ejemplo, en la ética cristiana, las normas solo son válidas si se cree en la vida eterna. Kant señala que esta condicionalidad invalida la universalidad de estas éticas.
- Heteronomía: Las éticas materiales son heterónomas, ya que las leyes no provienen de la razón autónoma del individuo, sino de factores externos, como la naturaleza humana o la voluntad de Dios. En la ética cristiana, por ejemplo, la ley viene de Dios, y en la ética aristotélica y epicúrea, la ley viene de la inclinación natural del ser humano. Para Kant, esto significa que la voluntad no es autónoma, sino determinada por factores externos.
Por estas razones, Kant considera que las éticas materiales no pueden fundar una moral universalmente válida, y aboga por una ética formal, que sea independiente de los contenidos empíricos y las condiciones externas.
Ética Formal Kantiana
Frente a las éticas materiales, que considera deficientes por las tres razones que acabamos de exponer, Kant propone una ética formal, vacía de contenido. Esto significa que:
- No establece un bien supremo que deba ser perseguido.
- No establece reglas concretas para alcanzar tal bien supremo.
La ética formal de Kant se ocupa únicamente de cómo debemos actuar, de la estructura que han de tener nuestras acciones morales, con independencia del contenido que éstas posean; es decir, independientemente de en qué consistan concretamente nuestras acciones. Según Kant, únicamente de esta forma puede fundarse una ética a priori, cuyos preceptos valgan categóricamente -que no estén condicionados- y que garantice la autonomía del individuo.
La Buena Voluntad
Kant sostiene que la "buena voluntad" es el único bien que puede considerarse bueno sin restricciones. Esta voluntad es buena en sí misma, no por lo que logre o por su adecuación a un fin, sino por el simple hecho de quererlo. El ser humano actúa moralmente cuando lo hace por deber, es decir, cuando la motivación de la acción es el respeto a la ley misma, sin intereses o inclinaciones externas. Kant clasifica las acciones en tres tipos:
- Acciones contrarias al deber: Acciones como asesinar o robar.
- Acciones conformes al deber: Acciones con efectos positivos, pero motivadas por intereses distintos al respeto por el deber.
- Acciones por deber: Acciones motivadas exclusivamente por el respeto al deber.
Para Kant, solo las acciones motivadas por el deber son verdaderamente morales. Un ejemplo es el del comerciante que no cobra precios abusivos. Si lo hace para ganar más dinero, su acción no tiene valor moral. Si lo hace porque es lo justo, entonces su acción es moral.
El Imperativo Categórico
Kant formula el imperativo categórico como la exigencia de actuar moralmente. Propone varias formulaciones, destacando dos:
- Primera formulación: "Obra solo según una máxima tal que puedas querer que se torne en ley universal". La máxima es el principio subjetivo que guía la acción. Kant nos invita a preguntarnos si desearíamos que nuestra acción se universalizara, es decir, si todos los seres humanos deberían actuar según la misma regla. Esto define la moralidad de la acción. Esta formulación es formal, autónoma, categórica y a priori, pues no dicta qué hacer, sino cómo debe estructurarse la acción moral.
- Segunda formulación: "Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca meramente como un medio". Esta formulación resalta la dignidad humana y exige tratar a las personas como fines en sí mismas, no como medios para otros fines. También es formal, autónoma y categórica.
Postulados de la Razón Práctica
En su Crítica de la razón pura Kant había llegado a la conclusión de que es imposible que la Metafísica sea una ciencia, pues realidades como la inmortalidad del alma o la existencia de Dios no son fenómenos que se den en la experiencia, y, por tanto, escapan al conocimiento humano. Ahora bien, con ello Kant no pretende liquidar la Metafísica, sino reubicarla en un lugar más adecuado: en la razón práctica.
La crítica de la razón práctica tiene como meta el bien supremo. Este bien supremo reúne las dos aspiraciones humanas fundamentales: la de la virtud y la de la felicidad. La síntesis de ambas aspiraciones, es decir, el que las personas virtuosas sean felices, tiene que realizarse de alguna manera, para que tenga sentido la propia experiencia moral.
Para alcanzar este bien supremo, la razón ha de suponer -postular- tres principios que lo hagan posible: la libertad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios.
La Libertad
Kant considera la libertad como un postulado de la razón práctica, ya que es esencial para que los juicios morales tengan sentido. Si no somos libres, no podemos ser responsables de nuestras acciones, ya que no tendríamos la posibilidad de actuar de otra manera. La libertad, para Kant, es una forma de causalidad no sujeta a determinaciones empíricas; es decir, es una facultad humana que permite decidir conforme a las leyes de la razón, independientemente de los instintos naturales. Aunque no podemos concebir ni conocer la libertad de forma directa, debemos postular su existencia para que la moralidad tenga fundamento.
La Inmortalidad del Alma
Kant sostiene que alcanzar el bien supremo, que implica la perfecta concordancia entre lo que queremos y lo que debemos querer, requiere tiempo infinito. Dado que esta perfección no es alcanzable en una vida finita, debemos postular la inmortalidad del alma para que la virtud se realice plenamente. El bien supremo no se alcanza en este mundo, por lo que es necesario suponer la existencia de un mundo posterior en el que se complete esta realización. Sin la inmortalidad del alma, el "escándalo moral" sería inevitable, ya que los menos virtuosos podrían ser los más felices mientras que los más virtuosos serían los menos felices.
La Existencia de Dios
La discrepancia entre el ser y el deber-ser en el mundo exige la existencia de Dios. Dios se presenta como la realidad donde se identifican ambos aspectos y se logra la unión perfecta entre virtud y felicidad. Kant ve a Dios como el garante del bien supremo, la concordancia entre moralidad y felicidad. La moralidad no establece una relación necesaria con la felicidad; solo una entidad absoluta como Dios podría asegurar que las leyes de la felicidad y las de la moralidad coincidan. Kant no introduce una ética material al postular estas creencias, ya que, aunque podamos esperar la inmortalidad o la felicidad futura, lo que debe motivar nuestras acciones es hacernos dignos de esa felicidad, no buscarla como fin en sí misma.
El Empirismo Británico: La Experiencia como Fuente del Conocimiento
El empirismo británico es una corriente filosófica de los siglos XVII y XVIII que sostiene que el origen y el valor de todo conocimiento dependen de la experiencia, especialmente de la experiencia sensorial. Las principales características de este movimiento, desarrollado por pensadores como Thomas Hobbes, John Locke, George Berkeley y David Hume, incluyen:
- El conocimiento como problema central: El empirismo se enfoca principalmente en el problema del conocimiento y cómo lo obtenemos.
- La experiencia como origen del conocimiento: La mente humana se considera como una "tabula rasa" o papel en blanco, y todo conocimiento proviene de la experiencia sensorial.
- Rechazo de conocimientos innatos: Niega la existencia de ideas innatas, sosteniendo que nada hay en el entendimiento que no haya pasado previamente por los sentidos.
- Limitación del conocimiento: El conocimiento humano está limitado a lo que se puede conocer a través de la experiencia y no puede trascender más allá de ella.
- Conocimiento de ideas, no de cosas: Se afirma que nuestro conocimiento se refiere a las ideas que formamos en nuestra mente, no a las cosas directamente.
- Modelo de la ciencia empírica: El empirismo toma como modelo la física, que se basa en la observación y la experiencia.
- Crítica a la metafísica: El empirismo rechaza la metafísica, viéndola como una construcción especulativa sin base en la observación y la experiencia.
- Interés por los problemas humanos: El empirismo se ocupa de cuestiones éticas, políticas, religiosas y pedagógicas, subrayando que la razón debe ser la última instancia en estos ámbitos.
En resumen, el empirismo británico subraya que todo conocimiento proviene de la experiencia y critica las ideas que no se basan en la observación sensorial.
Locke: La Tabula Rasa y el Origen de las Ideas
La filosofía empirista, representada por pensadores como John Locke, sostiene que no existen ideas o principios innatos en la mente humana. Al nacer, la mente es como una "tabula rasa" (página en blanco) sin contenidos previos. El conocimiento se adquiere únicamente a través de la experiencia. Así, las ideas tienen su origen en la experiencia sensorial, y el conocimiento está limitado por ella, ya que no podemos conocer lo que está fuera de la experiencia. Para entender cómo la mente elabora ideas, el empirismo plantea que debemos analizar todas las ideas, incluso las más abstractas, hasta encontrar las ideas simples de las que provienen. Además, es necesario investigar los mecanismos psicológicos que permiten que las ideas simples se asocien y combinen para formar ideas más complejas y abstractas. Este enfoque, que se enfoca en los procesos mentales que subyacen al conocimiento, se llama psicologismo.
Concepto de Idea
Locke define idea como todo aquello que percibimos o conocemos, es decir, cualquier objeto de nuestra mente cuando pensamos, ya sean nociones abstractas o percepciones sensoriales (como colores o olores). El conocimiento, según Locke, no es conocimiento de las cosas en sí, sino de las ideas que representan a las cosas en nuestra mente, y estas ideas son las imágenes o retratos de las cosas. Locke distingue entre ideas simples y ideas complejas:
- Ideas simples: Son recibidas pasivamente a través de la experiencia. Pueden derivar de la experiencia externa (sensaciones que percibimos con los sentidos, como colores o formas) o de la experiencia interna (percepciones de nuestras propias operaciones mentales, como pensar o dudar).
- Ideas complejas: Surgen de la combinación y relación de ideas simples, y Locke las clasifica en tres tipos: ideas de cualidades o modos, ideas de sustancias y ideas de relaciones (como causa y efecto).
En cuanto a la sustancia, Locke sostiene que es el soporte de las cualidades de las cosas, pero no podemos conocerla directamente; solo conocemos las cualidades (por ejemplo, el color o el olor de una rosa) que se perciben a través de los sentidos. La sustancia es la causa que aglutina esas percepciones, aunque su estructura interna es desconocida. Además, Locke afirma que nuestra mente elabora ideas universales a partir de ideas simples, mediante un proceso de abstracción. Las palabras como "casa" o "hombre" son ejemplos de ideas generales que la mente ha formado al prescindir de características particulares.
La Realidad: Mente, Mundo y Dios
En cuanto a la realidad, Locke distingue tres ámbitos: el yo, Dios y el mundo:
- El yo es conocido intuitivamente.
- La existencia de Dios se puede demostrar mediante el principio de causalidad.
- La existencia del mundo se conoce a través de las sensaciones, las cuales no son producidas por nuestros propios sentidos, sino que provienen de una realidad exterior que las causa. Aunque el conocimiento sensitivo no es tan seguro como la intuición o la demostración, Locke lo considera suficiente para afirmar la existencia de objetos fuera de nuestra mente.
La Teoría del Contrato Social de Hobbes y Locke
La teoría del contrato social de Hobbes y Locke surge en el contexto de los procesos revolucionarios de Inglaterra en el siglo XVII. Hobbes elaboró su teoría tras la guerra civil de 1642, mientras que Locke lo hizo durante La Gloriosa Revolución que instauró una monarquía parlamentaria.
Hobbes propone, en su obra Leviatán, que el poder político no proviene de un origen divino, sino de un pacto social entre los individuos para evitar la guerra de todos contra todos. En su estado de naturaleza, los seres humanos son egoístas y agresivos, con derechos naturales que incluyen incluso la propiedad ajena, lo que genera caos y desconfianza. El contrato social resulta en la creación de un estado fuerte y absoluto (el Leviatán), donde los individuos renuncian a su libertad y derechos para cederlos a un gobernante que imponga paz y orden. El ciudadano solo conserva el derecho a la autoconservación, el cual justificaría su resistencia al poder del Estado en casos extremos.
Por otro lado, Locke rechaza la teoría absolutista del derecho divino y la visión de Hobbes sobre la naturaleza humana. Para Locke, los seres humanos no son malos por naturaleza, pero pueden quebrantar los derechos de los demás. En su estado de naturaleza, las personas viven de acuerdo con una ley natural basada en la razón, que respeta los derechos de vida, salud, libertad y propiedad. En este estado no existe la guerra de todos contra todos, sino un respeto mutuo. El contrato social en Locke es un pacto libre, bilateral y revocable, por lo que los individuos no renuncian completamente a sus derechos, sino que el poder político se deriva del consentimiento de los gobernados y tiene la obligación de cumplir con el bien común. Además, Locke defiende la separación de poderes: el legislativo y el judicial deben ser supremos, mientras que el ejecutivo debe estar subordinado a ellos. Esto limita el poder del monarca y refuerza los derechos de los ciudadanos, permitiendo la resistencia al poder cuando este sea opresivo.
Hume: Ciencia del Hombre y Escepticismo Empirista
David Hume busca desarrollar una ciencia completa del ser humano, similar a lo que Newton hizo en la física. Esta ciencia se divide en dos áreas fundamentales:
- Teoría del conocimiento (vertiente teórica): Hume propone un enfoque empirista para entender cómo adquirimos conocimiento, basándose en la experiencia y en el método experimental. Cuestiona las bases de la causalidad, la razón y las creencias humanas, desarrollando una visión escéptica respecto a la certeza del conocimiento.
- Análisis de la conducta humana (vertiente práctica): Hume también se interesa por la naturaleza de la acción humana, examinando las emociones, la moralidad y la motivación humana desde una perspectiva empírica, sin recurrir a explicaciones metafísicas.
La Teoría del Conocimiento de Hume
Hume está de acuerdo con Locke en que nuestro conocimiento procede de la experiencia, pero no acepta el concepto de idea de Locke por impreciso y vago. Parte del concepto de percepción, con la que hace referencia a todo contenido de la conciencia. Las percepciones pueden dividirse en impresiones e ideas:
- Impresiones: son las percepciones que obtenemos a través de los sentidos. Pueden ser de sensación y de reflexión. Mediante las impresiones, alcanzamos a tener imágenes o representaciones de las cosas o sentimos una emoción o pasión.
- Ideas: son representaciones, imágenes o copias de las impresiones. El recuerdo de la música que acabo de escuchar es una idea. Así pues, las ideas son imágenes débiles que mantenemos en la mente cuando el objeto percibido ya no está presente.
De esta distinción que establece Hume entre impresiones e ideas se deduce que, para él, no existen ideas innatas.
A continuación, Hume explica los mecanismos psicológicos por los que se asocian las ideas: las facultades de la memoria y de la imaginación. La memoria actúa con mayor fidelidad, relacionando las ideas simples según el orden y la posición con que se han presentado en la experiencia. En cambio, la imaginación actúa de un modo diferente, combinando las ideas libremente. No obstante, la imaginación tiende, de manera natural, a relacionar las ideas según estas tres leyes:
- Según la ley de semejanza, la imagen que vemos representada en un cuadro nos lleva a pensar en el original.
- Por la ley de la contigüidad, si nombramos la torre Eiffel, se nos viene a la mente la idea de París.
- Por la ley de la causalidad, si nos referimos a un hijo, pensamos naturalmente en los padres.
Estas leyes no se refieren a los objetos, sino que son leyes que describen la actividad psicológica del sujeto. Es decir, reflejan que la mente tiene la costumbre o el hábito de actuar de este modo con las ideas.
Dos Tipos de Conocimientos
Según Hume, los seres humanos poseemos dos tipos de conocimiento:
- Conocimientos de relaciones de ideas: pertenecen al ámbito de las matemáticas y la lógica. Son conocimientos formales, carentes de contenido empírico, y su negación supone una contradicción. Su verdad o falsedad pueden descubrirse al margen de la experiencia; es decir, por la mera operación del pensamiento, independientemente de lo que ocurra en el mundo. Estos conocimientos no nos informan de la realidad. Así, por ejemplo, que el todo es mayor que cada una de sus partes es una afirmación que expresa una relación entre conceptos y no se refiere a los hechos: pase lo que pase en el mundo, esta afirmación será verdadera, independientemente de que haya o no haya todos y partes.
- Conocimientos de hechos: los obtenemos mediante la experiencia, a través de las impresiones. Así, que "en clase de Historia de la Filosofía hay veinticinco alumnos" lo sabemos por la experiencia. Lo contrario de este enunciado siempre sería posible, ya que su negación no es contradictoria, al referirse a los hechos; y, para que sea cierto, es necesario que haya clase y que haya alumnos.
Crítica de los Conceptos de Causa y Conexión Necesaria
Hume establece que toda idea debe tener una impresión correspondiente. Si no encontramos una impresión para una idea, esta es falsa. Según este criterio, nuestro conocimiento se limita a lo que percibimos actualmente a través de los sentidos y a las ideas que recordamos de experiencias pasadas. No podemos conocer el futuro con certeza porque no tenemos impresiones de eventos futuros, pero creemos que ciertos eventos ocurrirán debido al hábito y la costumbre.
Hume rechaza la idea de una "conexión necesaria" entre causa y efecto. No tenemos una impresión directa de esa conexión, y aunque creemos que, por ejemplo, el fuego siempre calienta el agua, esta certeza proviene de la costumbre, no de un conocimiento directo o racional. Según él, no podemos conocer con certeza lo que ocurrirá en el futuro, solo creemos que sucederá basándonos en lo que ha ocurrido en el pasado.
El Conocimiento de la Realidad: Mundo, Yo y Dios
En cuanto al conocimiento de la realidad, Hume niega que exista un mundo exterior independiente de nuestra mente. No aceptamos la existencia de cuerpos o sustancias fuera de nuestras percepciones, ya que no podemos tener una impresión directa de ellos. Lo que creemos como realidad es una construcción basada en las percepciones repetidas y la constancia de nuestras impresiones.
Sobre el "yo", Hume también niega que tengamos un conocimiento claro y directo de nuestra identidad personal. Lo que encontramos son pensamientos, recuerdos y emociones que pasan de manera continua, pero no una impresión estable de un "yo" constante. La memoria es la que crea una sensación de identidad a lo largo del tiempo.
Finalmente, Hume rechaza la existencia de Dios, ya que, al igual que con los cuerpos y el yo, no tenemos una impresión directa de Dios. La idea de Dios es una construcción basada en principios como la causalidad, pero no tenemos una impresión directa de la divinidad, por lo que no podemos afirmar su existencia de manera empírica.
En resumen, Hume lleva al extremo los presupuestos del empirismo, concluyendo que todo nuestro conocimiento se limita a nuestras percepciones, y no podemos conocer lo que está más allá de ellas.
Del Fenomenismo al Escepticismo
Hume sostiene que solo podemos conocer las impresiones que tenemos en la conciencia, lo que lleva a una visión fenomenista de la realidad: todo lo que percibimos son fenómenos o apariencias. No podemos aceptar una realidad exterior que sea la causa de nuestras impresiones, ni la existencia de un "yo" sustancial que las sostenga. Según Hume, nuestro conocimiento está limitado a las impresiones y no podemos conocer la realidad más allá de ellas.
El Emotivismo Moral
Hume propone una ética en la que la razón no es el motor de la acción moral, sino las emociones y los sentimientos. Aunque la razón puede ayudarnos a entender lo que es bueno o malo, no es la fuerza que nos impulsa a actuar. Los juicios morales surgen de los sentimientos de aprobación o desaprobación ante una acción, basados en la simpatía. Estos sentimientos son naturales y universales, pero pueden variar entre personas. La ética de Hume es además utilitarista, en el sentido de
que valora aquellas acciones que contribuyen a la felicidad de la sociedad 6.7 La religión Hume critica la religión, argumentando que no se basa en la razón, sino en sentimientos como el miedo y la ignorancia. Rechaza la idea de una religión natural que pueda ser comprendida racionalmente y sostiene que la religión es el resultado de instintos y emociones, sin una explicación lógica satisfactoria. Esta postura refleja el escepticismo de Hume sobre la religión y la dificultad de encontrar certezas en este campo. LIBERALISMO: El liberalismo es una corriente filosófica, política y económica que defiende la libertad individual, la igualdad ante la ley, la propiedad privada y el libre mercado, y se originó durante la Ilustración. Sus características clave son la libertad individual, la igualdad ante la ley, la propiedad privada, el libre mercado y un gobierno limitado. Crítica de Kant al liberalismo: Immanuel Kant, aunque no desarrolló una crítica explícita al liberalismo, ofrece puntos relevantes para reflexionar sobre sus fundamentos: Autonomía moral: Kant defiende que la verdadera libertad no es solo hacer lo que se quiere, sino actuar conforme a principios racionales universales, el "imperativo categórico". Crítica al individualismo radical: Aunque el liberalismo promueve la libertad individual, Kant subraya que la razón universal y las obligaciones morales deben prevalecer sobre los intereses personales. Un liberalismo centrado solo en los deseos individuales puede descuidar la justicia y el deber moral. Ética del deber vs. ética de las consecuencias: Kant critica que el liberalismo se enfoque en las consecuencias de las acciones (como beneficios económicos), mientras que él pone el énfasis en el deber moral y la intención detrás de las acciones. Para Kant, las leyes y sistemas políticos deben promover no solo la libertad, sino también la responsabilidad moral colectiva. La paz perpetua y el cosmopolitismo: En su obra "La Paz Perpetua", Kant propone un orden internacional que promueva la paz, más allá de los intereses particulares de los estados. Esto puede interpretarse como una crítica al liberalismo económico que a veces antepone los intereses nacionales a los valores globales.