La Ilustración en España: Un Movimiento Transformador del Siglo XVIII
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La Ilustración en España
Ya sabemos que la Ilustración es un movimiento ideológico que se caracteriza por los siguientes rasgos:
- La confianza en la razón.
- La educación.
- Rechazo de la superstición.
- Propugna la tolerancia religiosa frente al fanatismo de épocas anteriores.
El pensamiento ilustrado llega tardíamente a España, hacia la mitad del siglo XVIII. Las vías de entrada son fundamentalmente:
- La llegada de los Borbones, procedentes de Francia.
Los ilustrados mantenían un ideal estético que se basaba en la razón y en la sobriedad formal, rechazaban los excesos de la imaginación que habían caracterizado a la literatura barroca. Al igual que sucediera en el Renacimiento, el arte clásico con sus principios de armonía y equilibrio se convirtió en el modelo de los ilustrados. Por esta razón, se denomina a este movimiento estético neoclasicismo.
Principios de la Literatura Neoclásica
En general, la literatura neoclásica defendía los siguientes principios:
- La emoción deja paso a la razón. Por eso, la lírica tiene menor cultivo y, en cambio, el ensayo, basado en un análisis crítico de la realidad, cobra gran relevancia.
- La obra debía ser un reflejo de la realidad y debe responder a los principios de verosimilitud y decoro.
- La literatura debía tener una finalidad didáctica.
- Las obras debían ajustarse a la preceptiva clásica que impone unas reglas estrictas en cada género.
- El estilo persigue la claridad y la adecuación, evitando los excesos de ornamentación.
Géneros Literarios
El espíritu crítico y afán didáctico son las ideas que impregnan todos los géneros literarios.
La literatura de los primeros años de este siglo deriva de las tendencias del barroco, si bien paulatinamente se van incorporando los preceptos de la literatura neoclásica.
El género que tuvo mayor desarrollo fue el ensayo, a través del cual se divulga el pensamiento ilustrado. Los principales ensayistas son Benito Jerónimo Feijoo y Gaspar Melchor de Jovellanos.
El género narrativo en prosa, la novela, apenas fue cultivado en el siglo XVIII. Destacamos la figura de José Cadalso.
La poesía se guía por los criterios de utilidad y “buen gusto”, lo que da lugar a una poesía social y filosófica junto a una lírica de tipo clasicista. Su representante más conocido fue Meléndez Valdés.
En esta época, el teatro se convierte en un elemento más del ideal reformista. Se considera, no como una forma de diversión, sino como un instrumento didáctico. Leandro Fernández de Moratín es sin duda el autor más conocido.
Espíritu Reformador y Poéticas
Ese espíritu reformador del XVIII contribuyó a la creación de diversas poéticas. Este hecho responde al deseo de los escritores de fijar las reglas por las que se debían guiar sus composiciones. La más importante en España fue la “Poética” de Luzán, que seguía muy de cerca la de Aristóteles.
a) Prosa
Al igual que el resto de la literatura, la prosa, en sus diferentes modalidades, cumplió el objetivo de enseñar y amenizar al mismo tiempo.
La novela se caracterizó por su gran variedad de formas; se escribió novela histórica, libros de viajes, novela sentimental, epistolarios…
El autor más destacado fue José Cadalso (1741-1782). En el segundo tercio del siglo XVIII, la cultura ilustrada parece definitivamente asentada, y la literatura empieza a caminar por otros derroteros, ensayando una estética que desembocará en el movimiento romántico. Esta figura representa esa simultaneidad de tendencias: por una parte, escribió “Cartas marruecas”, obra claramente ilustrada inspirada en las “Cartas persas” de Montesquieu. Se trata de una colección de 90 cartas escritas por tres personajes: un joven árabe que visita España, su preceptor y un español, amigo del joven. El descubrimiento del marroquí de una cultura distinta a la suya permite a Cadalso desarrollar un análisis crítico de las creencias, costumbres y modos de ser de los españoles.
El diálogo entre los diversos interlocutores permite introducir distintas opiniones sobre un mismo tema.
“Noches lugubres” es una obra que anuncia ya el romanticismo. Motivada por la muerte de su enamorada, en ella podemos apreciar una exaltada expresión de los sentimientos personales del autor, característica del movimiento romántico.
El relato autobiográfico se inauguró con la obra de Voltaire “Cándido”, que refleja el análisis del individuo en relación con la sociedad.
En España, muchos escritores practicaron este género, pero la calidad fue escasa, con excepción de la obra “Vida, ascendencia, nacimiento y crianza y aventuras” (“Vida”) de Diego de Torres Villarroel, que ofrece una sátira de su época y tiene influencias de la obra picaresca de Quevedo “El Buscón”.
El ensayo fue el género preferido por los escritores neoclásicos. En general, eran textos breves que se publicaban en los periódicos para llegar a un público más amplio.
Fue un género que se amoldaba muy bien a los intereses reformistas de los ilustrados, ya que admite gran variedad de temas: el comercio, la decadencia o progreso de la sociedad, la felicidad, el respeto a la dignidad humana (abolición de las torturas y de la pena de muerte), la administración, la justicia… De todo esto trataron autores como Feijoo o Jovellanos.
Fray Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764) refleja muy bien la diversidad temática propia del ensayo. Sus obras “Teatro crítico universal” son una colección de ensayos en los que trata de filosofía, economía e historia…
Feijoo critica las supersticiones y los prejuicios. Quiere desterrar las ideas anticuadas y erróneas, con el fin de cambiar y modernizar la mentalidad española. Para él, la ciencia es el medio para transformar la sociedad.
Su estilo es sencillo, accesible y espontáneo.
Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811) participó activamente en el programa reformador de Carlos III. A la muerte del monarca, las reformas se estancaron y el propio Jovellanos padeció el destierro y varios confinamientos.
Por encargo, redactó discursos, informes, planes… Uno de ellos, el “Informe sobre la ley agraria”, es una de sus contribuciones más destacadas. En esta obra demuestra una moderna visión de los problemas socioeconómicos de España, reflejo de su vasta cultura y de su espíritu abierto.
b) Poesía
Se superponen varias corrientes estéticas:
- Los primeros años del siglo supusieron un mantenimiento de las formas barrocas que fueron evolucionando hacia poemas donde se exigía la precisión léxica (la palabra debe corresponder a la cosa), de modo que la metáfora cayó en desuso.
- El neoclasicismo. La palabra neoclasicismo nace ligada a una teoría estética que propugna la belleza ideal inspirada en los principios clásicos del equilibrio, la armonía y la serenidad.
En poesía, estos ideales estéticos derivaron en una lírica de evasión y entretenimiento; por un lado, se escribe poesía bucólica o pastoril (los pastores expresan sus problemas de amor), y por otro lado, se compone poesía elegante, frívola, de exaltación de los placeres.
El racionalismo filosófico establece que el poema debía ser un medio para la educación moral del lector. La poesía se convierte en un instrumento de “utilidad social” y se presta atención a su componente estético.
Se abandonan los temas amorosos y se aborda la poesía moral y didáctica.
Se recupera un viejo género: la fábula, que provenía de la literatura clásica y que se pone de moda gracias al francés La Fontaine (XVII). La fábula es una composición generalmente escrita en verso en la que animales o seres inanimados protagonizan una historia de la que se desprende una enseñanza de tipo moral, expresada en una moraleja final.
En España, dos escritores recogieron esta tradición: Félix María de Samaniego, con sus “Fábulas morales”, y Tomás de Iriarte, con sus “Fábulas literarias”.
- Prerromanticismo: al final del siglo aparecen poemas que se alejan de la tradición clásica y que dan paso a paisajes crepusculares, ruinas, visiones sepulcrales… características y motivos que veremos en la literatura romántica.
Meléndez Valdés (1754-1817) representa la síntesis de la poesía española del XVIII.
Lo primero que publica son sus “Poesías”, casi todas ellas de tema amoroso, el amor concebido como un juego social que refleja los usos y costumbres de su época. De esta obra hace una segunda edición en la que incorpora odas filosóficas, elegías morales… En realidad, pone sus composiciones al servicio de la ideología ilustrada, añadiendo reflexiones sobre aspectos sociales como el trabajo del campesinado o la educación.
Al final de su vida, su creación poética da un giro hacia un sentimiento de nostalgia y dolor, debido a circunstancias adversas de su biografía, que anuncian ya la sensibilidad romántica.
c) Teatro
En el siglo XVIII, el teatro se considera, no como una forma de diversión, sino como un instrumento didáctico. En un primer momento, se siguen representando obras barrocas (fundadas en la acción y la fantasía, en las que no se presta la menor importancia a la verosimilitud de la trama o de los personajes, pero en las que la sonoridad del verso, la brillantez de las imágenes, la espectacularidad del montaje adquieren el mayor protagonismo, ya que su objetivo primordial es lograr la diversión del público), pero enseguida surgen las polémicas contra este teatro.
Cambia, por tanto, la concepción del teatro con respecto al movimiento anterior. Las características de este género son las siguientes:
- Las obras deben tener una intención didáctica y, por tanto, contribuir a reformar la sociedad.
- Influencia del teatro italiano y francés.
- Mantenimiento de la preceptiva clásica (unidades de lugar y acción, la división de la obra en 5 actos y la separación de géneros).
Siguiendo ese espíritu educador y reformista, en esta época se levantaron nuevos teatros y se abrió la primera escuela de arte dramático en España.
Se supone que este tipo de obras, por la falta de evasión que suponen, van a tener un seguimiento mucho menor que las obras heredadas del barroco que seguían exhibiéndose en el Teatro Príncipe.
Ramón de la Cruz (1731-1794) fue un ilustrado convencido, un magnífico seguidor del lema “enseñar divirtiendo”.
Representante del teatro popular, fue un maestro en la construcción de piezas cortas, sobre todo de sainetes (comedias breves de tono satírico y crítico cuyo propósito es moralizar y enseñar). Sus personajes son vulgares y representan todos los niveles sociales (el petimetre, la petimetra, el abate, las majas y los majos), elige situaciones cotidianas y su lenguaje es sencillo y coloquial. Su originalidad reside, según sus propias palabras, en “copiar lo que ve, esto es, retratar a los hombres, sus palabras, sus costumbres, sus acciones”.
Obras: “Las castañeras picadas”, “La pradera de San Isidro”.
Leandro Fernández de Moratín (1760-1828)
La figura más representativa de la renovación teatral neoclásica fue Leandro Fernández de Moratín. No solo escribió obras teatrales, sino también ensayos, sátiras y novelas.
Moratín defendía una comedia que “imita a los hombres como son, imita las costumbres nacionales, los vicios y errores comunes, los incidentes de la vida doméstica”. Una comedia reflejo de la realidad. Su obra más famosa es “El sí de las niñas”, una crítica sobre los matrimonios de conveniencia, en los que era frecuente casar a una joven con un hombre mayor. La trama cuenta cómo la madre de la joven pretende casarla con un señor mayor, pero la chica está enamorada de un sobrino de este. Finalmente, al conocer los sentimientos de los jóvenes, don Diego (el viejo) renuncia a la boda.
Es una obra sobria, sin adornos superfluos, en la que se muestran las conductas, errores y virtudes de la clase media.
d) Fábula
Uno de los géneros de mayor éxito literario en el XVIII fue la fábula, composición generalmente en verso en la que animales o seres inanimados protagonizan una historia de la que se desprende una enseñanza de tipo moral.
Las fábulas siguen modelos literarios clásicos (Fedro, Esopo) y al autor del XVII (La Fontaine).
Los fabulistas españoles más destacados son Félix María Samaniego y Tomás de Iriarte.
Literatura del XVIII
1. Nociones Generales
En el siglo XVIII tuvo lugar una profunda renovación de las ideas, que afectó a la concepción de la sociedad, la política, la religión y el arte.
Surge una época de optimismo y confianza en el ser humano, en la que se afirma el derecho de todas las personas a vivir en una sociedad mejor y a alcanzar la felicidad.
Esta nueva sociedad debe erigirse en la confianza total en la razón y en el avance de la ciencia. Se le concede a la razón, es decir, a utilizar el sentido crítico y revisar todos los conocimientos y creencias. Kant resumió magistralmente el significado de la Ilustración en la célebre frase “Sapere aude” (atrévete a pensar): atrévete a pensar por ti mismo, atrévete a ver las cosas tal como son, defiende la verdad que tú, individualmente has encontrado, confía en la fuerza de tu entendimiento y pasa por el tamiz de la experiencia y de la crítica lo que te proponen los demás.
La educación tendrá también una gran importancia, ya que consideraban que solo podía alcanzarse el progreso y la felicidad atacando la importancia en que estaba sumida la población, la educación como medio de transformar esa sociedad. Este ámbito tendrá una especial relevancia que se pondrá de manifiesto en la literatura; los escritores no escriben para entretener, sino para transmitir una enseñanza, lo que explica que géneros como el ensayo o la fábula tengan un notable desarrollo.
La corriente de pensamiento que pretendía lograr el bienestar social mediante la razón y el fomento de la educación se denomina Ilustración, y a los pensadores que defendían estas ideas, ilustrados.
En esta época se promueven diversas asociaciones para mejorar la sociedad y se crean numerosos organismos culturales en España: la Real Academia Española, el Museo del Prado, la Biblioteca Nacional…
Las ideas ilustradas influenciaron un nuevo modelo político: el despotismo ilustrado. Los gobernantes persiguen la mejora de las condiciones de vida del pueblo, la educación… pero manteniendo la concepción absoluta de su poder: el rey conserva todos los poderes y no se permite la participación democrática en la toma de decisiones. El lema era: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.
Sin embargo, la burguesía deseaba obtener representación política, lo que en Francia da lugar a un movimiento revolucionario que culmina en la Revolución Francesa (1789), que se desarrolla bajo el lema: libertad, igualdad y fraternidad. Trataban de tener participación en el poder y establecer un orden social más igualitario y humano mediante la abolición de los privilegios de los nobles y del clero, cuestionaban el poder absoluto de los reyes y sentaron las bases de los estados modernos. Gracias a estas ideas surgen las primeras constituciones (Francia y EE.UU.) en las que se inspiran los estados modernos.
En este siglo se redacta en Francia la Enciclopedia, la obra que aglutina todos los conocimientos de su época y donde se establecieron gran parte de los principios de la ciencia actual.
En literatura se impuso el neoclasicismo. Los escritores de esta época buscaron un modelo estético que respondiera a sus aspiraciones de mejorar la sociedad, de aplicación del pensamiento racionalista y la divulgación de conocimiento, por lo que triunfan los preceptos del arte clásico de:
- Claridad de estilo.
- Finalidad didáctica.