La Iglesia: Cuerpo de Cristo, Templo del Espíritu Santo y sus Atributos

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La Iglesia: Cuerpo de Cristo

Los creyentes que responden a la Palabra de Dios y se hacen miembros del Cuerpo de Cristo, quedan estrechamente unidos a Cristo: "La vida de Cristo se comunica a los creyentes, que se unen a Cristo, muerto y glorificado, por medio de los sacramentos de una manera misteriosa pero real". Esto es particularmente verdad en el caso del Bautismo por el cual nos unimos a la muerte y a la Resurrección de Cristo, y en el caso de la Eucaristía, por la cual, compartimos realmente el Cuerpo del Señor, que nos eleva hasta la comunión con él y entre nosotros.

La Iglesia, Templo del Espíritu Santo

Sin el Espíritu Santo la Iglesia no es más que una institución humana, eso es lo que ven los no creyentes. Por el contrario, si tenemos experiencia del Espíritu Santo vemos la Iglesia de otro modo, somos capaces de comprender su misterio, sabemos que habita en ella y en cada uno de nosotros como en un templo. Cuando nos dejamos guiar por el Espíritu Santo vemos que él es el construye la unidad del Cuerpo de Cristo.

La Iglesia es Una, Santa, Católica y Apostólica

Estos cuatro atributos, inseparablemente unidos entre sí, indican rasgos esenciales de la Iglesia y de su misión. Cuando confesamos en el Credo que la Iglesia es una, santa, católica y apostólica afirmamos aquellas propiedades esenciales por las que exteriormente puede ser reconocida y discernida como la Iglesia de Cristo.

  • Una

    Quiere decir: 1) La Iglesia de Cristo es una sola, aunque "fuera de su estructura se encuentran muchos elementos de santidad y verdad que, como bienes propios de la Iglesia de Cristo, impelen hacia la unidad católica: 2) unidad en la fe y unidad de régimen, como expresión de la unidad de comunión.

  • Santa

    Porque: 1) en sus principios constitutivos, como institución de salvación o medio por el que Dios comunica su vida, lleva la santidad de Dios, y 2) porque, aunque en este mundo está integrada por pecadores, es la Iglesia de los santos. La Iglesia perfectamente santa sólo existe en el cielo. En este mundo "la Iglesia encierra en su propio seno a pecadores, y siendo al mismo tiempo santa y necesitada de purificación, avanza continuamente por la senda de la penitencia y de la renovación".

  • Católica

    Quiere decir universal, más que por la catolicidad cuantitativa, o geográfica, lo es, por el carácter universal de su doctrina y de los medios de salvación que ofrece a "todos los hombres, que están llamados a formar parte del nuevo Pueblo de Dios.... Este carácter de universalidad que distingue al Pueblo de Dios es un don del mismo Señor con el que la Iglesia Católica tiende, eficaz y perpetuamente, a recapitular toda la humanidad, con todos sus bienes, bajo Cristo Cabeza, en la unidad "de su Espíritu".

  • Apostólica

    Quiere decir que hasta nuestros días y hasta el fin del mundo se dará una sucesión directa de los Apóstoles en los Obispos, y de Pedro, como jefe y cabeza visible, en el Romano Pontífice. Esto asegura a su vez una sucesión ininterrumpida en doctrina, en medios de salvación, en culto.


Constitución Jerárquica de la Iglesia

La Iglesia católica tiene una organización jerárquica, pero no se trata de un ejercicio de la autoridad al uso, como el que se puede dar en cualquier empresa o institución. La misión esencial de cualquier católico, desde el último bautizado hasta el propio Papa, es siempre la misma, el anuncio del Evangelio y el ejercicio de la caridad.

Pese a ello, dentro de la Iglesia hay una diversidad de ministerios, cuyas responsabilidades y tareas están reguladas por el Código de Derecho Canónico en el libro que se refiere al «Pueblo de Dios», en concreto, la sección II sobre «La constitución jerárquica de la Iglesia».

1. El Papa

Elegido por los cardenales electores durante el cónclave, el Papa representa a Cristo en la Tierra, por eso se le denomina el Vicario de Cristo. En el Santo Padre permanece la función que el Señor encomendó singularmente a Pedro, primero entre los apóstoles. Además es la cabeza del colegio de obispos, que le prestan su cooperación de distintas maneras, al igual que los cardenales.

2. Los cardenales

Son «creados» por el Papa. Los que tienen menos de 80 años de edad pueden votar al nuevo Pontífice en caso de que se celebre el Cónclave. Asisten al Santo Padre tanto colegialmente, cuando son convocados para tratar juntos cuestiones de más importancia, como personalmente, mediante los distintos oficios que desempeñan, ayudando al Pontífice sobre todo en su gobierno cotidiano de la Iglesia universal. Para poder ser nombrado cardenal basta con ser sacerdote, aunque el candidato deberá recibir la ordenación episcopal antes de recibir el anillo y la birreta de manos del Santo Padre.

3. Los obispos

Ejercen una triple misión: enseñar, santificar y gobernar una porción de la Iglesia con un criterio propio, como cada uno de los sucesores de los Apóstoles. Ningún obispo, aunque haya sido nombrado cardenal, tiene autoridad sobre otro, sino que cada uno depende directamente del Papa.

En sus respectivas diócesis, son responsables de atender a sus presbíteros; cuidar de que cumplan debidamente las obligaciones propias de su estado, y de que dispongan de aquellos medios e instituciones que necesitan para el incremento de su vida espiritual e intelectual.

Ayudados por los presbíteros, sus colaboradores, y por los diáconos, los obispos tienen la misión de enseñar auténticamente la fe, de celebrar el culto, sobre todo la Eucaristía, y de dirigir su Iglesia como verdaderos pastores.

Para poder ser nombrado obispo se requiere que el interesado sea: linsigne por la firmeza de su fe, tenga buenas costumbres, buena fama y cuente con al menos treinta y cinco años. También tiene que llevar al menos cinco años de presbítero y ser doctor o al menos licenciado en Sagrada Escritura, teología o derecho canónico, o al menos verdaderamente experto en esas disciplinas.

4. Los párrocos

Es el pastor propio de la parroquia que se le confía, y ejerce el cuidado pastoral de la comunidad que le está encomendada bajo la autoridad del obispo diocesano. Entre sus tareas está la de conocer a los fieles que se le encomiendan. Para ello, visita las familias, a los enfermos, especialmente a los moribundos, fortaleciéndoles con la administración de los sacramentos. También está pendiente de los pobres y de aquellos que sufren especiales dificultades.

5. Los fieles laicos

Son los encargados de descubrir o de idear los medios para impregnar de vida cristianas las realidades sociales, políticas y económicas. Están llamados a ser testigos de Cristo en todas las cosas, también en el interior de la sociedad.

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