Historia de España: De Carlos IV a la Restauración Borbónica (Siglos XVIII-XIX)

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Crisis del Reinado de Carlos IV y la Influencia de la Revolución Francesa

El reinado de Carlos IV estuvo marcado por una profunda crisis. En Francia, la Revolución Francesa de 1789 tuvo un gran impacto en España. El ministro Floridablanca intentó aislar a España del contagio revolucionario. Tras la deposición de Luis XVI, se rompió el pacto familiar y se inició un conflicto armado: la Guerra de los Pirineos. Godoy, nombrado primer ministro, firmó la Paz de Basilea, que dio paso a una alianza hispano-francesa. El Tratado de San Ildefonso, firmado entre Godoy y Napoleón, generó críticas entre la nobleza, el clero y el futuro Fernando VII. Este tratado llevó a la guerra contra Portugal y a la participación en la armada franco-española, culminando en la Batalla de Trafalgar. Posteriormente, el Tratado de Fontainebleau permitió la entrada de tropas francesas en España con el pretexto de invadir Portugal, con la promesa de un principado para Godoy.

El Motín de Aranjuez y la Guerra de la Independencia

El descontento popular, instigado por los partidarios de Fernando (fernandinos), culminó en el Motín de Aranjuez. Godoy fue destituido y Carlos IV abdicó en su hijo Fernando VII el 19 de marzo de 1808. Napoleón, aprovechando la situación, invadió España. La familia real abandonó el palacio, y Murat reprimió duramente al pueblo español. El alcalde de Móstoles declaró la guerra a Francia. En Bayona, Napoleón forzó a Carlos IV y Fernando VII a abdicar en favor de su hermano, José Bonaparte, quien fue proclamado rey de España. Esto provocó una insurrección popular y el rechazo de absolutistas y liberales. La Guerra de la Independencia se dividió en tres fases:

  • Primera fase: La Batalla de Bailén marcó una importante victoria española.
  • Segunda fase: Napoleón tomó el control directo del gobierno en España, caracterizada por la guerra de guerrillas, con acciones y represalias constantes.
  • Tercera fase: El Tratado de Valençay devolvió la corona a Fernando VII.

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

Durante la guerra, se formaron juntas locales y provinciales que asumieron la soberanía nacional en ausencia del rey. La Junta Central Suprema, presidida por Floridablanca, convocó las Cortes Generales en Cádiz. Las Cortes se reunieron el 24 de septiembre de 1810 en el Teatro de las Cortes. La composición de las Cortes incluía diputados de diversas provincias, con una notable presencia de clérigos y burgueses de la periferia. Se formaron tres corrientes principales:

  • Liberales: Mayoritarios, defendían la soberanía nacional, la división de poderes y la lucha contra Napoleón.
  • Jovellanistas: Herederos de la Ilustración, abogaban por reformas desde arriba y la modernización del país.
  • Absolutistas: Defendían la monarquía tradicional y el Antiguo Régimen.

La Constitución de Cádiz, promulgada el 19 de marzo de 1812, estableció una nueva sociedad basada en la libertad económica, el derecho a la propiedad y la igualdad jurídica. Se instauró un sistema parlamentario y se proclamó la soberanía nacional, poniendo fin al Antiguo Régimen. Los debates fueron apasionados, destacando la libertad de prensa y la proclamación del catolicismo como religión oficial del Estado. Los principios políticos incluían:

  • Soberanía nacional.
  • Poder legislativo en manos de las Cortes.
  • Poder ejecutivo en manos del rey, con un Consejo de Estado cuyos miembros eran nombrados por el rey.
  • Poder judicial en manos de los tribunales.
  • Derechos y libertades individuales.
  • Tributos pagados por todos los españoles.
  • Igualdad entre los dos hemisferios.

El Reinado de Isabel II y las Guerras Carlistas

Isabel II, hija de Fernando VII, ascendió al trono bajo la regencia de su madre, María Cristina, y posteriormente del general Espartero. Su matrimonio con Francisco de Asís fue un fracaso, lo que generó habladurías en la corte. Durante su reinado, se sucedieron varios partidos en el poder: el Partido Moderado de Narváez, los Progresistas de Espartero, la Unión Liberal y los Demócratas Progresistas.

Las Guerras Carlistas

Don Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, reclamó el trono basándose en la Ley Sálica, que impedía reinar a las mujeres. Fernando VII había derogado esta ley mediante la Pragmática Sanción, permitiendo así que su hija Isabel heredara el trono. Este conflicto dinástico se convirtió en un enfrentamiento político, social, económico e ideológico:

  • Político: Absolutistas contra liberales.
  • Social: Baja nobleza e Iglesia contra la burguesía.
  • Económico: Antiguo Régimen contra liberalismo.
  • Ideológico: Tradiciones (Dios, Patria, Rey) contra las nuevas ideas liberales.

Las Guerras Carlistas se desarrollaron principalmente en zonas rurales, mientras que las ciudades apoyaban a Isabel. Los carlistas recibieron apoyo moral de la Santa Alianza y la Iglesia, mientras que los isabelinos contaron con el apoyo de Francia y Portugal. La primera guerra terminó con el Convenio de Vergara, que reconoció a Isabel II como reina y mantuvo los fueros en las provincias vascas y Navarra. Hubo una segunda guerra carlista (Guerra dels Matiners) y una tercera, durante la cual Carlos VII fue derrotado por el general Martínez Campos.

La Década Moderada y la Crisis del Moderantismo

Durante la Década Moderada, Isabel II apoyó a la burguesía conservadora. Se derogó la Constitución anterior y se proclamó la soberanía compartida entre el rey y las Cortes. Se estableció un sistema bicameral, la confesionalidad del Estado y se limitaron los derechos individuales. El Partido Moderado promovió la centralización y la unificación administrativa.

La crisis del moderantismo se acentuó con la Unión Liberal de O'Donnell, quien restableció los ayuntamientos, promulgó la Ley Moyano de educación y llevó a cabo obras públicas. Los moderados, liderados por Narváez, enfrentaron problemas como la construcción del ferrocarril, la crisis textil, la quiebra de bancos y las malas cosechas. La represión violenta de una protesta estudiantil y el Pacto de Ostende, que buscaba el destronamiento de la reina y el sufragio universal, culminaron en la Revolución Gloriosa y la caída de la monarquía borbónica.

Las Regencias y el Sexenio Democrático

Regencia de María Cristina y Espartero

Durante la regencia de María Cristina, se promulgó el Estatuto Real, que establecía un sistema bicameral con un estamento de procuradores. Mendizábal llevó a cabo la Desamortización de 1836, que afectó a los bienes eclesiásticos. Tras el Motín de la Granja, se promulgó la Constitución de 1837, que introdujo importantes reformas.

Espartero, como regente, enfrentó la oposición de la burguesía catalana y promulgó la Ley Paccionada para los territorios vascos. Su gobierno autoritario y la desamortización del diezmo generaron descontento entre el sector progresista.

La Monarquía Democrática de Amadeo de Saboya

Amadeo de Saboya fue elegido rey para evitar la república. Sin embargo, su reinado estuvo marcado por la inestabilidad política, el menosprecio de los militares y la aristocracia, las revueltas influenciadas por la Comuna de París, el movimiento obrero y la Tercera Guerra Carlista. Amadeo I abdicó, y el Congreso y el Senado proclamaron la Primera República el 11 de febrero de 1873.

La Primera República

La Primera República tuvo cuatro presidentes en un año:

  • Estanislao Figueras: Gobernó durante tres meses.
  • Francisco Pi y Margall: Enfrentó la huelga general de Alcoy y el problema cantonalista.
  • Nicolás Salmerón: Intentó evitar la derechización de la República y prohibió el trabajo a los niños. Promulgó la Constitución de 1873, que no llegó a entrar en vigor.
  • Emilio Castelar: Su gobierno terminó con el golpe de Estado del general Pavía.

El general Serrano asumió el poder como jefe de gobierno, restaurando el orden y la Constitución de 1869. Arsenio Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII, marcando el retorno de los Borbones.

El Sistema Canovista y la Restauración Borbónica

El golpe de Estado de Manuel Pavía contra la Primera República dio paso a la monarquía de Cánovas del Castillo. El sistema canovista se basaba en una monarquía parlamentaria con dos partidos que se turnaban en el poder, representando los intereses de la burguesía: el Partido Conservador, formado por nobles, propietarios agrícolas y alta burguesía, y el Partido Liberal, liderado por Sagasta, con un enfoque ligeramente menos conservador y defensor de la soberanía nacional.

El Turno de Partidos y la Constitución de 1876

El turno de partidos se basaba en elecciones manipuladas y pactadas, con el uso del pucherazo y el encasillado para repartir los escaños. El Ministerio de la Gobernación nombraba a los gobernadores civiles para asegurar los resultados electorales.

La Constitución de 1876, vigente hasta 1923, estableció una monarquía parlamentaria con un poder ejecutivo en manos del rey, un poder legislativo bicameral (diputados elegidos por sufragio masculino) y un poder judicial en manos de los jueces. Se proclamó la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, el bicameralismo, una declaración de derechos y el centralismo. El gobierno conservador enfrentó conflictos relacionados con la libertad de cátedra y la creación de nuevas escuelas laicas y privadas, y una nueva ley restringió el derecho a voto.

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