La Guerra Civil Española: Un Conflicto Fratricida
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Objetivo de la Sublevación Militar
El objetivo era boicotear el proyecto de la Segunda República, que amenazaba el orden social y económico impuesto por la oligarquía durante la Restauración:
- Acabar con la democratización del Estado.
- Defender los intereses de la Iglesia, patronales agrarias e independientes.
- Supremacía del ejército sobre el poder civil.
- Suspender el proceso descentralizador del Estado.
La insurrección militar empezó en Melilla y se extendió rápidamente al protectorado de Marruecos. Franco partió desde Santa Cruz de Tenerife hasta Las Palmas de Gran Canaria para asistir al entierro del comandante militar de Gran Canaria. Desde la ciudad, Franco firmó el bando declarando el estado de guerra y partió desde Gando a Marruecos. El 18 y 19 de julio, el golpe se extendió a la península y archipiélagos.
El golpe triunfó en Galicia, Castilla y León, Navarra (con el general Mola en Pamplona), Andalucía Occidental (con Queipo de Llano en Sevilla), Baleares (excepto Menorca) y Canarias, desde donde Franco, tras asegurar el golpe en el archipiélago, se trasladó a Marruecos el día 19 para ponerse al frente del Ejército de África.
Fracaso de la Insurrección
El golpe fracasó en Asturias, Cantabria, parte del País Vasco (el PNV colaboró con la República), Cataluña, Levante, Madrid, Castilla-La Mancha, Murcia y la zona oriental de Andalucía. En general, la sublevación no tuvo respaldo popular y se basó en fuerzas militares insurrectas.
El fracaso parcial del golpe llevó a la división del territorio en dos zonas y al inicio de la guerra. La zona controlada por los golpistas contaba con las reservas de cereal y ganado de Castilla (norte) y Galicia, y las minas de carbón leonesas y de Riotinto (Huelva). Tenía un ejército más preparado, con divisiones íntegras en Castilla, Galicia y Andalucía, y con el Ejército de África: la Legión y los Regulares.
En la zona republicana quedaron las regiones industriales, y contaba con el trigo de La Mancha y los productos de las huertas levantinas. También pudo disponer de las reservas de oro del Banco de España. Las unidades del ejército quedaron desarticuladas. La mayor parte de los oficiales se sublevaron y el propio gobierno disolvió muchas unidades cuya fidelidad era dudosa. La Armada y la Aviación permanecieron fieles al gobierno republicano.
Desarrollo de la Guerra
El golpe y estallido de la guerra provocó la destrucción de las estructuras estatales de la II República. En la zona nacional, el poder quedó en manos de un grupo de generales que establecieron un estado autoritario y militarizado. La represión en la zona nacional se dirigió esencialmente contra militantes obreros y campesinos, aunque algunos intelectuales, como Federico García Lorca, fueron también víctimas del horror. La represión estuvo planificada y dirigida por autoridades militares y pistoleros de Falange.
En la zona republicana, el gobierno de la República perdió el control de la situación. Los grupos que sufrieron la violencia, fruto de los primeros meses de descontrol y desoyendo las órdenes del gobierno, fueron esencialmente miembros de la Iglesia y las clases adineradas. Tras el caos, el gobierno fue recuperando el control y la represión se atenuó.
1ª Fase (julio a noviembre de 1936)
Un elemento clave para comprender la victoria final fue la ayuda por parte de Hitler y Mussolini. El puente aéreo permitió el rápido traslado del Ejército de África a la península, seguramente no habría sido posible sin los aviones alemanes e italianos, puesto que los buques de la Armada se declararon leales a la República, una vez depuestos los oficiales por las respectivas tripulaciones. Los legionarios y regulares, fuerzas profesionales, superaban con facilidad a las desorganizadas milicias obreras, por lo que el general Yagüe dirigió estas hacia Badajoz: durante y tras la toma de la ciudad tuvo lugar una brutal represión que escandalizó al mundo y produjo más de 10.000 víctimas. Las tropas continuaron su avance hacia Madrid y, antes de alcanzar la capital, Franco decidió desviar de nuevo las tropas para liberar la guarnición asediada por las milicias republicanas en el Alcázar de Toledo. La llamada "liberación" del Alcázar fue un gran triunfo propagandístico para Franco. Mientras, Mola tomó Irún y San Sebastián, aislando al País Vasco de la frontera con Francia.
2ª Fase: Las Batallas por Madrid
Las fuerzas dirigidas por Varela llegaron a las afueras de Madrid. Ante su superioridad militar, los partidos y sindicatos obreros alentaron la movilización del pueblo madrileño para defender la ciudad. El grito de "¡No pasarán!" se hizo célebre en todo el mundo. La moral de la población madrileña aumentó con la llegada de refuerzos exteriores: las Brigadas Internacionales (cuerpo de voluntarios de todas las naciones), tanques y aviones rusos, la famosa columna del anarquista Durruti, llegaron para ayudar a la defensa de la capital. Tras fracasar en su estrategia, Franco intentó cercar la capital. Este intento dio lugar a la batalla del Jarama, una de las más encarnizadas de la guerra, y la batalla de Guadalajara, donde las tropas italianas enviadas por Mussolini también fueron derrotadas. Mientras tanto, en el sur, los sublevados tomaban Málaga y, de nuevo, se producía una enorme represión.
La Campaña del Norte
De la primavera al otoño de 1937, los sublevados ocuparon la zona norte, que había quedado aislada del resto del país: de este a oeste, el País Vasco, Cantabria y Asturias fueron cayendo en manos de Franco. Durante esta campaña tuvo lugar el bombardeo de Guernica: la Legión Cóndor alemana bombardeó y arrasó la ciudad. Este acto, que en la Segunda Guerra Mundial se convertiría en rutinario, provocó un escándalo mundial e inspiró a Pablo Picasso en su célebre cuadro. En esta campaña, Emilio Mola, el único general que podía competir con Franco en el liderazgo del bando sublevado, murió en accidente de avión. La conquista del norte tuvo graves consecuencias para la República: no solo se perdieron las minas de carbón y hierro de la zona, sino que, en adelante, los franquistas pudieron concentrar todas sus tropas en la zona sur. En mayo de 1937, el socialista Juan Negrín es nombrado jefe de gobierno, cargo que ostentará en esta dificilísima etapa hasta el final de la guerra.
3ª Fase: De Teruel a la Batalla del Ebro
El general Vicente Rojo, al mando de un ejército mejor adiestrado, lanza una ofensiva republicana en Teruel. Las condiciones climáticas marcaron una durísima lucha que finalmente fracasó. Tras asegurar el dominio de Teruel, Franco lanzó un exitoso ataque general en Aragón, consiguiendo llegar hasta el Mediterráneo. Desde este momento, Cataluña quedó aislada y la zona republicana, partida en dos. Negrín propone el programa de los Trece Puntos, que respondió públicamente que solo aceptaría una rendición sin condiciones. La última gran ofensiva republicana dio lugar a la batalla del Ebro, en julio de 1938. Con más de 100.000 muertos, fue la más cruenta de la guerra y agotó definitivamente la moral y las reservas republicanas.
El Final de la Guerra
La antesala del fin de la guerra fue la ofensiva de los nacionales contra Cataluña. Tras tomar Barcelona, las tropas franquistas llegaron a la frontera francesa en febrero de 1939. Antes se había producido un enorme éxodo de población: más de 400.000 personas huyeron a Francia, donde fueron hacinadas en campos de concentración. Ante la inminente derrota, las divisiones internas se hicieron aún más profundas entre los dirigentes republicanos. El gobierno de Negrín, con el apoyo de los comunistas y parte de los socialistas, proponía la resistencia a ultranza. El objetivo era que el conflicto español quedara integrado en la inminente guerra europea y mundial que todo el mundo veía venir. De esa manera, la República encontraría aliados que le permitirían cambiar el signo de la guerra. Frente a esta posición, en Madrid, el coronel Casado se sublevó contra el gobierno de Negrín. Pese a las propuestas de negociación de Casado, Franco exigió la rendición incondicional. El 28 de marzo, las tropas franquistas entraron en Madrid y, el 1 de abril de 1939, terminaba la guerra.
Evolución de la Zona Republicana
El fracaso del golpe militar desencadenó, en la zona republicana, una verdadera revolución social. Los comités de los partidos y sindicatos obreros pasaron a controlar los elementos esenciales de la economía: transportes, suministros militares, centros de producción. En el campo, tuvo lugar una ocupación masiva de fincas. Se enfrentaron básicamente dos modelos: la CNT-FAI y el POUM, que emprendieron la inmediata colectivización de tierras y fábricas (su zona de hegemonía fue Cataluña, Aragón y Valencia); por otro lado, el PSOE y el PCE intentaron restaurar el orden y centralizar la toma de decisiones en el gobierno, respetando la pequeña y mediana propiedad. En septiembre, se estableció un gobierno de unidad, presidido por el socialista Largo Caballero y con ministros del PSOE, PCE, Izquierda Republicana y grupos nacionalistas vascos y catalanes. En noviembre, se incorporaron cuatro dirigentes anarquistas, entre ellos Federica Montseny, la primera mujer ministra en España. El gran desafío del nuevo gobierno era recuperar el control de la situación y crear una estructura de poder centralizada que pudiera dirigir, de forma eficiente, el esfuerzo de guerra. Se aprobó el Estatuto de Autonomía Vasco, continuaron las expropiaciones de tierras y los asentamientos campesinos, y se trató de reconvertir la producción industrial de modo acorde con la nueva situación. La crisis de mayo, en Barcelona, marcó un momento difícil, provocando la dimisión del gobierno de Largo Caballero y el nombramiento de Juan Negrín. Aunque ya era tarde para cambiar el signo de la guerra, a partir de ese momento se impuso una mayor centralización en la dirección de la economía y se terminó de construir el Ejército Popular, acabando con la indisciplina de las milicias. Avanzado el año 1938, la vida en los territorios republicanos era cada vez más difícil, porque faltaban los alimentos y abastecimientos básicos y, a pesar de la consigna de ganar la guerra, el cansancio por el esfuerzo bélico se iba haciendo presente. Los acontecimientos internacionales (el Pacto de Múnich - Francia y Gran Bretaña reconocieron el expansionismo nazi), la retirada de las Brigadas Internacionales, la disminución de la ayuda soviética) y los internos (la caída de Cataluña), reforzaron la idea de que la guerra estaba perdida.
Evolución de la Zona Controlada por los Golpistas
La muerte del general Sanjurjo dejó la insurrección sin un líder claro: en una reunión de los generales insurrectos, en Burgos, se acordó crear la Junta de Defensa Nacional, que se configuró como órgano de gobierno entre los sublevados. Las medidas que adoptó fueron drásticas: se estableció el estado de guerra en todo el territorio, se suprimieron todas las libertades y se disolvieron todos los partidos políticos, excepto la Falange y los requetés carlistas. Las medidas que se tomaron en el terreno económico fueron encaminadas en una doble dirección: cancelación de todas las reformas republicanas e intervención del Estado en la economía, siguiendo los principios de la ideología fascista. Así, se creó el Servicio Nacional del Trigo, que pasó a controlar el abastecimiento de pan de la población. En abril de 1937, se aprobó el Decreto de Unificación: falangistas y carlistas quedaron unificados en la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, que integraría a todos los llamados "nacionales". El modelo de partido único del fascismo italiano y del nacionalsocialismo alemán se imponía en la España franquista. La Ley de la Administración Central del Estado concentró en la figura de Franco los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. La Ley de Prensa estableció la censura de todas las publicaciones y el Fuero del Trabajo puso fin a la libertad sindical y estableció el control del Estado nacional sobre las organizaciones patronales y obreras. El nuevo régimen estableció un Estado confesional: volvió la subvención estatal a la Iglesia, se abolió el divorcio y el matrimonio civil, la mayoría de la educación volvió a manos del clero. Se establecía así lo que vino a denominarse el nacionalcatolicismo.
Dimensión Internacional de la Guerra
La Guerra Civil Española fue uno de los conflictos que más repercusión internacional provocó. Se entrecruzaron, a la vez, los intereses estratégicos de las potencias y el compromiso ideológico de las grandes corrientes políticas del momento. Las potencias fascistas decidieron, desde el principio, ofrecer una ayuda importante a los rebeldes dirigidos por Franco. Mussolini y Hitler no solo podían conseguir beneficios estratégicos, sino que ayudaban a un aliado ideológico. Las democracias tuvieron una actitud que se puede catalogar como uno de los grandes engaños diplomáticos del siglo. Su actitud se enmarca en su ilusoria búsqueda de una política de conciliación con Hitler que evitara la guerra. El gobierno francés, con el apoyo británico, ofreció a las demás potencias un pacto de no intervención en el conflicto español: se trataba de no facilitar ni hombres ni material de guerra a ninguno de los bandos en conflicto. Nació así el denominado Comité de No Intervención, al cual se adhirieron todas las potencias. El Comité fue una farsa. Mientras Francia y Gran Bretaña se abstenían de ayudar al régimen democrático en España, Hitler y Mussolini apoyaron la causa de Franco. Tras recibir apoyo aéreo, Mussolini envió a setenta mil soldados italianos, munición y material de guerra; y Hitler mandó a la Legión Cóndor, que incrementó, de manera decisiva, la superioridad aérea de Franco. La colaboración de Portugal, aunque no fue decisiva en el terreno militar, permitió el libre paso de armas para el ejército de Franco por territorio luso. Por último, hay que señalar las tropas marroquíes integradas en el ejército franquista, utilizadas como fuerzas de choque.