Generación del 98: Características, Renovación Literaria y la Novela Española
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Características de la Generación del 98
Preocupaciones filosóficas, existenciales y religiosas
Estas preocupaciones hay que situarlas en la crisis del positivismo de fin de siglo. Los autores del 98 se interrogaron sobre el sentido de la existencia humana, sobre el tiempo, sobre la muerte, sobre Dios, desde una perspectiva filosófica irracionalista, con una actitud existencialista angustiada y una fe religiosa problemática. Esa conflictividad existencial genera una pugna entre intelectualismo y vitalismo.
El tema de España
Se intensifica a partir del desastre de 1898. El tema de España no se plantea desde perspectivas regeneracionistas materialistas, sino desde una visión subjetiva, lírica incluso, que sea capaz de captar el alma dormida de España. Esa mirada es también crítica: como a Larra, les duele España. Siendo, la mayoría, de la periferia, verán en la Castilla, antes gloriosa y ahora decrepita, la médula de España.
Renovación del lenguaje literario
Como los modernistas, sintieron la necesidad de renovar el lenguaje literario decimonónico, para ellos retórico y ampuloso. Querían un lenguaje más preciso y sobrio, que no se redujera a los valores formales, sino que fuera significativo y expresara ideas. Tenían una clara voluntad de estilo y renovaron la técnica novelística.
La Generación del 98 y la novela española de principios del siglo XX
La narración realista-naturalista persiste con éxito a comienzos del siglo XX. Pero ya surgen nuevos novelistas renovadores, casi todos encuadrados en el grupo del 98, que abren nuevos caminos.
En 1902, se publican cuatro novelas que marcan el inicio de esta renovación. Supone una renovación narrativa, estilística y técnica: el narrador pierde la infalibilidad omnisciente; el argumento se fragmenta o reduce, ya que no interesa retratar la realidad exterior, sino las repercusiones de esta en la conciencia de los personajes, generalmente marcados por la falta de voluntad y por los conflictos existenciales; las descripciones de ambientes y paisajes tienden a ser impresionistas.
Miguel de Unamuno
Proyecta en sus novelas (como en toda su obra) su conflicto existencial.
Sus novelas están escritas con una lengua seca, precisa, rápida, un estilo ágil no exento de cierta retórica. Son características la escasa acción y la escasez de referencias concretas de espacio y tiempo, porque lo que importa es la realidad interior de los personajes, sus conflictos íntimos, expresados mediante abundantes diálogos cargados de ideas y monólogos interiores. Unamuno tiende a desdibujar los límites entre realidad y ficción.
Comienza su producción novelística con Paz en la guerra, ya una novela de ideas, en la que satiriza los excesos de una educación demasiado racionalista. Da el paso a la nivola con Niebla (1914), donde autor y personaje disputan por su existencia.
José Martínez Ruiz, Azorín
Mezcla la novela y el ensayo: en sus novelas hay muchas digresiones ensayísticas y en sus ensayos son bastantes los ingredientes narrativos. Incluso los temas son los mismos: la melancolía por el paso del tiempo y la búsqueda de lo permanente en lo fugaz. Su estilo es preciso, con frases concisas y breves, de gran riqueza léxica, muy impresionista y atento al detalle, todo teñido de un lirismo melancólico. Sus novelas más influyentes fueron las primeras: La Voluntad y Antonio Azorín, entre otras. Estas son fragmentadas, con escasa acción, basadas en las sensaciones y reflexiones del mismo protagonista. Su narrativa posterior reflexiona sobre mitos literarios o experimenta con las vanguardias, para terminar con novelas tradicionales como Doña María Fontán.
Pío Baroja
Verterá en sus novelas su pesimismo y su visión negativa del hombre y de una sociedad donde solo sobreviven los más fuertes. Destacamos rasgos característicos de su novelística:
- Estructura abierta: concibe la novela como una sucesión de escenas o cuadros sueltos, episódicos, hilvanados por un personaje protagonista.
- Los espacios son muy diversos: su País Vasco natal y Madrid, especialmente. Las descripciones suelen ser impresionistas, a veces con una percepción lírica del paisaje. El ambiente urbano madrileño muestra, en ocasiones, de modo naturalista, pero con cierto escepticismo, personajes degradados y situaciones sociales sórdidas.
- Narra el tiempo contemporáneo, como en las Memorias de un hombre de acción, donde novela casi todo el siglo XIX. Se preocupa más de la intrahistoria: los pequeños hechos como causas de los grandes acontecimientos.
- Le importa la repercusión de la realidad en la conciencia, no la realidad objetiva. Personajes y narrador perciben al hombre y la sociedad desde un pesimismo existencial.
- El estilo barojiano, aunque tildado de descuidado, es en realidad muy personal, muy vivo, natural y dinámico. Narra con precisión, claridad y rapidez, con frases cortas, párrafos más bien breves.
- Sus protagonistas suelen ser de dos tipos: hombres de acción u hombres contemplativos.
- Tendió a agrupar en trilogías su numerosa producción novelística. El propio Baroja distinguió dos etapas: a) hasta 1914: periodo de sus mejores novelas; b) a partir de 1914: pierde energía creativa, se vuelve más repetitivo; predomina la novela histórica y de aventuras.
Ramón María del Valle-Inclán
A medio camino entre el 98 y el Modernismo, cultivó una narrativa poco convencional, en la que evoluciona desde la prosa rítmica y de ambientación modernista y decadente de las Sonatas, a la sátira esperpéntica de las dictaduras hispanoamericanas en la que es una de las mejores novelas del siglo XX, Tirano Banderas, sin olvidar sus trilogías históricas de Las guerras carlistas.