Fundamentos de la Comunidad Política: Dignidad Humana y Bien Común

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Principios Básicos

Antes que nada, hay que tener en cuenta tres afirmaciones genéricas:

  • La comunidad política es la suma de la comunidad civil, o sociedad, y la autoridad, o el Estado.
  • La Iglesia no condena a ningún gobierno ni régimen político elegido por la comunidad civil y cuya actividad se dirija al bien común.
  • La comunidad política tiene autonomía, como cualquier otra realidad temporal.

La Comunidad Política como Institución Necesaria

Tras haber expuesto estas tres afirmaciones, podemos decir que la comunidad política es una institución necesaria en la vida humana. Constituye una exigencia básica ineludible de la naturaleza social del hombre. Porque la fijación, búsqueda y logro del bien común, en orden a la perfecta suficiencia de la vida, sólo son posibles desde la comunidad política y por medio de la misma.

La comunidad política existe para obtener un fin de otra manera inalcanzable: el crecimiento más pleno de cada uno de sus miembros, llamados a colaborar establemente para realizar el bien común, bajo el impulso de su natural inclinación hacia la verdad y el bien.

La Persona Humana como Fundamento y Fin

Ahora bien, la persona humana es el principio y el fin de la comunidad política. Por eso, el ejercicio del poder por parte de la autoridad ha de consistir en el servicio a todos y cada uno de los ciudadanos: son la autoridad porque nosotros los hemos elegido.

Considerar a la persona humana como el fundamento y fin de la comunidad política significa trabajar, ante todo, por el reconocimiento y el respeto de su dignidad mediante la tutela y la promoción de los derechos fundamentales e inalienables del hombre.

El Bien Común y los Derechos Humanos

La comunidad política tiende al bien común cuando actúa a favor de la creación de un ambiente humano en el que se ofrezca a los ciudadanos la posibilidad del ejercicio real de los derechos humanos y del cumplimiento pleno de los respectivos deberes.

Más Allá de los Derechos y Deberes: La Amistad Civil y la Fraternidad

Sin embargo, caeremos en una tecnocracia si la convivencia civil y política la basamos exclusivamente en los derechos y deberes de la persona; hay que reivindicar lo que el Magisterio ha llamado la amistad civil y la fraternidad. Juridificar demasiado la política puede hacerla fría y no ver a la persona, por eso hay que tener en cuenta valores como la donación de sí, el desinterés, la caridad, etc. De la misma persona nace la solidaridad y la dedicación al prójimo; por eso, el precepto evangélico de la caridad ilumina a los cristianos sobre el significado más profundo de la convivencia política.

La Propuesta de la Iglesia: La Civilización del Amor

La propuesta de la Iglesia no es un modelo técnico político, que no le compete; es, más bien, una propuesta social: construir la “civilización del amor” para liberar a tantos hombres y mujeres de opresiones económicas, políticas y sociales intolerables.

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