Friedrich Nietzsche: Crítica de la Cultura Occidental y el Advenimiento del Superhombre

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Contexto Histórico y Cultural

Friedrich Nietzsche nació en Röcken (Turingia). Sus abuelos y su padre fueron pastores protestantes, lo que contrasta con su posterior ateísmo. Recibió una sólida formación humanística, tocaba el piano y estudió Filología y Teología. A los 24 años fue nombrado catedrático extraordinario de Filología clásica en Basilea, cambiando su nacionalidad alemana por la suiza. Pocos años después, enfermó con terribles dolores de ojos y de cabeza, presagio de una vida aquejada por la enfermedad, los fracasos amorosos y una soledad terrible. A los 45 años, tras varios años de una vida nómada y llena de extravagancias, se le diagnosticó reblandecimiento cerebral y fue ingresado en una clínica de Basilea. Murió el 25 de agosto de 1900.

Antes de la guerra franco-prusiana de 1870, los enfrentamientos bélicos solo preocupaban a las dinastías políticas europeas, que los concebían como un instrumento de expansión territorial, económica y de recaudación de impuestos. Pero tras la guerra, la política de Prusia sufrió un giro hacia una progresiva manipulación de la opinión pública para favorecer el apoyo popular a la guerra. Prusia se consolidó como un país altamente nacionalista y militarizado, que concentraba todos sus esfuerzos en el logro de un estado alemán en competencia con los estados circundantes. Nietzsche presenció esta manipulación de las masas y de la opinión pública a favor del nacionalismo y fue testigo de cómo la vida cultural, artística, literaria, filosófica y religiosa estaban al servicio del Estado prusiano. El triunfo de los prusianos embriagó a la cultura alemana, que se vio reducida a mera cultura de masas, en un proceso de simplificación y homogeneización que Nietzsche detestaba.

Esta Alemania joven y fuerte se vanagloriaba de su reciente historia, con genios en literatura (Goethe, Schiller, Hölderlin), filosofía (Kant, Fichte, Schelling, Hegel, Marx), música (Bach, Beethoven, Schumann, Brahms) y en las restantes ciencias que la convertían en una potencia europea. Se daban en esta época las primeras conmociones de revueltas obreras frente a la opulencia del capital y un avance significativo de las ansias ilustradas de conquistar el mundo con la razón y con las ciencias.

Pero todo este exceso de razón sería rechazado por Nietzsche, padre filosófico del irracionalismo y destructor de mitos, para quien la razón es un invento y las ideas metafísicas son ídolos.

La crítica a la cultura alemana de su época se convirtió en la motivación básica en los inicios de su filosofía. Nietzsche eligió el ideal aristocrático griego como paradigma desde el que criticar los rasgos distintivos de su época. Atacó las dos grandes corrientes filosóficas del siglo XIX: el historicismo imperante por su defensa de las tradiciones e inmovilismo y el positivismo por la falsedad de su concepción de la verdad de la ciencia (el positivismo de Comte había aparecido mucho antes, pero ahora se había convertido en pensamiento oficial y en triunfo científico y tecnológico de la burguesía). Ambas corrientes fueron denostadas a favor del vitalismo del ideal griego en oposición al de la cultura judeocristiana.

Socialmente, la época estaba marcada por la decadencia de la sociedad cristianoburguesa alemana, con su moral puritana llena de prejuicios. Nietzsche reaccionó contra la mediocridad y contra el convencionalismo de la moral tradicional y su sistema de valores, porque son contranaturales y van contra la vida.

En su obra, Consideraciones Intempestivas, diagnosticó el origen de la degradación de la cultura alemana y la asimilación de sus valores nihilistas y represivos en la influencia de la cultura judeocristiana. Nietzsche acabaría haciendo extensivo este diagnóstico al conjunto de la civilización occidental, interpretando la causa de su decadencia en la transvaloración introducida en nuestra civilización tanto por la metafísica y la ciencia occidental como por la religión judeocristiana.

La enorme crisis de las últimas décadas del siglo XIX está presente en todas las aportaciones sociales y culturales de la época; se va produciendo un agotamiento, un cansancio (nihilismo lo llamará Nietzsche) de las ideas fundamentales que habían sostenido la concepción del mundo de la época anterior. Nietzsche es el más brillante portavoz de esta crisis y propone el superhombre, un hombre que afirme la vida, la tierra, que sustituya al hombre cristiano tradicional y, en definitiva, a Dios.

El Vitalismo de Nietzsche

El vitalismo de Nietzsche fue heredero de la filosofía de Schopenhauer, del que adoptó la primacía de la voluntad sobre la razón y la crítica a la moral kantiana. Nietzsche rechazó los valores ilustrados y su defensa de la razón especulativa como instrumento de comprensión del mundo. Su vitalismo promulga un ideal romántico frente al ilustrado, capaz de instalar a los hombres en la vida y que, en lugar de limitarse a racionalizarla o comprenderla, les ayude a concebir la vida como un acto creador.

Su vitalismo es un rechazo que va contra el intelectualismo y el positivismo; es una exaltación de los instintos, de los impulsos inconscientes y la intuición irracional. Es la actitud dionisíaca, desbordada, orgiástica, frente a la actitud apolínea, comedida y respetuosa con los valores tradicionales.

Lo que se ha venido a llamar su filosofía del martillo ha hecho que Nietzsche sea considerado uno de los grandes maestros de la sospecha. Recogiendo las reflexiones de Ricoeur, Nietzsche, junto a Marx y Freud, sospecharon que tras los valores de la modernidad y la cultura occidental se ocultaban oscuros intereses. Los tres sintieron la necesidad de encontrar un método de interpretación para acceder a esta realidad oculta:

  • Marx formuló en El Capital el materialismo histórico como instrumento capaz de descubrir que bajo los valores dominantes se encuentran los intereses de clase.
  • Freud encontró en el psicoanálisis el método para acceder a las motivaciones irracionales del inconsciente humano que subyacen bajo nuestra aparente racionalidad.
  • Nietzsche en su Genealogía de la moral utilizó el método genealógico para descubrir que tras los valores morales de la civilización occidental se oculta la voluntad de poder y el resentimiento de los débiles frente a los fuertes.

Esta labor hermenéutica de los maestros de la sospecha inauguró la crisis de los ideales de la Ilustración y su impronta se manifiesta aún en la renuncia de gran parte de los filósofos de la actualidad a la posibilidad de una comprensión total de la realidad humana.

El Ocaso de los Ídolos

El ocaso de los ídolos, la obra de la que está extraído el texto seleccionado para Selectividad, nos muestra un Nietzsche maduro, dueño de su pensamiento y de las radicales implicaciones que encierra. En Ecce Homo, que es una obra autobiográfica, él mismo dice que es el libro excepcional por excelencia: no hay nada más sustancioso, independiente, revolucionario y maligno. Lo que el título refiere como ídolos es lo que hasta ahora se ha llamado verdad. Ocaso de los ídolos quiere decir fin de la vieja verdad.

Consta de un breve prefacio y once capítulos, pero en realidad son fragmentos no hilados que son como relámpagos de intuición, pues él no es un escritor sistemático debido a su rechazo del sistema conceptual, que considera incapaz de captar la realidad, que es incesante devenir. En esta obra se condensa toda la crítica a la moral y a la metafísica tradicional, al cristianismo y al platonismo. Muestra la cronología del error, desde Sócrates al Estado democrático y al socialismo. La filosofía es instrumento, martillo crítico contra todos los elementos alienantes de la cultura.

Influencias

Heráclito fue el único filósofo, según él, que supo captar que el ser es una ficción vacía, que la realidad es devenir incesante, regido por la ley de contrarios, por el juego contradictorio, la contraposición Apolo/Dionisos para él, pues no habla de dialéctica por ser un concepto ontológico elaborado. En su juventud admitió la influencia de Schopenhauer y Wagner, pero más tarde rompió con ambos. La influencia de Feuerbach es decisiva por su concepción materialista y su crítica de la religión como un sueño humano.

Por su defensa de los valores antidemocráticos y por su antisemitismo, Nietzsche ha sido considerado uno de los precursores ideológicos del pangermanismo y del antisemitismo nazi, pero sus puntos de vista fueron adoptados de manera bien distinta y puestos en práctica después de las revueltas de mayo de 1968, aplicados a la crítica de las costumbres y de la sociedad. Puede considerarse también precursor de algunas de las corrientes más importantes de la filosofía del siglo XX. Por su utilización del método genealógico es un iniciador de la hermenéutica y por su defensa del vitalismo el padre del existencialismo. Requiere una mención especial su influencia en la filosofía posmoderna, a través de la figura de Heidegger. Su estilo literario ha traspasado las barreras del mundo académico de los filósofos contemporáneos; su fuerza expresiva sigue siendo arrolladora.

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