El Frente Popular en España (1936): Elecciones, Reformas y Golpe de Estado
El Frente Popular en España (1936): Elecciones, Reformas y el Camino a la Guerra Civil
Las Elecciones de Febrero de 1936 y el Triunfo del Frente Popular
En las elecciones de 1936, los partidos de izquierda (republicanos, socialistas y comunistas) se presentaron unidos bajo la coalición del Frente Popular. Algunos anarquistas de la CNT, aunque no de forma oficial, votaron a su favor. Por otro lado, los partidos de derecha, incluyendo a los monárquicos del Bloque Nacional y la CEDA, concurrieron en el denominado Frente Nacional, pero sin formar una candidatura única a nivel nacional, sino mediante pactos locales. La Falange de José Antonio Primo de Rivera no se integró en esta coalición.
El Frente Popular obtuvo el 48% de los votos, frente al 46,5% de las derechas y el 5,4% de las fuerzas de centro. El sistema electoral, basado en la distribución de escaños, otorgó al Frente Popular una amplia mayoría parlamentaria. El nuevo gobierno quedó constituido por Izquierda Republicana y Unión Republicana, con el apoyo parlamentario de los socialistas y otros partidos de la coalición. Manuel Azaña fue nombrado presidente de la República y Casares Quiroga, jefe del gobierno.
Primeras Medidas del Gobierno del Frente Popular: Reformas y Tensiones
Cumpliendo el programa pactado, el gobierno del Frente Popular liberó a los presos políticos de la Revolución de Octubre de 1934. Además, se reintegró en sus puestos de trabajo a los represaliados durante el gobierno de centro-derecha y se reanudó el proceso reformista que había sido interrumpido en 1933. El Gobierno de la Generalitat, que había sido encarcelado, abandonó el penal de San Juan del Puerto de Cádiz, y se levantó la suspensión del Estatuto de Cataluña. También se iniciaron negociaciones para la aprobación de los estatutos de autonomía del País Vasco y Galicia.
Sin embargo, la situación social era extremadamente tensa. En las ciudades, las huelgas eran frecuentes, y en el campo crecía la impaciencia, manifestándose en ocupaciones de tierras. A esto se sumaba la respuesta violenta de los patronos y las fuerzas del orden.
Falange Española, liderada por José Antonio Primo de Rivera, adoptó una postura activa de violencia callejera, siguiendo lo que él mismo denominó “la dialéctica de los puños y las pistolas”.
La Conspiración y el Golpe de Estado de 1936
Los planes para derrocar a la República comenzaron inmediatamente después de conocerse los resultados electorales. El mismo día de las elecciones, el general Franco, entonces Jefe del Estado Mayor, presionó para que se declarara el Estado de Guerra, pero el general Molero, ministro de la Guerra, se negó.
El Gobierno, consciente de la amenaza, decidió alejar a los generales de dudosa lealtad republicana. Goded, Franco y Mola fueron destinados a Baleares, Canarias y Pamplona, respectivamente. Sin embargo, antes de ocupar sus nuevos destinos, estos generales participaron en una conspiración en Madrid en marzo de 1936, que fracasó un mes después. A partir de ese momento, la organización de la sublevación fue asumida por el general Mola, quien firmaba sus circulares desde la Comandancia General de Pamplona con el seudónimo de “el Director”. Mola fue sumando apoyos para su plan: un levantamiento militar coordinado que estaría bajo el mando del general Sanjurjo, exiliado en Portugal. El objetivo era derrocar al Gobierno del Frente Popular y establecer un Directorio militar.
Antes del inicio de la guerra, el asesinato del teniente Castillo de la Guardia de Asalto, conocido por su militancia socialista, fue vengado por sus compañeros. Estos asesinaron a Calvo Sotelo (14 de julio), diputado monárquico que ya estaba implicado en la sublevación militar. La muerte de Calvo Sotelo aceleró los planes golpistas. La sublevación se inició en Marruecos el 17 de julio de 1936, dando comienzo a la Guerra Civil Española.