Fray Luis de León, Oda Vida retirada

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Oda a la vida retirada

En este texto el autor imita la oda clásica horaciana, una composición poética del género lírico cuyo tono es generalmente de alabanza. Es por ello que el poema presenta un elogio de la vida retirada, tras el desprendimiento de los bienes engañosos de este mundo que nos invitan al caos: riqueza, envidias, preocupaciones... Ensalza como el camino hacia el conocimiento de Dios y la verdadera sabiduría el alejamiento de la vida agitada de la ciudad, retirándose al campo, un mundo tranquilo y sereno como el edén. Expresando así uno de sus mayores anhelos: la paz espiritual. Para alcanzarla, debe iniciar un recorrido purificador a través de la búsqueda de la verdad o la percepción de la música, una actitud estoica.

Por tanto, el tema central del texto es el retiro y la renuncia de los bienes engañosos, por lo que recurre al tópico literario de Horacio, de quien recibe una gran influencia, Beatus Ille (“dichoso aquél que puede escapar del mundanal ruido de la urbe”).

Fray Luis de León, (Belmonte, 1527 - Madrigal de las Altas Torres,  1591) fue un poeta, humanista y religioso agustino español de la escuela salmantina. Fernando de Herrera y San Juan de la Cruz entre otros. Su obra está inspirada por el deseo del alma de alejarse de todo lo terrenal para poder alcanzar lo prometido por Dios, identificado con la paz y el conocimiento. Los temas morales y ascéticos dominan toda su obra.

Por lo que hace la métrica, el poema se elabora de liras, una combinación métrica introducida por el poeta toledano del Renacimiento Garcilaso,  compuestas por estrofas de cinco versos endecasílabos y heptasílabos con rima consonante que sigue el esquema 7a, 11B, 7a, 7b, 11B.

Siguiendo con la estructura  externa, el poema está compuesto por diecisiete liras. Si pasamos a la interna, el poema se organiza en cuatro partes y cada una de ellas está compuesta por cuatro liras (excepto la última, por cinco) que ensalzan los tópicos previamente mencionados: deseo de la vida retirada opuesta a la ciudad y la descripción del huerto, tal como pasamos a explicar a continuación.

 La primera parte, escrita en tercera persona (carácter impersonal), comprende las cuatro primeras estrofas (vv. 1-20). En esta parte, Fray Luis elogia a “los pocos sabios que en el mundo han sido” por haber elegido el camino de la vida espiritual (conocimiento), alejada de las cosas materiales tras las que andamos y corremos, como indicaba Jorge Manrique con el tópico Ubí sunt y de las banalidades mundanas que se asocian con el “mundanal ruido”, donde imperan los vicios y bienes falsos, que nos apartan de la felicidad, como el poder (v. 7), la riqueza (v. 8) o la fama (v. 11). De hecho, se desarrolla un tópico llamado Contemptusmundi (menosprecio del mundo).

Así pues, este camino que alaba el poeta pasa por llevar una vida retirada, donde aparecen exclamaciones retóricas para expresar el tema general del poema (vv. 1-10), un camino alejado del caos de las ciudades que nos proporciona sabiduría y tranquilidad. Para ello crea aliteraciones como la de la -s, vinculada con el silencio (ej: descansada, sigue, sabios, sido, sincera…). También destaca la interrogación retórica de la última estrofa (vv. 16-20) que, con ella, Fray Luis pretende justificar su desprecio por el mundo material y superficial.

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