Felicidad y Virtud según Aristóteles: Claves para una Vida Plena

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La Búsqueda de la Felicidad según Aristóteles

Para Aristóteles, el fin último de la acción humana es el bien, y el bien supremo para el ser humano es la felicidad. De hecho, afirmaba que "vivir bien y actuar bien es lo mismo que ser feliz". Sin embargo, la concepción de la felicidad varía entre las personas. Algunos la asocian con la riqueza, otros con la salud o el placer. Pero, según Aristóteles, estos no son fines en sí mismos (la felicidad), sino medios para alcanzarla.

Tipos de Vida y la Felicidad

Aristóteles distingue tres tipos de vida en relación con la felicidad:

  • Vida placentera: Considerada impropia del hombre libre y racional.
  • Vida política: Propia del hombre virtuoso, basada en el honor y el reconocimiento social. Quien busca la estima pública, en realidad, valora la virtud.
  • Vida contemplativa: Propia del filósofo, enfocada en la búsqueda de la sabiduría y la contemplación de lo eterno y divino.

También menciona la "vida crematística", que persigue la riqueza. No obstante, la riqueza es claramente un medio y no un fin.

Este debate entre los diferentes tipos de vida refleja la complejidad del bien que se busca. Los platónicos, por ejemplo, defendían que el bien es algo unívoco y universalmente definible, a diferencia de la concepción aristotélica.

Características del Bien Supremo

Para Aristóteles, el bien supremo, es decir, la felicidad, debe poseer las siguientes características:

  • Ser la causa final, aquello que justifica la acción.
  • Ser perfecto, es decir, elegirse por sí mismo y no en función de otra cosa.
  • Ser autosuficiente, bastarse por sí mismo sin necesidad de nada más.

Estos rasgos definen la felicidad, el único bien que por sí solo hace deseable la vida.

La Función Propia del Hombre (Érgon)

Aristóteles introduce un elemento crucial en su ética: la función propia del hombre, su érgon. Como ser vivo, el hombre tiene una actividad que le es propia. Al realizarla, alcanza la felicidad, lo que hoy llamaríamos "realizarse", hacer aquello para lo que estamos diseñados.

Lo propio del hombre no son las funciones básicas que compartimos con los animales, sino la razón. Su función es una actividad racional, y no una cualquiera, sino excelente.

Virtud y Felicidad (Areté)

Aristóteles establece una conexión entre virtud y felicidad. El término que emplea para referirse a la virtud es areté. Para él, la virtud no se limita a ser un buen hombre o tener buenas intenciones, como la humildad, a la que Aristóteles no consideraría una virtud. Es importante destacar que la palabra griega areté se refiere a una condición objetiva, mientras que el término castellano "virtud" suele aludir a una cualidad subjetiva.

Aristóteles establece condiciones para la actividad que conduce a la felicidad:

  • Debe ser una actividad del alma realizada de forma continuada (toda la vida).
  • No es algo que se posee, sino una actividad que se pone en práctica.
  • Es una actividad placentera. Aunque el placer no sea el bien supremo, está ligado al ejercicio de la racionalidad y, por lo tanto, a la vida feliz.

Felicidad, Virtud y Condiciones Externas

La felicidad no es la mera posesión de la virtud, sino su ejercicio, por lo que está sujeta a los vaivenes de la fortuna. El hombre virtuoso alcanza la felicidad en las circunstancias cambiantes de la vida, aunque esta puede verse afectada si las desgracias son muy significativas.

El hombre feliz nunca será completamente desgraciado, ya que afrontará los infortunios con serenidad. No siempre será dichoso, pero enfrentará las adversidades mejor que el hombre no virtuoso.

Vida Contemplativa y Vida Política

La vida feliz para el individuo sería la vida contemplativa, dedicada a la sabiduría, la actividad más excelente del ser humano. Para la sociedad, la mejor sería la vida política, en la que se atienden los asuntos humanos.

Aristóteles concluye que es imposible dedicarse exclusivamente a la sabiduría, por lo que debemos alternarla con la dedicación a los asuntos humanos (vida política).

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