Factores Determinantes de la Experiencia Religiosa: El Misterio y lo Sagrado

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Factores Determinantes de la Experiencia Religiosa

El Ámbito de la Experiencia Religiosa: Lo Sagrado

El ámbito de lo sagrado podría compararse con un espacio al que se entra a través de una puerta invisible, no por un desplazamiento local, sino por la interpelación de algo o alguien supremo que se hace presente. Con lo sagrado se alude a un clima o atmósfera distintos en el que las cosas aparecen inmersas durante la vivencia religiosa. Lo sagrado no es una zona acotada de la realidad, sino una forma peculiar de ser y de aparecer el hombre y la realidad en su conjunto, y que surge cuando aparece lo Religioso. El paso que pueden dar las cosas desde un comportamiento neutro a un comportamiento Religioso ha sido calificado por Mircea Eliade como una "ruptura de nivel" que le permite al hombre el acceso a un orden de ser diferente y definitivo. Esta ruptura de nivel es la que da lugar a la constitución de lo sagrado como un mundo específico en relación con lo profano.

Ejemplo de ruptura de nivel:

Ante un gran nogal, mientras el hambriento piensa en sus frutos, un industrial calcula el precio de su madera, el carpintero proyecta un mueble, el ingeniero agrónomo sueña con una repoblación forestal, etc. Todos estos se mueven en un ámbito profano. El hombre Religioso, en cambio, en un preciso momento se siente sobrecogido por las fuerzas secretas que se revelan en ese árbol, por su vejez secular, por la fortaleza con que resiste a los elementos de la naturaleza, y queda maravillado al verse él también afectado por esas mismas fuerzas superiores. Se encuentra en un ámbito sagrado.

Las cosas no pertenecen al orden de lo profano o de lo sagrado en exclusión, pueden estar entremezcladas. Pueden establecerse las siguientes características de lo sagrado:

  1. Lo sagrado es original y totalizador: en la experiencia religiosa, lo Sagrado se presenta al hombre como la razón de ser de lo profano y su origen mismo. Todas las cosas son profanas, pero en su más íntima esencia son sagradas al estar invadidas por la trascendencia; de ahí el carácter totalizador de lo sagrado.
  2. Lo sagrado es previo y anterior: el hombre creyente no percibe lo sagrado como una proyección de su subjetividad interna fuera, sino como algo que engloba previamente tanto a los aspectos subjetivos de la experiencia religiosa (reacciones anímicas, actitudes, intenciones, etc.) como sus aspectos objetivos (realidades naturales, instituciones, personas, etc.) y también como algo anterior a cualquier confesión religiosa concreta.
  3. Lo sagrado no altera la entidad física de los seres: las cosas y los hombres que se hallan inmersos en el ámbito de lo sagrado no experimentan por ello ninguna alteración en su naturaleza, en sus propiedades, ni en su experiencia externa.

La Realidad Determinante del Ámbito de lo Sagrado: El Misterio

Intentamos esclarecer quién es el "otro". El cristianismo lo identifica como el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, pero otras tradiciones se refieren a Él con otro nombre, como "el inefable"; por eso, para que nuestra descripción abarque todas las religiones de la historia, vamos a designarlo como "el misterio", según la expresión acuñada por el autor Rudolf Otto en su obra Lo Santo.

Dada la absoluta misteriosidad del misterio, no es posible describirlo por contemplación directa o inmediata, porque en cualquier caso dejaría de ser incontrolable y absoluto; solo puede acotárselo por el eco que produce en el sujeto Religioso.

Características del Misterio

Hay una serie de características objetivas con las cuales el misterio se presenta en la conciencia religiosa. La descripción se hará por parejas de cualidades opuestas para que quede más patente el carácter paradójico del misterio:

  1. Real e indemostrable: Real porque el misterio no es una invención del hombre Religioso para explicar lo humanamente inexplicable; está ahí y se impone indiscutiblemente cuando quiere con todo el peso de su existencia. Esto explica que cuando el pensamiento humano ha querido expresar esta existencia del misterio, haya utilizado fórmulas como las de "ser puro" o "ser necesario", que no debe su existencia a nada ni a nadie, solo a sí mismo. Y, sin embargo, esa existencia del misterio es indemostrable, porque el hombre Religioso no puede recurrir a ninguna prueba racional para demostrar a otros una presencia que se le impone con absoluta independencia de su esfuerzo por conseguirla, ni puede recurrir a explicaciones científicas para dar cuenta de su naturaleza. Es "el que es", o sea, el innombrable.
  2. Trascendente e inmanente: Trascendente porque el misterio carece en nuestro mundo de un punto de comparación para explicar su ser y de un medio técnico para controlar su acción. Por eso, algunos autores se refieren a él con la expresión de lo "totalmente otro", lo absolutamente distinto de todo lo conocido y desconocido. Sin perder su trascendencia, el misterio es inmanente a todo, haciéndose presente en el fondo subjetivo del hombre mismo. San Agustín dirá que es, al mismo tiempo, "interior intimo meo" y "superior summo meo" (más íntimo que lo más íntimo de mí y más elevado que lo más elevado de mí).
  3. Activo y comprometedor: Activo porque la presencia inmanente del misterio en nuestro mundo no es meramente pasiva, sino que se presenta a la conciencia religiosa dotada de su poder dinámico y una fuerza eficaz, que da razón de ser y de obrar de todos los seres existentes. Por eso, algunos autores han colocado esa potencia activa en el centro de todo el mundo de lo sagrado. Comprometedor porque esa fuerza poderosa no anula la libertad del hombre o provoca su reacción de forma mecánica. Por el contrario, respetando la libertad del hombre, solicita su respuesta y promueve su compromiso voluntario en orden a secundar la acción del misterio en este mundo.
  4. Valioso y gratuito: El misterio es la realidad sumamente valiosa. Vale por sí mismo y confiere valor a todo lo que existe, o en expresión de J. Martín Velasco: "lo que es digno de ser en sí mismo y hace digno de ser a todo lo que es". Gratuito porque el bien da sentido último, pero no utilidades inmediatas. No vale porque el hombre despeje sus incógnitas ni para satisfacer sus deseos. Por eso lo llamamos gratuito.
  5. Tremendo y fascinante: Tremendo porque el misterio se presenta con absoluta trascendencia, con majestad y con poder y actuación eficaz sobre el hombre. Fascinante, porque el misterio posee un atractivo irresistible, por su gran belleza y por su bondad suprema, y su inmaculada santidad y por su gran valor con el cual a mí me valoriza.
  6. Personal y silencioso: Muchas representaciones del misterio o de lo divino han adoptado históricamente formas inanimadas de elementos de la creación: astros, montañas, terrenos, relámpagos, ríos, árboles, animales, etc. Este hecho, sin embargo, no se opone al carácter personal que atribuimos al misterio. La razón está en que lo importante no es la atribución de la divinidad de las propiedades espirituales, sino la calidad de la relación que la persona establece con el misterio a través de la mediación de una imagen cualquiera. Esta relación es auténticamente interpersonal desde el momento que el misterio deja sentir su presencia en el hombre Religioso, actuando sobre él y su entorno, interpelando sus aptitudes y suscitando su respuesta. La estructura personal que ofrece el misterio no impide a la experiencia religiosa su silencio. Aunque en el cristianismo la divinidad ha sido caracterizada como palabra o verbo, el silencio de Dios no ha dejado de ser denunciado, sobre todo en la actualidad, dando origen a multitud de corrientes de opinión: la secularización, el deísmo, el ateísmo o la "muerte de Dios".

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