Factores de desigualdad en el sistema educativo
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Variables en la desventaja educativa: género, hábitat y origen social
El número de menores "en riesgo" que abandona prematuramente el sistema educativo aumenta progresivamente y afecta, además, a jóvenes de muy distinto estatus socioeconómico, aunque se focaliza preferentemente en los grupos que sufren más intensamente la precariedad económica.
Una aproximación a las desigualdades ante la educación pasa por la consideración de las siguientes variables: género, lugar de residencia (hábitat), origen social y pertenencia a minorías étnicas y culturales.
Género
En la España actual, el género no aparece como un factor de desigualdad en la escolarización global. Sin embargo, por niveles educativos, se observa que en Bachillerato hay más mujeres escolarizadas que hombres, mientras que en Formación Profesional la situación se invierte. En la Universidad también hay más mujeres matriculadas, aunque la proporción varía de unas carreras a otras.
Hábitat
Otra variable de interés es la localización del domicilio de los alumnos. Los sujetos que habitan en zonas urbanas (más de 10.000 habitantes) están escolarizados a partir de los 14 años en mayor medida que en las zonas intermedias (entre 2.000 y 10.000 habitantes) o en las rurales (menos de 2.000 habitantes). Sin embargo, no parece haber interrelaciones entre género y hábitat.
Origen social
El estudio de la variable origen social resulta más complejo. Generalmente, la posición social de una persona viene condicionada por su ocupación (posición profesional y económica, y situación laboral), las propiedades, el acceso a los bienes (salud, cultura, ocio, etc.) y el nivel y tipo de estudios cursados. Aunque la posición social puede variar con el tiempo, el origen social constituye un elemento muy influyente en la configuración de la personalidad.
Los resultados del análisis de estas tres variables parecen indicar que el origen de las diferencias en la escolarización se debe, en su mayor parte, al origen social y, en menor medida, al hábitat y al género, lo que corrobora la idea de que el "sistema educativo reproduce la desigualdad económica".
Situación de las minorías étnicas y culturales: los gitanos e inmigrantes
Otro motivo de desigualdad puede ser la pertenencia a determinadas minorías.
La población gitana
El colectivo gitano español, unos 400.000 miembros, se caracteriza por ser una población muy joven: casi la mitad está por debajo de los 16 años y más de dos tercios tiene menos de 25 años. Tiene una tasa de natalidad dos tercios más alta que la población paya. El 95% pertenece a la clase media-baja y baja, realizando actividades de bajo nivel profesional y con escasa preparación académica.
Su situación en el sistema educativo presenta una panorámica compleja. Según datos del Secretariado General Gitano (2001), el 94% ha iniciado la escolarización a los 6 años o antes, y el resto se ha incorporado con, al menos, un año de retraso. Sin embargo, solo el 69% ha mantenido una escolarización continua y las tasas de escolarización descienden drásticamente a partir de los 10 años (55%), especialmente en niñas. El 31% presentó un absentismo de tres meses o más durante algún curso. A partir de los 16 años, el número de jóvenes escolarizados es mínimo, siendo excepcionales quienes terminan estudios universitarios. En cuanto al rendimiento académico, solo el 44% supera todas las áreas curriculares y el 30% realiza sus deberes en casa con regularidad. Solo alrededor de un 36% acude siempre o casi siempre cuando son citados por los profesores de sus hijos (el 70% nunca ha concertado una entrevista). Por otro lado, solo el 12% de los centros que escolarizan a estos alumnos ha incluido en su Proyecto Educativo elementos de la cultura gitana, lo que da una idea del alejamiento y/o desconocimiento que aún existe entre ambas culturas.
La población inmigrante
España ha pasado de ser un país de inmigración para los europeos "acomodados" a poseer un fuerte atractivo, sobre todo, para los inmigrantes que desean mejorar sus condiciones económicas y las de sus familias.
En 1992 había 12.500 niños escolarizados en centros educativos de nivel no universitario; en el curso 2000-2001, la cifra ascendía a 133.684, con un crecimiento del 30 por mil respecto al curso anterior.
Pero la principal desigualdad que se aprecia no tiene su raíz en la pertenencia a otras culturas, sino en la posición social y la situación socioeconómica. Si consideramos que el 70% del alumnado extranjero escolarizado procede de países pobres y que las cifras de escolarización de dichos alumnos descendieron en 2000-2001 de casi 38.000 alumnos matriculados en la ESO a poco más de 10.000 entre Bachillerato, ciclos formativos y Garantía Social, podremos sacar conclusiones respecto a sus aspiraciones o posibilidades de continuar en el sistema educativo. Otro dato de interés es que, frente a 104.000 matriculados en centros públicos, solo 30.000 lo están en centros privados.
Reflexiones sobre las estadísticas acerca de las desigualdades en educación
Actitudes y estructura familiar
En las clases acomodadas, la interiorización de las normas opera como instrumento potenciador de su estatus social. Las familias de clase media suelen tener una estructura más flexible y democrática que las de clase baja, y los roles en función del género parecen ser más igualitarios; en cambio, en las familias de barrios marginales y del medio rural, las nuevas pautas de socialización tienen efectos muy diversos: desde la costosa y precaria integración en los valores normalizados hasta la reactividad.
Ambiente de aprendizaje
Por una parte, las expectativas en las familias de clase baja suelen orientarse hacia el presente y la consecución de objetivos a corto plazo. La forma de administrar la disciplina es distinta: la utilización del castigo, a veces físico, contrasta con una disciplina, en general, más suave, firme y razonada en la clase media.
El estilo familiar de enseñanza
En la clase desfavorecida se utilizan más los modos imperativos, las negaciones y las interrupciones, y menos las preguntas. Se suele proporcionar al niño menor estimulación y apoyo respecto al aprendizaje de contenidos o materias tratadas en la escuela, frente a las familias de clase media, que suelen proporcionar mayor apoyo y un modelo de enseñar y aprender más próximo al escolar. La relación directa de la familia con la escuela es mucho más frecuente entre los padres de clase media.
Todo ello da lugar a que muchos niños y jóvenes de clases sociales desfavorecidas, cuando acceden a la escuela, suelan carecer de algunos hábitos de comportamiento y de los esquemas de conocimiento necesarios para enfrentarse con éxito a las tareas académicas, manifestando peor comprensión de las normas y objetivos escolares.
Se produce, además, un doble efecto sobre los sectores socialmente más débiles: unos son integrados "normalmente", son buenos padres, buenos hijos y estudiantes, en definitiva, "pobres, pero honrados". Otros son catalogados en función de su desviación en niños de la calle, fracasados escolares, inadaptados sociales o peligrosos delincuentes.
Todo esto se agudiza en algunos colectivos, como el de la minoría gitana o magrebí, en los que, además, existen diferencias culturales muy acusadas con respecto a la población mayoritaria, que explicarían el bajo rendimiento académico y la motivación de estos alumnos, su temprano abandono del sistema educativo y sus dificultades para la inserción laboral.
Por otra parte, los problemas de desigualdad a los que se enfrentan los alumnos que viven en zonas rurales son de distinto tipo. En este caso, el bajo nivel de expectativas y motivaciones académicas y/o profesionales de los alumnos y sus familias, unido a la movilidad, mayor aislamiento del profesorado y a un contexto cultural poco estimulante por la escasez de recursos y alternativas, hacen que, aunque el índice de abandono en la ESO no sea excesivamente alto, sean menos los alumnos que inician el acceso a la Universidad.