Fábulas clásicas: sabiduría y moraleja

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La leona y la zorra

Una leona, ofendida por una zorra por parir siempre de uno en uno, dijo: "Paro, sí, a uno, pero a un león."

El sol y las ranas

Las bodas del Sol se inician en verano. Todos los animales se alegran por esto, incluso las ranas. Pero una de ellas dijo: "¡Oh, insensatos! ¿Por qué celebráis? Si, siendo uno solo, el Sol seca toda charca, si al casarse engendra un hijo parecido a él, ¿qué mal no sufriríamos?"

El cuervo enfermo

Un cuervo enfermo le dijo a su madre: "Madre, suplícale al Dios y no te lamentes". Pero ella respondió: "¿Quién de los dioses, oh hijo, se compadecerá de ti? ¿A quién no le has robado su carne?". La fábula enseña que los que tienen muchos enemigos en su vida no encontrarán ningún amigo en la necesidad.

El asesino

Alguien, que había matado a una persona, era perseguido por los parientes de aquella. Siguiendo el curso del río Nilo, al aparecérsele un lobo, asustado, se subió a un árbol situado junto al río y se escondió allí. Al ver una víbora que subía hacia él, se arrojó al río. Un cocodrilo lo recibió y lo devoró. La fábula enseña que para las personas malditas ni el elemento de la tierra, ni el del aire, ni el del agua es seguro.

La zorra y la máscara

Una zorra que entró en casa de una citarista y que rastreaba cada uno de sus utensilios, encontró una cabeza de máscara bellamente adornada. Levantándola con sus propias manos, dijo: "¡Oh, qué cabeza!, ¡y no tiene cerebro!".

La víbora y la zorra

Una víbora se lanzaba a un río de espinas. Una zorra, mirándola, dijo: "Digno del barco es el capitán".

Zeus y la serpiente

Celebrando Zeus sus bodas, todos los animales regalaron cada uno según su propia capacidad. Una serpiente, cogiendo una rosa en la boca, subió arrastrándose. Viéndola, Zeus dijo: "Acepto los regalos de todos los demás, pero de tu boca no los cojo".

El toro y las cabras salvajes

Un toro, perseguido por un león, huyó a una cueva en la que había cabras salvajes. Golpeado y corneado por ellas, dijo: "Aguanto no por teneros miedo, sino al que está delante de la boca de la cueva".

Los bueyes y los ejes

Unos bueyes tiraban de un carro. El eje, chirriando, les dijo: "¡Oh, este!, llevando nosotros todo el peso, ¿has gritado tú?". Así también algunas personas, mientras nosotros nos esforzamos, fingen cansancio.

El pavo real y el grajo

Queriendo las aves nombrar un rey, un pavo real creía conveniente votarse a sí mismo por su belleza. Un grajo, respondiendo, dijo: "Pero, si, siendo tú rey, un águila intenta perseguirnos, ¿cómo nos ayudarás?". La fábula enseña que a los gobernantes hay que escogerlos no solo por la belleza, sino también por la fuerza e inteligencia.

El agricultor y sus hijos

Un hombre agricultor, que estaba a punto de morir y quería que sus hijos fueran expertos en la agricultura, les dijo: "Hijos, en uno de mis viñedos hay guardado un tesoro". Después de su muerte, cogiendo arados y azadas, excavaron toda su tierra de labor. Ciertamente no encontraron el tesoro, pero el viñedo les multiplicó con creces la cosecha. La fábula enseña que el esfuerzo es un tesoro para las personas.

La cigarra y las hormigas

En época de invierno, las hormigas dejaban secar el trigo mojado. Una cigarra hambrienta les pedía comida. Las hormigas le dijeron: "¿Por qué no guardaste tú también comida durante el verano?". Ella dijo: "No estaba ociosa, sino que cantaba armoniosamente". Ellas, mirándose, dijeron: "Pues si en la estación de verano tocabas..., en la de invierno baila".

La cerda y la perra

Una cerda y una perra discutían acerca de la fecundidad. La perra decía ser la más fecunda de todos los animales terrestres. La cerda, replicando, dijo: "Cuando dices eso, debes saber que paras a ciegos a tus propios cachorros".

El viejo y la muerte

Un viejo que había cortado leña y la llevaba por un largo camino, quitándose la carga por la fatiga, invocaba a la muerte. Apareciéndole la muerte y preguntándole la causa por la que la invocaba, el viejo dijo: "Para que lleves la carga".

La encina y la caña

Una encina y una caña discutían acerca de la fuerza. Surgiendo un fuerte viento, la caña, agitándose e inclinándose con las ráfagas, evitó el arrancamiento. Sin embargo, la encina, resistiendo continuamente, fue arrancada de raíz.

La comadreja y la lima

Una comadreja, entrando al taller de un herrero, lamió la lima que había allí. Al rasparse la lengua, salía mucha sangre. Ella disfrutaba sospechando que se llevaba algo del hierro, hasta que perdió completamente la lengua.

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