Explorando lo Sublime y lo Trágico: Friedrich y Géricault
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La obra "Monje frente al mar" de Friedrich, creada entre 1808 y 1810, es un claro ejemplo de la naturaleza saturniana que caracteriza al artista. Se trata de una poética de lo **sublime matemático**. Sus paisajes alcanzan una dimensión religiosa y trascendental, donde **Dios reside en la naturaleza**, reflejando una visión panteísta. Friedrich trata la pintura de paisaje como una metáfora cargada de espiritualidad, representando un paisaje inalcanzable que a menudo refleja sus problemas personales, convirtiendo sus obras en una contemplación de la vida interior.
Lo **sublime matemático** se manifiesta como algo absolutamente grande y majestuoso, que trasciende al hombre y supera toda medida sensorial, evocando la idea de infinitud. Kant alude a la obra de Friedrich como una naturaleza saturniana, paisajes inalcanzables. Aunque Friedrich rara vez retrata personajes, cuando lo hace, los presenta como figuras perdidas en la inmensidad, a menudo de espaldas al espectador, convirtiéndose en el centro compositivo de la obra.
En "Monje frente al mar", el monje observa un mar turbulento por una tormenta, pero a medida que la vista se eleva, el cielo se aclara, sugiriendo que hay algo más allá, una esperanza. La obra se convierte en un monólogo sobre los problemas de la vida y la muerte, explorando las relaciones entre la naturaleza, Dios y el hombre, resaltando la insignificancia del ser humano ante la grandiosidad de la naturaleza.
En contraste, Géricault, en su obra "La balsa de la Medusa", traduce en imágenes los relatos de los supervivientes del naufragio de la fragata francesa "La Medusa", ocurrido el 2 de julio de 1816 en las costas africanas. El incidente generó una gran polémica debido a que el capitán, priorizando su propia supervivencia, abandonó a 150 personas en una balsa de madera, de las cuales solo sobrevivieron 15. En condiciones extremas y con escasez de alimentos, los supervivientes recurrieron al canibalismo para sobrevivir.
La balsa se convirtió en una imagen representativa de una época, similar a las obras de Goya, simbolizando la Restauración Borbónica y la ruptura de los ideales ilustrados. Géricault transforma estos hechos periodísticos en un símbolo de la destrucción del lenguaje clásico acorde con el mundo de la razón, utilizando una composición piramidal. La base de la pirámide representa la muerte, cubierta de cadáveres, ascendiendo hacia una zona de tensión donde los supervivientes alzan las manos. Todas las figuras se dirigen hacia un hombre en el vértice de la pirámide, que agita un pañuelo hacia un barco en el horizonte, representando la posible salvación.
La iluminación de los distintos grupos no unifica la superficie, sino que contribuye a crear una sensación de dispersión. Las posturas de las figuras semidesnudas muestran la influencia de Miguel Ángel y Caravaggio. Llama la atención que las víctimas, tras días a la deriva en condiciones extremas, no parecen debilitadas ni quemadas por el sol. Géricault no representa héroes, sino el heroísmo, la resistencia heroica ante el destino y sus semejantes.