Explorando los Orígenes de la Historiografía y la Oratoria en la Antigua Grecia
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Orígenes de la Historiografía en la Antigua Grecia
La historiografía tiene sus raíces en la Ilíada y la Odisea de Homero, así como en la Teogonía y Trabajos y Días de Hesíodo. En estas obras, el mito jugaba un papel central, y los individuos se identificaban con los valores e ideales de su pueblo, satisfaciendo así la necesidad de comprender la relación entre el ser humano, el mundo y lo sobrenatural.
En Mileto, un importante centro comercial, surgió el pensamiento racional, que dio origen a la filosofía y la historiografía. Este nacimiento en Mileto está ligado a la prosa y al dialecto jónico. Los primeros historiadores fueron conocidos como logógrafos, entre los que destacan Cadmo, Dionisio y Hecateo.
Heródoto
Heródoto, nacido en Halicarnaso en el 484 a.C., escribió en dialecto jónico. Tras ser desterrado a la isla de Samos durante diez años, viajó extensamente. En el 447 a.C., se trasladó a Atenas y se relacionó con el círculo de Pericles. Murió en Turios. Su obra sobre las Guerras Médicas, dividida en nueve libros (cada uno con el nombre de una musa), destaca por su objetividad y precisión. Su composición es homérica, y su metodología se basa en la observación y la obtención de datos a través de diversas fuentes. Su obra es considerada la primera descripción del mundo antiguo, y Cicerón lo llamó el "padre de la historia".
Tucídides
Tucídides, nacido en Atenas en el 460 a.C., utilizó la obra de Heródoto como modelo y contraste. Fue nombrado estratega en la Guerra del Peloponeso, pero fue exiliado durante veinte años en el 424 a.C. Durante su exilio, recopiló información de ambos bandos, que utilizó para componer su historia. Regresó del exilio tras el fin de la guerra y comenzó a escribir su obra, que quedó inconclusa a su muerte en el 396 a.C. Su obra se divide en ocho libros y se fragmenta en dos partes: la primera abarca los primeros acontecimientos de la guerra hasta la paz de Nicias, y la segunda, desde la segunda parte hasta la derrota de Atenas en Sicilia. Tucídides se distancia de obras anteriores, no busca agradar a sus lectores y escribe con la intención de ser leído. Expone la verdad de forma sencilla e imparcial, sin manipular los documentos. Escribió en dialecto ático, pero también utilizó formas innovadoras. Su obra está dirigida a personas formadas.
Jenofonte
Jenofonte, nacido en Atenas en el 428 a.C., fue discípulo de Sócrates. Participó en una expedición mercenaria para derrotar al rey de Persia. Tuvo una tendencia filo-espartana y ayudó al rey Agesilao, lo que le costó el destierro. En Esparta, le dieron una propiedad en Escilunte. Tras la derrota de los lacedemonios, se trasladó a Corinto y luego a Atenas. Murió en el 350 a.C. Su obra fue prolífica y se puede clasificar en tres categorías:
- Histórico-política: Anábasis, Constitución de los lacedemonios, Helénicas, Agesilao.
- Filosófica: Apología de Sócrates, Memorables, Banquete.
- Didáctica: Ciropedia, Cinegético, Sobre la equitación, Hipárquico, Hierón, El económico, Ingresos.
Jenofonte fue muy leído por su sencillez y claridad.
Oratoria en la Antigua Grecia
La oratoria, el arte de hablar con elocuencia en público, y la retórica, la ciencia y el arte de dar eficacia al lenguaje para convencer, encontraron un terreno fértil en las nuevas formas sociopolíticas de las democracias griegas. Uno de los fundamentos básicos de la democracia era el derecho de todos a expresar su opinión en público.
La retórica surgió en Siracusa y se extendió a Atenas gracias a Gorgias. En Atenas, la oratoria se organizó como un arte literario y escrito, especialmente durante la época de Pericles y la Guerra del Peloponeso. Los sofistas llevaron a cabo una verdadera revolución cultural, compartiendo elementos comunes como la importancia de la gramática para la corrección y propiedad en el uso del lenguaje. Gorgias estableció los principales elementos que aparecerían en discursos fúnebres y laudatorios, creando un corpus de tópicos.
En Atenas, la oratoria se desarrolló en diversos contextos, especialmente en la política. En un régimen democrático donde cada ciudadano tenía libertad de palabra e igualdad de derechos, la elocuencia era decisiva. Aristóteles clasificó la oratoria en tres géneros:
Oratoria Judicial
Los discursos forenses eran escritos por logógrafos. El primero fue Antifonte, quien estableció el esquema básico de los discursos judiciales, que incluía:
- Proemio o introducción.
- Narración de las circunstancias y exposición de los hechos.
- Exposición del tema.
- Presentación de los argumentos.
- Refutación de los argumentos del adversario.
- Ampliación y digresión.
- Peroración o discurso conclusivo.
La oratoria forense alcanzó su cima con Lisias, un meteco de Siracusa nacido en una familia rica y con una cuidada educación. Escribió 233 discursos.