Explorando la Mente Humana: Cultura, Emociones, Conciencia y Relaciones

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Psicología cultural

Podemos entender la cultura como la información almacenada en el cerebro y adquirida por aprendizaje social. Es el marco interpretativo de cada comunidad que se transmite a las generaciones futuras. La psicología cultural no niega la actitud que alienta la ciencia positiva, pero rechaza que el único criterio de validación del conocimiento sea la realidad empírica. Esta psicología se fundamenta en la cultura y se ocupa de la interpretación. A diferencia de las ciencias positivas, que investigan lo real, los psicólogos culturales exploran mundos posibles, deseables, e incluso probables. La psicología cultural se nutre de disciplinas como la antropología, la historia, la sociología, etc., formando un proyecto transdisciplinar.

Características fundamentales

  • La cultura no se dice en singular, sino en plural, culturas. Todo comportamiento individual o social, expresión de valor o cosmovisión humana, es la consecuencia de una cultura subjetivamente vivida.
  • La sociedad es una red de relaciones entre personas e instituciones que posibilitan la vida en común y compartir una cultura, unos valores y unos objetivos.
  • El desarrollo psicológico es una construcción social, la experiencia psicológica se construye en la interacción con los demás, cuando compartimos un mundo de significados.
  • Los elementos que constituyen nuestra subjetividad son de naturaleza simbólica, de ahí el interés que adquieren el lenguaje y la comunicación.
  • La psicología cultural habla desde una cultura concreta y en un momento histórico determinado. Reconoce que si cambia la cultura, cambian nuestras experiencias psicológicas.

Inteligencia emocional

Hay 5 habilidades de la inteligencia emocional:

  1. Conciencia de uno mismo: se trata de conocernos a nosotros mismos, darnos cuenta de lo que sentimos o necesitamos, para dirigir mejor nuestras vidas. Esta competencia se manifiesta en personas que piensan antes de actuar y se responsabilizan de sus actos.
  2. Autocontrol emocional: es la habilidad de controlar nuestras emociones e impulsos para adecuarlos a un objetivo. Las personas que poseen esta competencia controlan el estrés y la ansiedad ante situaciones difíciles y son flexibles a los cambios y las nuevas ideas.
  3. Automotivación: es la capacidad de motivarse uno mismo para lograr nuestros objetivos. Esto supone saber demorar la gratificación y sofocar la impulsividad, no rendirse a la ansiedad o al derrotismo, cuando tropezamos con las dificultades y contratiempos de la vida.
  4. El reconocimiento de las emociones ajenas: la empatía es la capacidad de ponernos en el lugar de los demás. Las personas empáticas son capaces de escuchar a otros y entender sus problemas o necesidades. Esto les permite trascender los prejuicios y estereotipos, aceptar las diferencias y ser tolerantes, aptitudes muy necesarias de una sociedad multicultural.
  5. El control de las relaciones: es el talento para manejar las relaciones con los demás, saber persuadir e influenciar a los demás. Una persona con habilidades sociales sabe liderar grupos y dirigir cambios, trabajar en equipo y crear un buen ambiente dentro del grupo.

El problema cerebro-mente

  • Dualismo: los dualistas consideran que el cerebro y la mente son dos entidades independientes que pueden interactuar o no, pero que tienen características diferentes. El cerebro es material y espacial, puede conocerse mediante la percepción externa, pero no tiene conciencia ni es intencional. En cambio, la mente es inmaterial, no ocupa espacio y solo puede captarse por la percepción interna, es intencional y en ella reside la conciencia.
  • Monismo: los monistas rechazan la división entre cerebro y mente. Reivindican que la mente y su atributo más misterioso, la conciencia, no es más que el resultado del trabajo de las neuronas. La mente depende de la actividad cerebral, no es una realidad independiente.
  • Emergentismo: afirman que lo mental emerge de los procesos físico-biológicos, pero no se reduce a ellos. Consideran que la conciencia emerge de la organización cerebral, y es capaz de reactuar sobre el cerebro, dirigiendo sus pasos.

Atracción interpersonal

La atracción interpersonal es el juicio que una persona hace de otra a lo largo de una dimensión actitudinal, cuyos extremos son la valoración positiva (amor) y una evaluación negativa (odio). Existen muchas variables que influyen en la atracción entre personas:

  1. Proximidad: es posible que las personas cercanas a nosotros nos atraigan, porque vivimos experiencias comunes. Cuanto más vemos a alguien, más familiar nos resulta esa persona y aumenta la atracción. La proximidad no siempre influye de manera positiva, si alguien nos cae mal, su proximidad aumenta nuestro desagrado.
  2. Apariencia física: esta variable es importante en los primeros encuentros que establecemos con una persona y cuando el contacto con alguien es superficial. ¿Por qué el aspecto físico tiene tanta importancia? Una explicación es que existe el placer estético de contemplar a alguien bello, y existe la tendencia a suponer que quien posee una buena cualidad también tendrá otras cualidades brillantes. Otra razón es que asociarnos con gente guapa mejora nuestra imagen pública y aumentamos nuestro estatus social.
  3. Semejanza: todas las personas nos parecemos o diferenciamos de las demás en muchos aspectos. Se ha demostrado que la atracción aumenta cuanto mayor es la semejanza interpersonal. Todos desean saber que sus ideas son interesantes y sus costumbres valiosas, porque es un refuerzo para su autoestima, por tanto, se esfuerzan para que otros adopten sus ideas, gustos o costumbres. Quienes tienen valores o intereses diferentes a los nuestros son menos atractivos, pues es probable que nos provoquen disgustos, inseguridades o sentimientos negativos. La semejanza también tiene sus límites. A las personas con baja autoestima no les atraen aquellos que tienen características idénticas a las suyas.
  4. Reciprocidad: la atracción que experimentamos por alguien depende de si hay o no reciprocidad en la relación. Otros rasgos muy apreciados son el afecto y la inteligencia, que incluyen ser considerado, amigable y feliz, tener sentido del humor, saber expresar los sentimientos y tener habilidades sociales.

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