Explorando el Barroco y Neoclasicismo: Obras Maestras de la Pintura Española
Enviado por Programa Chuletas y clasificado en Arte y Humanidades
Escrito el en español con un tamaño de 25,96 KB
Éxtasis de Santa Teresa (S. XVII) - Bernini
Forma parte de la Capilla Cornaro en Santa María de la Victoria y es, con evidencia, uno de los mejores ejemplos de la interpretación del espíritu barroco. La escena milagrosa de la santa preside la capilla, pero en sus muros laterales, Bernini abre dos palcos desde los cuales los miembros de la familia Cornaro contemplan asombrados el milagro. De este modo, las figuras se integran y se funden con el espectador real, transmitiendo su admiración y magnificando la impresión que la obra, por sí sola, produce.
Ese sentido teatral se suma al del propio escenario donde la acción se lleva a cabo: un nicho en el que las figuras parecen flotar sobre una nube. El efectismo es conseguido mediante una inapreciable base donde se sustentan y, sobre todo, por la iluminación, en forma de haz de luz vertical, potenciando los contrastes y erigiéndose en un componente clave del conjunto.
La iconografía se apoya exactamente en un pasaje de la obra de Santa Teresa que describe una de sus visiones, en la que un ángel, con una flecha de fuego, le atraviesa el corazón. Así se representa a la santa levitando sobre una nube con un ángel consumando la acción, oponiendo el dinamismo físico del movimiento real del ángel con el dinamismo de los sentimientos, patente en el rostro atormentado de Santa Teresa y en el dramatismo de sus pliegues.
Por otro lado, el sutil contraste entre la textura de los materiales (paño del ángel, de la santa, carne y nube) nos habla del alto grado de virtuosismo técnico alcanzado por Bernini, quien, valiéndose de un solo material, transforma el mármol en gruesas telas, delicadas pieles o vaporosa nube, creando un conjunto de formas ingrávidas que parece flotar en un mundo sobrenatural.
San Carlos de las Cuatro Fuentes (Roma) - S. XVII Borromini
Planta oval formada por muros en los que se combinan tramos cóncavos y convexos. Los muros, vanos y nichos ocupan la fachada junto a columnas de orden compuesto. Gran importancia de la cúpula oval sobre pechinas, decorada con casetones octogonales y cruciformes cada vez más pequeños. La fachada consta de dos pisos, tres cuerpos verticales y un muro ondulante opuesto en los dos pisos: a los entrantes del primero, salientes en el segundo.
El entablamento también es ondulante, produciendo todo ello sensación de movimiento y claroscuro. Relieves ornamentales, nichos, estatua de San Carlos, ventanal saliente en el piso superior, gran óvalo portado por ángeles rompen el entablamento y la balaustrada. La misma decoración que en el Renacimiento, pero tratada con mayor profusión y abundancia. Torre sobre chaflán/esquina y columnas de orden gigante.
La Vocación de San Mateo - S. XVII Caravaggio
Es probablemente la obra más importante de Caravaggio, se encuentra en la Iglesia de San Luis de los Franceses (Roma). Es una pintura al óleo sobre lienzo en la que se observa una característica fundamental de Caravaggio: la importancia que adquiere la luz, responsable de las formas.
Esta obra de tema religioso representa el momento en el que Jesús entra con San Pedro en un granero para invitar a Mateo a que le siga. En ese instante, Mateo, acompañado de sus ayudantes, está contando el dinero. La llamada, en sentido de invitación, queda reflejada a través de la mano y el brazo que extiende el Señor y en la correlación de Mateo señalándose a sí mismo; esta mano, articulada en la muñeca, se parece a la que Miguel Ángel representa en la Creación de Adán de la Capilla Sixtina.
La luz, como en la mayor parte de los cuadros de Caravaggio, está fuera y penetra en diagonal, iluminando unas zonas y dejando en la penumbra otras. Se trata de un retrato, ya que quiere representar el momento fugaz del hecho. A la derecha, Cristo y San Pedro representan el mundo sobrenatural y aparecen vestidos de acuerdo con la época.
Entre el mundo sobrenatural y el material, encontramos una zona oscura, aparentemente bastante distante, aunque no tanto, porque esa penumbra aparece atravesada por el brazo y la mano de Dios. A la izquierda, Mateo y sus ayudantes aparecen representados con las vestiduras del S. XVI y, por sus posturas y expresiones, vemos que la acción transcurre en un instante y que es ese instante el que Caravaggio quiere representar.
Los distintos personajes pueden interpretarse como distintas posturas ante la entrada inesperada de Jesús y Pedro. Por la iluminación de la cara de Cristo y de la túnica de Pedro, parece que una puerta se ha abierto. En torno a la mesa, tres personajes han visto la entrada: el primero queda mirándolos, Mateo se siente llamado y el tercero, en escorzo, mira fijamente. Los otros dos, vestidos a usanza del S. XVI, parecen que no han reparado en la llegada.
Las principales características de este cuadro son la importancia de la luz que ilumina y da fuerza a los personajes, la instantánea del momento fugaz y el realismo en los personajes, gentes populares extraídas de las tabernas y del mundo bajo de Roma. Con esta obra, Caravaggio muestra un cambio en su pintura y se convierte en el introductor y maestro de las características de la pintura barroca: tenebrismo, realismo y perspectiva aérea (la que intenta representar la atmósfera que envuelve a los objetos, dibujando a los del fondo más desvaídamente para producir una impresión muy real de distancia).
Pintura Barroca: Características
Existe un deseo de plasmar la vida en su totalidad, un realismo que se refleja en la representación de la vejez, tristeza y fealdad, en contraste con el mundo mítico (dioses, Venus, ninfas, héroes, atletas) del Renacimiento. Aparecen nuevos temas como paisajes, bodegones e incluso naturalezas muertas con flores, plantas, vasos de cristal…
En las obras predomina el color sobre el dibujo: las manchas de color son definitorias de las formas, no las líneas o los dibujos. La pintura parece tener tres dimensiones, porque la correlación de planos se rompe al concebir la tela como un volumen en cuyo seno las formas se distancian de la misma manera que la realidad; para lograr esa profundidad continua, utilizan diversas técnicas como:
- Líneas convergentes
- Series de escorzos
- Un primer término desmesurado en relación con el resto
- Un primer término oscuro que incita a buscar la luz más allá
- Perspectivas aéreas
- Juegos de luces
Hegemonía de la luz: tratan de representar la luz y, en correlación, la sombra, es decir, el tenebrismo, tendencia artística que utiliza grandes contrastes acusados de luz y sombra, de modo que las partes iluminadas destaquen violentamente sobre las que no lo están. Las composiciones se vuelven asimétricas, se prefiere representar todo aquello que suponga desequilibrio o que indique que la escena continúa más allá del marco. Se consigue con líneas diagonales, un caballo agitado, una figura que se cae o con figuras partidas que indiquen que no todo cabe en la tela.
Se antepone la turbulencia frente a la quietud, lo que se consigue con diagonales, escorzos y ondulaciones que dotan de vida. Algunos representantes de la pintura barroca son: Caravaggio, Ribera, Zurbarán, Velázquez y Murillo.
Velázquez (1599-1660)
Nacido en Sevilla, se formó en el taller de Francisco Pacheco. Hijo de una familia humilde establecida en Sevilla, procedente de Oporto, fue aprendiz de Francisco Pacheco y estudió junto a Francisco de Herrera el Viejo. En 1617 se le concedió ejercer por cuenta propia la pintura en Sevilla, y en 1623, ayudado por el Conde-duque de Olivares, el pintor llegó a la corte donde, tras realizar un retrato del joven Felipe IV, se ganó el incondicional favor del rey y pudo estar en contacto con las colecciones reales.
A partir de ese momento, contó con una merecida fama como el pintor de más reputación de la Península Ibérica y fue nombrado pintor de cámara de la corte española. Poco a poco fue adquiriendo títulos nobiliarios hasta ser nombrado, un año antes de su muerte, caballero de la Orden de Santiago, distinción nunca obtenida antes ni después por ningún pintor español. En 1629 viajó por primera vez a Italia, donde se vio influido por la pintura veneciana. De regreso de su segundo viaje a este país en 1648, realizó algunas de las obras más importantes de su carrera artística.
Las Meninas - S. XVII Velázquez
Obra maestra de Velázquez, es el punto cumbre de la pintura barroca española y un punto de referencia de todos los tiempos. Es una escena de retrato, el momento en el que la infanta Margarita y su séquito realizan una visita al taller del pintor, quien se encuentra retratando a los reyes. Sin embargo, hay quien señala lo contrario, que son los reyes quienes entran en el taller donde el pintor retrata a la infanta.
En cualquier caso, Velázquez representa un espacio interior que amplía al introducir un juego de espejos (recurso barroco), creando así una sensación de profundidad y, en muchas ocasiones, confusión (rasgo característico del Barroco). En este caso, anula toda hipótesis de que el espacio sea real, ya que, al mismo tiempo que se reflejan los reyes en el espejo, debería reflejarse la espalda del pintor.
En el centro de este espacio se encuentra la infanta Margarita (de cinco años), acompañada de sus damas de honor. La infanta y sus meninas dan nombre a este cuadro, en el que aparecen rodeadas de más personajes. En la puerta abierta del fondo se vislumbra la silueta del aposentador de la reina y, en el espejo, se adivinan las figuras de los reyes: Felipe IV y Mariana de Austria.
Sorprende la naturalidad con la que el pintor dispone las figuras en el lienzo, autorretratándose trabajando en una obra que no podemos ver. La protagonista de esta obra es la luz, que procede de varios puntos (dos ventanas laterales y la puerta del fondo), iluminando personajes y objetos al mismo tiempo que el aire que hay entre ellos, es decir, aplicando la perspectiva aérea (técnica pictórica consistente en la gradación de tonos mediante sfumato combinado con un apropiado uso del color, de cálidos a fríos, que permite crear una atmósfera de lejanía).
Velázquez emplea una gama de colores fría y sencilla, que aplica con una pincelada suelta, rápida y deshecha, predominando claramente el color sobre la línea (dibujo).
Las Hilanderas - S. XVII Velázquez
Este óleo sobre lienzo es uno de los últimos que pintó y donde parece volver a revivir el gusto por la fábula clásica. La escena está dividida en dos partes: la primera, en la que aparecen trabajando unas hilanderas al servicio de la corte, y la segunda, una especie de escenario en el que tres mujeres (que representan la arquitectura, pintura y música) observan un tapiz en el que aparecen Aracne y Atenea.
Este cuadro es de tema mitológico e inspirado en la metamorfosis de Ovidio (autor lírico S. I). El contenido de la fábula narra la historia de Aracne, una hábil tejedora que estaba muy considerada por su trabajo. Sus admiradoras le decían que parecía que la misma Atenea (diosa de las Artes) le hubiera enseñado, a lo que la joven contestaba que la diosa no tenía nada que enseñarle.
Atenea, enfadada por la soberbia de Aracne, bajó al taller de ésta disfrazada de anciana para aconsejarle que no hablara así de la diosa. Aracne no hizo caso, por lo que Atenea decidió presentarse ante la muchacha con todos los atributos de su poder y retarla a hacer un tapiz para ver quién lo realizaba mejor. El tapiz que tejió Aracne era lo suficientemente bueno como para que Atenea se sintiera molesta, pues además la joven tuvo la osadía de representar en él las aventuras galantes de Zeus, padre de Atenea. Ésta, cuando contempló el tapiz, llena de ira, golpeó a Aracne con su lanzadera, convirtiéndola en araña y condenándola a tejer eternamente.
El cuadro nos presenta una doble interpretación: la representada en el tapiz del fondo y la representada en el taller. La primera, clásica e idealizada; la segunda, realista y simbólica, la sitúa Velázquez en el primer plano. La joven de la derecha iguala a Aracne; la de la pierna descubierta a Atenea. Esta composición produce también un efecto teatral, tan del gusto de los artistas barrocos (el cuadro fue reconstruido en los laterales y la parte alta).
Desde el punto de vista técnico y pictórico, este lienzo anticipa novedades de siglos futuros: modernidad al pintar los dedos de la mujer que enrolla la lana, futurismo; la rueda de la rueca, magistral reproducción del movimiento al desaparecer la visión de los radios por el giro de la misma y la representación de la mano que ha impulsado el movimiento de la rueca como una mancha.
La perspectiva aérea se aplica de forma magistral, al representar la luz y la sutil vibración del aire, en resumen, la atmósfera, con una pincelada suelta y vigorosa. Observamos la influencia de los colores venecianos, sobre todo las contraposiciones del rojo de la mujer del fondo y la camisa de Aracne, y los colores pastel en los tapices del fondo. Los perfiles aparecen difuminados, siendo la luz la protagonista, dando más importancia a los colores que al dibujo. Representa un espacio cerrado en tonos negros y cobrizos (tenebrismo).
Francisco de Goya (1746-1828)
Francisco de Goya es el mayor representante del arte español del S. XVIII. Su arte surge en el momento más decaído de nuestra tradición pictórica. Fue el artista que mejor supo reflejar las contradicciones de este momento histórico y los momentos más difíciles en el tránsito del XVIII al XIX, en una España socialmente atrasada y políticamente reaccionaria.
Goya trabajó en la Europa neoclásica, sin embargo, es la antítesis de David. Su pintura no puede considerarse neoclásica, aunque se sitúa entre finales del XVIII y principios del XIX. Es un artista que refleja en sus obras diversos estilos pictóricos, sin seguir modelos o épocas que imitar. En su evolución pictórica se muestra como un innovador e investigador. Cultivó todas las técnicas y los géneros.
Goya fue pintor de corte de los monarcas borbónicos y recibió muchos encargos de la burguesía y aristocracia, trabajos que alternó con obras en las que daba rienda suelta a su imaginación. Comenzó siendo un pintor inmerso en la corriente decorativa de un Barroco que iniciaba su proceso de descomposición. Ejecutó obras de un estilo próximo al rococó y sobrevivió al academicismo y al neoclasicismo, creando un estilo propio y personal.
Con sus últimas obras, penetró en los nuevos conceptos sociales y pictóricos del S. XIX, a la vez que prefiguró muchos de los avances artísticos del S. XX. Goya anticipó con su arte los caminos para la modernidad, trazando las pautas del arte contemporáneo. Esta anticipación favoreció el triunfo de la estética impresionista (luz, trazos); además, sus pinturas deformes constituyen un precedente del expresionismo pictórico. Trabajó con temas que anunciaban el surrealismo (mundo de los sueños…) y se adelantó al realismo al retratar a las clases sociales más pobres. También fue un prerromántico por la arrebatada pasión de sus personajes.
Formación y Primeras Obras (1763-1781)
Su formación barroca en Zaragoza, un período en Roma y las enseñanzas de Francisco Bayeu marcan la producción de esta primera etapa. El estudio de las estampas venecianas y romanas muestra un cromatismo de ocres y tostados. Del rococó mantiene el gusto por los colores pastel. De Bayeu aprendió un dibujo deshecho, abocetado, que conforma un estilo suelto, y también a jugar con la luz y los brillos.
La técnica de pincelada rápida en grandes masas abocetadas y de toques dinámicos se deja ver en la decoración de la bóveda del Coreto en la basílica del Pilar (Zaragoza), con el tema de la Adoración del Nombre de Dios por los ángeles. En 1774, Goya se trasladó a la corte, donde pintó los cartones para la Real Fábrica de Tapices. Los cartones guardan cierto gusto rococó, como el Quitasol (1777), con colores suaves y armonizados, cierta elegancia, gracia y delicadeza.
La Familia de Carlos IV (1800) - Museo del Prado
Esta obra supone la culminación de todos los retratos pintados por Goya en esa época. La obra fue realizada en Aranjuez desde abril de 1800 y durante ese verano. Antes de trabajar en esta obra, Goya realizó una serie de bocetos para representar a los principales personajes de la obra.
Aparecen retratados los siguientes personajes (de izquierda a derecha): Carlos María Isidro (hijo de Carlos IV y Mª Luisa de Parma), quien se proclamó Carlo V en 1833 al no aceptar la abolición de la Ley Sálica que permitía reinar a Isabel II; el futuro Fernando VII, hijo primogénito de la real pareja; Goya pintando, como había hecho Velázquez en Las Meninas; Dª Mª Josefa, hermana de Carlos IV; un personaje desconocido que podría ser destinado a colocar el rostro de la futura esposa de Fernando cuando éste contrajera matrimonio, por lo que aparece con la cabeza vuelta; María Isabel, hija menor de Carlos y Mª Luisa; la reina Mª Luisa de Parma en el centro de la escena, como señal de poder, ya que era ella la que llevaba las riendas del Estado; Francisco de Paula de la mano de su madre; el rey Carlos IV en posición avanzada respecto al grupo; su hermano, D. Antonio Pascual; Carlota Joaquina, la hija mayor de los reyes, solo muestra la cabeza; D. Luis de Parma; su esposa María Luisa Josefina, hija también de Carlos IV; y el hijo de ambos, Carlos Luis, en brazos de su madre.
Todos los hombres retratados portan la Orden de Carlos III y a algunos se les aprecia el Toisón de oro. Las damas visten a la moda Imperio y las demás ostentan la banda de la Orden de María Luisa. Carlos IV también luce la insignia de las Órdenes Militares y de la Orden de Cristo de Portugal.
Estilísticamente, destaca la pincelada suelta empleada por Goya, apreciándose claramente las manchas de color. Goya ha renunciado a los juegos de perspectiva, pero gracias a la luz y al color, consigue dar variedad a los volúmenes y ayuda a diferenciar los distintos planos en profundidad. Destacan los contrastes de luz y sombra, y la luz sobre los rostros.
Esta obra se podría calificar como un documento humano, ya que no se limita a captar los rasgos físicos, sino que traspasa y capta su psicología. El artista recoge a los personajes en tres grupos para dar mayor movimiento a la obra. Lo que más interesa al pintor es captar la personalidad de los retratados, fundamentalmente de la reina, que es el personaje protagonista de la composición, y la del rey, con su carácter bonachón.
En Goya se manifiesta su concepción de la pintura como un arte de testimonio y transformación más que de representación. Enlaza con los maestros del Barroco, ya que es una pintura en la que el dibujo pierde importancia y se ensalza el color, el movimiento y las luces. Los pintores realistas franceses siguieron los caminos goyescos en la técnica y en las concepciones; los impresionistas captaron su técnica de manchas; el movimiento expresionista intentará plasmar el dolor y el miedo, el mundo interior, como lo representaría Goya en sus pinturas negras; y los surrealistas expresan el mundo de los sueños, recordemos El sueño de la razón.
El Tres de Mayo de 1808 en Madrid o Los Fusilamientos de la Moncloa (1814)
Gran pintura al óleo sobre lienzo (266 x 345 cm) que se conserva en el Museo del Prado en Madrid. En esta obra, Goya plasmó la represión que sucedió a la jornada de enfrentamientos en diversos lugares de Madrid el 2 de mayo de 1808. En la madrugada del día 3, todos aquellos madrileños que habían sido detenidos por los franceses fueron pasados por las armas, sin juicio alguno, por orden del mariscal Murat.
El cuadro resulta estremecedor. Un pelotón de fusilamiento, formado por anónimos soldados franceses, todavía con el equipamiento de invierno, está procediendo a fusilar a los madrileños detenidos el día anterior. Una gran fila de detenidos, que vienen caminando desde el fondo, corta los dos grupos compositivos. En penumbra están los represores, los soldados franceses, colocados de espaldas, en diagonal, dispuestos a disparar sobre los madrileños que aparecen a la izquierda.
Unos cuantos cadáveres ensangrentados de madrileños ya fusilados nos introducen en la escena. La violencia se manifiesta descarnada, con rotundidad y dramatismo, en sintonía con la serie de Los Desastres de la Guerra. Goya quiso plasmar las distintas actitudes a la hora de morir. El fraile, arrodillado, se refugia en la oración. Otros, desesperados y aterrorizados, se tapan los ojos para no ver.
El centro de atención está en la figura del patriota madrileño que, con pantalón amarillo y camisa abierta blanca, abre sus brazos como un crucificado laico, en actitud que denota valentía y arrogancia, intensamente iluminado por la luz del farol. La aplicación de los colores se realiza en una gama limitada, con predominio de ocres, negros y grises, acorde con el sentido dramático y nocturno del acontecimiento. Goya quiso transmitir una sensación sobrecogedora en los que contemplasen el cuadro.
Neoclasicismo (2ª Mitad S. XVIII - 1ª Mitad S. XIX)
Contexto Cultural
Movimiento cultural, artístico y literario que surge en Francia en la segunda mitad del S. XVIII y principios del S. XIX por toda Europa. Se vuelve a las formas clásicas de la Antigüedad (columna, frontón, orden dórico) y del Renacimiento (cúpula, clasicismo de Palladio), que imperan en arquitectura y escultura, donde se reflejan la claridad, el orden, la proporción y la pureza de contornos, así como el equilibrio y la simplicidad frente a la exaltación del Barroco. La pintura se define por ser el arte del dibujo.
La Antigüedad se imita tanto en materiales como en los temas tratados, que son, preferentemente, mitológicos, históricos y clásicos. Esta imitación de la Antigüedad se vio favorecida por varias circunstancias, como fueron el hallazgo de ruinas de ciudades como Pompeya y Herculano y la importante bibliografía arqueológica.
Arquitectura
Se preocupan por lo racional, simple y útil… se llegó a denominar arquitectura de la razón. Es un tipo de arquitectura que se opone a lo recargado y abundante de carácter decorativo del Barroco. Se inspira en Grecia, Roma y el Renacimiento. Los adornos y elementos decorativos son moderados, buscan resaltar las funciones de los elementos arquitectónicos. Adquiere gran importancia la simplicidad de las líneas, la armonía de volúmenes en busca de una presencia solemne y de la belleza del conjunto.
La columna es uno de los elementos básicos, indispensable en cualquier construcción. Se prefiere la columna dórica con fuste acanalado. Predomina el uso de frontones poblados de figuras escultóricas. Utilizan la cúpula, el arco de medio punto, entablamentos y bóvedas. Algunos arquitectos del Neoclasicismo son: Francia: Soufflot y Vignon. España: Ventura Rodríguez, Francesco Sabatini y Juan de Villanueva.
Escultura Neoclasicista
Se diferencia del exaltado Barroco y sus complicados sistemas decorativos, porque sus composiciones tienden a la contención de volúmenes, a la claridad y pureza de sus contornos, al equilibrio y simplicidad. Emplean fundamentalmente el mármol. La madera, que era el material preferido del Barroco, pasa a un segundo plano. Se sustituye la policromía por el color blanco del mármol. Se inspiran en obras grecorromanas, llegando incluso a realizar meras copias. Se interesan por la belleza ideal y la pureza del arte antiguo.
Los temas utilizados son de la Antigüedad clásica, sobre todo mitológicos. Otros temas de la escultura exenta son desnudos alejados del erotismo, retratos individualizados, retratos ecuestres, sepulcros. En cuanto a la escultura adosada, es decir, los relieves, están unidos a edificios o monumentos. La escultura urbana avanza, las formas más frecuentes son: arcos de triunfo y columnas conmemorativas (vuelta al mundo clásico). Un ejemplo de escultor neoclasicista es Antonio Cánova.
Pintura Neoclásica
Es una manifestación artística llena de contenido espiritual, de manera que induzca a la búsqueda de la virtud y del bien, de valores moralizantes. La escasez de obras de la Antigüedad hace que se inspiren en la escultura, dando al dibujo un valor ideal, por encima de la luz y el color (a diferencia del Barroco). Se investiga en los valores estéticos, ya que se enseña pintura en las academias.
Los temas principales son: clásicos, históricos, mitológicos y el hombre, aunque también aparecen los medievales. Las composiciones son sencillas, centradas y sin contrastes lumínicos. Las figuras aparecen centralizadas, la perspectiva pierde importancia. Pintores neoclásicos: David, Ingres.
El Juramento de los Horacios - S. XVIII David
Esta obra es un óleo sobre lienzo de grandes dimensiones y en él narra un acontecimiento legendario de la monarquía romana (S. VII a. C.): el enfrentamiento en un combate entre los tres hermanos Horacios, elegidos para defender a los romanos, y los Curiacios, de Alba, ciudad enemiga de Roma, para ver cuál de ellas dominaba el Lacio.
Se trata de un cuadro de historia con un contenido moral, ya que pretende salvar los valores cívicos y patrióticos. Los jóvenes Horacios representaban el heroísmo y el sacrificio personal de su vida, por el bien general, que en la época del suceso estaba representado por la ciudad de Roma y, en 1791, por la Revolución. Significaba un amor a la patria romana, pero también se quiso ver un amor hacia el nuevo Estado francés que, con la Revolución, se quería crear bajo el lema de Libertad, Igualdad y Fraternidad.
Las mujeres expresan dolor y tristeza, como presagiando la muerte que aparecerá en el enfrentamiento. Es una pintura neoclásica e inscrita en una arquitectura también neoclásica. En este cuadro, el dibujo y la perfección son lo importante; el movimiento, el juego de luces y la perspectiva son secundarios.