Explorando el Arte Paleocristiano, Mozárabe, Visigodo, Asturiano y Carolingio
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Arte Paleocristiano
Arte Paleocristiano: La difusión y la estrecha relación con el poder de la religión cristiana impondrán un gran cambio en el arte. El arte paleocristiano que lo define ya tenía sus primeras manifestaciones en la clandestinidad y en las catacumbas, pero es a partir del siglo IV cuando se difunden sus primeras creaciones, que no obstante acusaron ciertas diferencias según se situaran a occidente o a oriente del imperio, sobre todo a partir de que Teodorio decide dividir el imperio en dos mitades. En oriente, la división del imperio en primer término y, en segundo lugar, la caída de la zona occidental en manos de los bárbaros desde el año 476, convertirán esta zona del imperio en un ámbito cada vez más distante de otros modelos políticos y culturales de occidente.
Arquitectónicamente, en esta zona oriental, el modelo basilical se entremezcla con tipologías de planta centralizada dedicadas en su mayoría a baptisterios, mausoleos y martirium (conmemorativos del lugar de martirio de algún santo).
Arte Paleocristiano en Occidente
Prevalece durante esta época el uso del modelo basilical como tipología del nuevo templo cristiano, cuyas facilidades de diseño y construcción, la ductilidad de su uso y sus amplias magnitudes espaciales lo convierten en un prototipo ideal. La basílica romana ya había sido usada por los judíos como sinagoga. La basílica se concebía como un gran salón de reunión, alargado y dividido en naves separadas por columnas. Al fondo de la principal, que siempre era mayor que las demás, se ubicaba el ábside. Su amplitud y su sentido longitudinal explican su adaptación al estilo de la nueva religión.
Se construye en Roma durante una primera etapa, las basílicas de San Juan de Letrán y San Pedro del Vaticano. En etapas posteriores destacan otras basílicas como la de Santa Sabina. No fue esta la única tipología usada, porque fueron frecuentes también los edificios conmemorativos o funerarios en los que prevalecerá, por el contrario, la planta centralizada. En cuanto a la configuración de una iconografía particular, se va fijando con lentitud, usando como soportes principales la decoración en relieve de sarcófagos y la ornamentación de mosaicos, que a diferencia de los romanos sirven como ornato mural y no como pavimento.
Arte Mozárabe
Arte Mozárabe: El nombre lo acuña Emanuel Gómez Moreno y define a las iglesias construidas en territorio cristiano, desde mediados del siglo XIX hasta la caída del califato a principios del siglo XI. No obstante, considerando que étnicamente el término mozárabe designa a los cristianos no convertidos al islam en territorio musulmán, el término referido a su arquitectura definiría con mucha más precisión a las iglesias cristianas construidas en esa época en Al-Andalus. De ellas se ha conservado demasiado poco para poder sistematizar sus características. Tan solo se conservan y muy precariamente las iglesias de Melque en Toledo y Bobastro en Málaga.
Una cosa parece clara y es que el arte mozárabe, en general, es un arte cristiano, pero enriquecido por numerosos instrumentos de influencia musulmana. Lo que nos interesa para entender la validez actual del término mozárabe en el arte es que estas fórmulas del arte cristiano realizado en Al-Andalus, en el momento de mayor esplendor del califato, se exportan hacia el norte, hacia los reinos cristianos, donde a su vez van a mezclarse con elementos de arte visigodo, mucho mejor conservado en esta parte que en el sur.
Consideramos, en definitiva, dentro del marco del arte mozárabe, el mismo ámbito que había definido Gómez Moreno, el de las iglesias cristianas construidas en los nuevos reinos del norte, durante el momento de mayor apogeo del poderío musulmán, constituyendo por ello la última etapa del arte prerrománico español.
Características del Arte Mozárabe
A la hora de sintetizar sus características generales, podría decirse que la arquitectura mozárabe destaca sobre todo por su originalidad, fundamentada en la diversidad de sus influencias. Las plantas son muy variadas, desde las basílicas de tradición cristiana hasta las centralizadas, de inspiración asturiana o califal. Los arcos son de herradura, según el trazado visigodo, aunque más cerrados que aquellos, siguiendo por tanto el peralte de 2/3 de radio que se usa en Al-Andalus. También aparecen elementos tan significativos como el alfiz, las bóvedas gallonadas, etc. Los soportes, por el contrario, entroncan con lo asturiano, pues predomina el pilar compuesto y se usa preferentemente el capitel corintio, mientras que las cubiertas, generalmente planas, embasan con los visigodos. En el plano ornamental se combinan modillones de lóbulos con esvásticas y rodeos visigodos. Asimismo, el aparejo es de clara tradición cristiana, ya que se construye predominantemente en piedra.
Arte Visigodo
Arte Visigodo: Del siglo VI al VIII se desarrolla este arte en la península ibérica. Estamos ante manifestaciones principalmente arquitectónicas y de orfebrería propiciadas por los monarcas, entre los que destacaron Leovigildo y Recadero. Las construcciones religiosas suelen ser de planta cruciforme, con arcos de herradura, grandes sillares de piedra en seco, predominando las techumbres de madera. Entre los principales edificios destacan algunos como San Juan de Baños en Palencia o Santa Comba de Bande (Orense).
No se puede hablar propiamente del arte visigodo hasta que no se produce una auténtica unidad territorial y nacional de una España visigoda, lo que en pluralidad no ocurre hasta la unión territorial de Leovigildo y, con más alcance, con la unidad religiosa de Recadero. Hasta el siglo XVIII, el arte peninsular vive todavía identificado con el último arte romano, del que se desarrolla su apéndice paleocristiano. Progresivamente, las formas peculiares de los propios visigodos se irán imponiendo, sobre todo en aquellas zonas menos romanizadas, en donde pudieron desarrollarse más libremente las formas artísticas de los visigodos, influenciados por la difusión y el impacto predominante del arte romano.
Aportaciones del Arte Visigodo
Como principales aportaciones visigóticas en el ámbito de la arquitectura se pueden constatar el trabajo del aparejo de sillares de soga y tizón, el uso del arco de herradura típicamente visigodo con dos bóvedas por clave en vez de una y tirados recto en su prolongación. Capiteles de tradición romana, principalmente corintios, aunque cada vez más sutiles y esquematizados, y una decoración singular caracterizada por elementos geométricos y abstractos, entre los que destacan círculos, cruces, esvásticas, etc. La concepción espacial se configura a partir de plantas centralizadas, espacios pequeños y generalmente muy compartimentados, que además no suelen estar abovedados. Las aportaciones más genuinas en el arte visigodo se encuentran en el arte del metal, fibulas (sobre todo son muy famosas las agliformes del museo arqueológico municipal) y coronas votivas (como la más conocida del Recesvinto, perteneciente al tesoro de Guarrasas, también en el museo arqueológico).
Arte Asturiano
Arte Asturiano: Siempre ha desconcertado a propios y extraños la peculiaridad y aún más la modernidad del arte asturiano que se desarrolla en el nuevo reino de Asturias entre los siglos VIII y IX. El arte, en cualquier caso, es una respuesta a la propia singularidad de la nueva corte que se asienta en Oviedo y que, si bien se siente continuadora de la monarquía visigoda y por tanto se proclama su heredera, no se identifica con ella y se configura como una monarquía independiente, renovada. Por ello, sus manifestaciones artísticas son igualmente nuevas e independientes y, aunque toman lógicamente elementos usados por los visigodos, hay una mayor internacionalidad por vincularlos a un pasado genuino, el de las formas romanas que aquí se adoptan con libertad y de una forma peculiar.
Sus influencias son la de tradición hispano-romana, a la que se añaden otras influencias precedentes de las cortes europeas (especialmente la carolingia), lo que explica esta cercanía al románico del arte asturiano que tanto sorprende a todos. A esto se le añaden las aportaciones mozárabes. En tres etapas se suele dividir la evolución del arte asturiano:
- Preramirense: cuyo momento de esplendor coincide con el reinado de Alfonso II (792-842).
- Ramirense: coincidente con el reinado de Ramiro I (842-850).
- Postramirense: coincidente con el reinado de Alfonso III (866-910).
Características del Arte Asturiano
En cuanto a sus características más sobresalientes, lo que más sorprende de esta arquitectura por su proximidad al románico son sus logradas proporciones, la variedad de soportes, la combinación casi generalizada a base de bóvedas (sobre todo de cañón) y su riqueza ornamental. Los edificios suelen ser de piedra sillar o mampostería, las plantas de tres naves, los arcos (muy clásicos) de medio punto, las ventanas geminadas, los capiteles corintios o troncos piramidales, los pilares de sección cuadrada. Elementos, en fin, muy significativos, los arcos de herradura y el aparejo de ladrillo. Aparte, desde el punto de vista ornamental, también hay aportaciones novedosas como motivos de cintas y discos y, sobre todo, el característico saquedo asturiano decorando el fuste de las columnas, sin derivar el uso también de pintura en los interiores, como acontece en el caso muy especial de San Julián de los Prados.
Arte Carolingio
Arte Carolingio: La formación del imperio carolingio tiene en su origen la alianza entre la nueva dinastía que sustituye a los viejos reyes merovingios de los galios y la iglesia. Nace así un binomio político-religioso de iglesia-estado, que de alguna forma se siente heredero de la vieja unidad imperial y cristiana que había protagonizado en su momento de mayor esplendor Constantino. De ahí, por una parte, la formación del imperio carolingio, cuya primera corona reconoce legítimamente en Cartago. Es la famosa Roma renovada que tiene su expresión más simbólica en la renovación cultural del momento.
A ellos contribuye también la situación de inestabilidad política que supone la nueva estructura del estado y la mejora económica que se aprecia en los feudos, lo que se advierte en la continuidad y mejora técnica de los talleres y en la febril actividad artística que la corte se puede permitir. Sin descuidar que detrás está también la iglesia, interesada en crear la apariencia ostentosa que hiciera creíble la restauración de la grandeza de la Roma cristiana. Los modelos a imitar son lógicamente los grecolatinos, pero no los agustinianos, sino más bien los constantinianos, como es natural, es decir, los del arte bajo imperial romano, que son los que verdaderamente se envidiaban por las razones ideológicas anteriormente expresadas.
En cualquier caso, el arte carolingio no se limitó a imitar, ya que progresivamente los talleres locales fueron madurando y alcanzaron su propia y genuina expresión. El mejor ejemplo de todo ello es el conjunto palatino de Aquisgrán.