Exploración de la Idea de Bien Platónica: Realidad, Conocimiento y Acción

Enviado por Chuletator online y clasificado en Filosofía y ética

Escrito el en español con un tamaño de 8,77 KB

La Idea de Bien en Platón: Ontología, Epistemología y Ética

Tesis: Superioridad de la Idea de Bien como causa de todas las cosas y principio de verdad e inteligencia.

Ideas principales:

  1. Dimensión ontológica de la realidad: división entre los dos mundos: el Mundo Sensible y el Mundo Inteligible.
  2. El alma humana sigue un proceso de ascenso hacia el Mundo Inteligible, en el cual alcanza al final y con gran dificultad a la Idea de Bien.
  3. La Idea de Bien es la causa de las cosas bellas y principio de verdad e inteligencia.
  4. Importancia de esta Idea de Bien para obrar con sabiduría tanto en el ámbito privado como en el público.

Este fragmento de Platón pertenece al mito de la caverna, una alegoría en la que el autor nos ilustra el proceso educativo de quien está capacitado para gobernar. Este mito pertenece, a su vez, al libro VII de La República, diálogo de la etapa de madurez fundamental para entender las tesis platónicas sobre la realidad, el conocimiento, el ser humano, la ética y la política. Este diálogo tiene como motor la justicia, crucial en el proyecto filosófico de Platón: la creación de una polis absolutamente justa. El medio para conseguirlo lo encuentra en la educación de los futuros gobernantes en el conocimiento del Bien.

El texto comienza mostrándonos la realidad desde una perspectiva dual: Mundo Sensible por un lado, el cual captamos por los sentidos, y por otro lado, el Mundo Inteligible, que captamos mediante la intelección. Esta terminología utilizada por Platón nos lleva a afirmar que su teoría de las ideas tiene una doble dimensión: ontológica y epistemológica. Es decir, se refiere tanto a la realidad como a las formas de su conocimiento. Hace un paralelismo entre la división de la realidad en dos mundos con las dos formas de conocimiento. Estas dos dimensiones (ontológica y epistemológica) son inseparables en la teoría platónica de las Ideas.

Características de los dos mundos

Las características que Platón otorga a estos dos mundos son las siguientes:

Mundo Inteligible o de las Ideas:

Es un mundo de entidades perfectas, inmutables, eternas, que son el modelo o esencia de las cosas visibles. No puede ser conocido a través de los sentidos y se encuentra separado de las cosas, fuera del mundo sensible y por encima del cielo. Estas características tienen relación con las que otorgaba Parménides al Ser.

Mundo Sensible o de las cosas:

Es un mundo de entidades imperfectas, cambiantes y perecederas. Este mundo lo captamos por los sentidos. Este tipo de realidades no son por sí mismas, sino que son en la medida en que participan o imitan a las Ideas; son, por tanto, copias imperfectas de la verdadera realidad. Este mundo se asemeja al continuo devenir de Heráclito.

Con la teoría de las Ideas Platón pretende establecer la existencia de entidades estables y de carácter universal con lo cual sustentar teóricamente el pensamiento de su maestro Sócrates y, además, derribar el relativismo de los sofistas, pretendiendo así el establecimiento de un Estado justo. La necesidad de establecer dos mundos le lleva a Platón a salvar la realidad del cambio defendida por Heráclito, aunque en este caso sea ésta una realidad de segundo grado, al no ser por sí misma y depender de las Ideas para ser, y otro mundo que permite el mantenimiento de entidades estables sobre las que versa el conocimiento científico.

Grados de Conocimiento

Lo comentado en las últimas líneas nos lleva a ver cuáles son las características y validez de los distintos grados de conocimiento que establece Platón. El más bajo de todos es el de la ignorancia, el puro y simple error. El segundo nivel es el de la doxa, la opinión, la categoría intermedia entre la ignorancia y el conocimiento por tener como objeto a las cosas del mundo sensible, aquello que está a medio camino entre el ser (las Ideas) y el no ser. El escalón más alto lo constituye la episteme, el conocimiento o ciencia, que versa exclusivamente sobre la auténtica realidad, las Ideas (por ejemplo, la Belleza en sí) y no sobre sus manifestaciones particulares (las cosas bellas).

Doxa y episteme están a su vez subdivididas en dos niveles cada una. Aunque las explicaciones que encontramos en Platón sobre las diferencias y características de cada uno de ellos no son muy precisas, podemos caracterizarlos de la siguiente manera:

  • La eikasia (imaginación) no capta las cosas mismas sino sus imágenes; es el nivel de conocimiento en el que se quedarían el mito o la poesía.
  • La pistis (creencia), cuyo objeto son ya las cosas mismas tal y como las captan los sentidos; es el nivel de conocimiento propio de la física, entendida como la disciplina que se encarga de estudiar la naturaleza (physis) y no ya sus imágenes.
  • La dianoia (pensamiento discursivo) es el nivel de conocimiento propio de las ciencias propedéuticas (las ciencias preparatorias), cuyo objeto de estudio son las entidades matemáticas, que tratan realidades que no pueden ser captadas por los sentidos.
  • La episteme (ciencia), cuyo objeto de estudio son las Ideas y, en última instancia, el conocimiento del principio de todo: la Idea del Bien.

El Ascenso del Alma y la Dialéctica

Con ello hacemos referencia a la segunda de las ideas que apreciamos en la pregunta dos, que nos muestra el ascenso del alma hacia el Mundo Inteligible, que es lo que se denomina proceso dialéctico. En el alma humana cabe distinguir una parte racional y otra irracional. La parte irracional se divide a su vez en dos: el ánimo y el apetito. El alma racional (razón) debe conocer la Idea del Bien para conducir adecuadamente la vida del ser humano. El alma irascible (ánimo) debe tener el vigor y el tesón necesarios para impulsar al ser humano en la dirección marcada por la razón. El alma concupiscible (apetito) debe ser moderada para frenar los deseos irracionales que arrastrarían al ser humano hacia la búsqueda del placer alejándolo de su meta. Platón suele afirmar que estas tres partes del alma residen, respectivamente, en la cabeza, el pecho y el vientre. Esta concepción se ve totalmente representada en el mito del carro alado en su diálogo Fedro.

Esta visión tripartita del alma (racional, irascible y concupiscible) entronca con la concepción tradicional en el pensamiento griego según la cual el alma es lo que da vida y mueve el cuerpo. En ocasiones, sin embargo, Platón identifica el alma sólo con la parte racional. El alma se entiende entonces como una entidad inmaterial afín a las Ideas que constituye la esencia del ser humano y se halla encerrada en el cuerpo, perteneciente al mundo sensible, como en una prisión. Liberarse de esa prisión es la tarea del filósofo, si bien esa liberación no será definitiva hasta la muerte. El alma es afín a las Ideas pero, a diferencia de éstas, no es inmutable. Se trata por tanto de una entidad intermedia entre lo sensible y lo inteligible.

Al hablar de ascenso por una serie de estados intermedios, Platón mantiene una concepción jerárquica de la realidad que va desde las entidades con menos nivel de la realidad, las sombras hasta la Idea de Bien, de la cual toda realidad participa y que es la a que se conoce al final del proceso dialéctico. La línea del conocimiento comentada anteriormente.

La Idea de Bien como Causa y Principio

De esta forma llegamos a la parte final del fragmento donde se ilustran las afirmaciones fundamentales del mismo. Al conocer la Idea de Bien, ésta nos permite ver que es la causa de todas las cosas (bellas y rectas), es decir, la idea de Bien es el vértice de la pirámide jerárquica de la realidad platónica. Por otro lado, el hecho de que sea la Idea de Bien la que nos ilumine, hace que ésta sea también, el principio supremo de conocimiento. Al igual que el Sol y su luz es la fuente de conocimiento sensible, la Idea de Bien es principio y fuente de conocimiento inteligible.

Dimensión Práctica de la Idea de Bien

Y por último, al final del texto aparece la dimensión práctica de la teoría de las Ideas. La importancia del conocimiento, y en concreto de la Idea de Bien. No tiene sentido si se queda en una mera contemplación, sino que teniendo presente este estado de conocimiento superior, deben ayudar a los demás en la organización política del Estado. Por lo tanto, la teoría de las Ideas no tiene sólo una dimensión teórica, sino también práctica, estableciendo las pautas de conducta a seguir tanto en la conducta individual como en la política.

Entradas relacionadas: