Evolución del Teatro de Valle-Inclán: Del Modernismo al Esperpento

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Inicios y Consolidación (1905-1925)

Ramón del Valle-Inclán inició su dedicación al teatro en 1905, convirtiéndose este en su principal preocupación estética durante los siguientes veinte años. Para Valle-Inclán, el teatro era un espectáculo total, donde no solo existía el texto dramático, sino también la creación de arte plástico. Por ello, redactaba con el mayor cuidado sus acotaciones, integrándolas totalmente en el texto. Los elementos visuales completaban el diálogo y eran parte inseparable de él. Las acotaciones suponían una técnica teatral cercana a las técnicas cinematográficas. Su complejidad innovadora acercaba el teatro de Valle-Inclán al espíritu experimental de la vanguardia que prevalecía en Europa durante las primeras décadas del siglo XX. Frente al teatro burgués de su época, propuso un teatro que no solo dijera cosas distintas, sino que fuera radicalmente distinto.

Dualidad Estética y Crítica Social

La obra literaria de Valle-Inclán ha sugerido diversas interpretaciones: desde ser considerada como el paradigma español del arte por el arte hasta representar al escritor comprometido con la realidad de su tiempo. En realidad, las dos visiones son complementarias y no excluyentes. En sus escritos son inseparables la visión crítica de España y su apasionada voluntad estética. La etapa modernista y la esperpéntica son la cara y la cruz de la misma estética. La ironía, que es el recurso fundamental de su teatro, se da no solo en el esperpento, sino también en sus obras más artificiosas.

Etapas y Obras Clave

Hasta 1920, el dramaturgo ensayó tres variantes que podemos recoger bajo los rótulos de Teatro Poético o decadentista, Ciclo Mítico o galaico y Ciclo de las Farsas. En 1920 aparecen las obras maestras del ciclo de las farsas (Farsa y licencia de la reina castiza) y del mítico (Divinas palabras), y se inicia el Teatro Esperpéntico con Luces de bohemia. Todo el teatro posterior, con la excepción de Cara de plata (Ciclo Mítico), cae dentro del nuevo género.

A) Teatro Poético

Obras de un esteticismo decadente, hipersensible hasta lo morboso. No son originales, ya que reelaboran materiales procedentes de la obra narrativa. La más conocida es El marqués de Bradomín (1906), que recrea el mismo ambiente estetizante y brumoso de la Sonata de otoño.

B) El Ciclo Mítico

Está formado básicamente por las Comedias bárbaras y Divinas palabras (1920). El marco espacial de estas obras es una Galicia mítica, en la que imperan fuerzas primarias (el poder, el sexo, la avaricia, el miedo) que zarandean a los personajes. La maldad parece haberse adueñado del universo, incomprensible y hostil para los campesinos. En Divinas palabras, la acción se organiza alrededor de un enano hidrocéfalo, de la codicia que despierta su explotación y de su grotesca y trágica muerte final; esta obra no deja resquicio alguno al optimismo sobre la condición humana.

C) Las Farsas

Este ciclo constituye uno de los caminos por los que Valle-Inclán se acerca al esperpento. Comienza por la Farsa infantil de la cabeza del dragón (1909), en la que ironiza sobre ciertas convenciones de la literatura modernista y aparece un conato de crítica ideológica que se repite en La marquesa Rosalinda (1912). Ambos rasgos se intensifican en dos piezas de 1920: las magníficas Farsa italiana de la enamorada del rey y Farsa y licencia de la Reina Castiza. En la primera, el autor presenta una visión demoledora de la institución monárquica, oponiendo la clase de los cortesanos al pueblo llano; en la segunda, caricaturiza implacablemente la corte de Isabel II, poblada por una galería de mamarrachos carentes de escrúpulos y de dignidad que usan un lenguaje chabacano.

D) Teatro Esperpéntico

Aunque en las obras citadas de 1920 ya se percibe el tratamiento degradante que el autor da a la realidad española, es en Luces de Bohemia donde la estética de la deformación grotesca que caracteriza al esperpento se hace sistemática. Considera Valle-Inclán que la tragedia de la historia y la sociedad española solo puede ser tratada mediante una técnica distanciadora y deshumanizante que impida cualquier identificación emocional. Valle-Inclán se propone obligar al espectador a reflexionar y juzgar impasiblemente los conflictos que se le presentan, para lo cual es necesario anular o atenuar la condición humana de los personajes, que, de este modo, se convierten en muñecos, animales, objetos o sombras. Son héroes trágicos vistos desde el aire.

El Legado del Esperpento

Tras Luces de bohemia, solo concedió la categoría de esperpentos a tres breves piezas reunidas en 1930 bajo el título de Martes de carnaval. El común denominador de las tres era la agria crítica al ejército español a través de la parodia, respectivamente, del drama de honor calderoniano (Los cuernos de Don Friolera), del mito de Don Juan (Las galas del difunto) y de las razones en que se sustentan las dictaduras militares (La hija del capitán).

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