Evolución Política y Social en la España Franquista: 1939-1975
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Pilares Ideológicos del Primer Franquismo (1939-1943)
Durante los primeros años del régimen franquista (1939-1943), se consolidaron tres pilares ideológicos fundamentales:
- Movimiento Nacional: Los falangistas, a través de su partido único, el Movimiento Nacional, aspiraban a un régimen totalitario inspirado en el fascismo italiano. Rechazaban la democracia, el liberalismo y el marxismo.
- Nacionalcatolicismo: La Iglesia Católica impuso una visión integrista del catolicismo, conocida como Nacionalcatolicismo. Ejerció un fuerte control sobre la enseñanza y, a partir de 1945, incrementó su influencia política.
- Nacionalpatriotismo: El Ejército promovió el Nacionalpatriotismo, una visión unitaria y centralista de España que se oponía a cualquier forma de separatismo. Los militares asumieron la responsabilidad del orden público.
Leyes Fundamentales del Régimen
Esta ideología quedó plasmada en el Fuero del Trabajo (1938) y en las Leyes Fundamentales del régimen:
- Ley Constitutiva de las Cortes (1942): Establecía una asamblea consultiva formada por procuradores, que eran delegados de familias, sindicatos y municipios.
- Fuero de los Españoles (1945): Recogía algunos derechos y deberes fundamentales, aunque muy limitados.
- Ley del Referéndum Nacional (1945): Preveía la consulta popular mediante referéndum.
- Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1947): Afirmaba que España era un reino y que Franco podía nombrar a su sucesor, quien debería acatar las Leyes Fundamentales del Movimiento.
- Ley de Principios Fundamentales del Movimiento (1958): Definía a España como una monarquía tradicional, católica, social y representativa.
Represión y Autarquía en los Años 40
En los años 40, se instauró una brutal represión, respaldada por la legislación vigente. El miedo paralizaba a la población. La política económica se basaba en la autarquía, en parte provocada por la Segunda Guerra Mundial.
La Oposición en los Años 50
En los años 50, en el contexto de la Guerra Fría, la posición geográfica de España y su dictadura militar adquirieron un valor estratégico para Estados Unidos y sus aliados europeos frente a la Unión Soviética. Al mismo tiempo, la oposición al régimen se intensificó, con su centro principal en el interior del país. Se iniciaron revueltas estudiantiles en las universidades. En febrero de 1956, se produjo en Madrid el incidente más grave, con enfrentamientos y manifestaciones callejeras. La oposición obrera convocó huelgas, como la de 1951 en Barcelona contra la subida de las tarifas de los tranvías, que fue secundada en el País Vasco y Madrid. Durante el bienio 1956-1958, se reprodujeron las huelgas en el País Vasco, Asturias, Madrid y Barcelona, como protesta contra la inflación. En este contexto, surgieron las Comisiones Obreras, al margen de los sindicatos oficiales, para negociar cuestiones concretas.
Fortalecimiento de la Oposición en los Años 60
En los años 60, la oposición al franquismo se fortaleció y se hizo más plural, coincidiendo con los años dorados del régimen. El llamado Contubernio de Munich, en 1962, coincidió con el momento álgido del movimiento obrero y el movimiento estudiantil, que exigían libertades democráticas. La protesta más importante tuvo lugar en 1965; en Madrid, fueron expulsados de sus cátedras los profesores Aranguren, Tierno Galván y García Calvo, quienes habían apoyado a los estudiantes. La agitación continuó en años posteriores (1967). El Gobierno tuvo que declarar el estado de excepción en 1969. Un sector de la Iglesia, tras el Concilio Vaticano II, se fue distanciando del régimen, adoptando los nuevos aires de libertad. Muchos sacerdotes y asociaciones católicas militaron en la oposición, especialmente en el Partido Comunista de España (PCE).
La Oposición en los Años 70 y el Final del Franquismo
En los años 70, se generalizaron las protestas y huelgas por todo el país. De los partidos políticos ilegales, el PCE era el de mayor implantación social. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), aunque minoritario, renovó su dirección en el Congreso de Suresnes (Francia) en 1974, con líderes del interior del país como Felipe González, quien fue nombrado secretario general. En la extrema izquierda, surgieron partidos terroristas como el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota) y el GRAPO (Grupos Revolucionarios Antifascistas Primero de Octubre), ambos fundados en 1975. Los partidos nacionalistas históricos, como Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y el Partido Nacionalista Vasco (PNV), se revitalizaron. Aparecieron dos nuevos: Euskadi ta Askatasuna (Euskadi y Libertad, ETA), que surgió de una escisión del PNV en 1959 y actuó como banda armada desde 1967, siendo su atentado más famoso el asesinato de Carrero Blanco, presidente del Gobierno, el 20 de diciembre de 1973. El carlismo evolucionó hacia el socialismo autogestionario. La Democracia Cristiana reunía a diversos partidos de centro, con líderes como Ruiz Jiménez.
En los años finales del franquismo, surgieron alianzas políticas entre los partidos de la oposición. En 1974, por iniciativa del Partido Comunista, se constituyó en París la Junta Democrática de España, que integraba a numerosos partidos de izquierda e incluso a personalidades de la derecha democrática, con un programa común de ruptura democrática para salir de la dictadura. El PSOE, por su parte, creó en 1975 la Plataforma de Convergencia Democrática, junto con la Democracia Cristiana, con un programa muy parecido. Finalmente, ambos organismos se fusionaron en Coordinación Democrática en 1976, ya fallecido el dictador (20 de noviembre de 1975).
El régimen solo reaccionó con la represión indiscriminada. Los consejos de guerra y las ejecuciones causaron escándalos en el ámbito internacional. En los años 70, se produjo cierta liberalización, aunque sin que desapareciera la represión a través del Tribunal de Orden Público. Se promulgaron nuevas leyes: la Ley de Prensa, que supuso la desaparición de la censura previa; la Ley de Libertad Religiosa; y la Ley Orgánica del Estado (1967), séptima de las Leyes Fundamentales, sometida a referéndum, que intentó dar una apariencia de liberalización al régimen franquista, sin modificar su esencia autoritaria. Era la llamada democracia orgánica.
En 1969, Franco nombró al príncipe Juan Carlos, hijo de Juan de Borbón, su sucesor a título de rey, tras jurar fidelidad a Franco y a las Leyes Fundamentales. El régimen se debilitó por la aparición de dos tendencias que querían mantener sin cambios las esencias del Movimiento; detuvieron la tímida liberalización y endurecieron la represión. En septiembre de 1975, tuvieron lugar las últimas ejecuciones llevadas a cabo durante el franquismo.