Evolución de la Pintura: Goya, Romanticismo e Impresionismo
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Goya: Panorama Histórico-Cultural
Goya desarrolló su carrera artística entre los reinados de Carlos III y Fernando VII. En consecuencia, en el terreno cultural coincidió con el movimiento de la Ilustración y el Neoclasicismo, y ya en los últimos años de su vida, en parte, con el Romanticismo. En el plano histórico, lo más destacado de esta segunda mitad del siglo XVIII fue la labor desarrollada por los gobiernos ilustrados de Carlos III. Así, en el terreno político, este movimiento se caracterizó por la aplicación de un “despotismo ilustrado” que se manifestó en la defensa del absolutismo centralizado y del regalismo, y en la aplicación de políticas tendentes a favorecer el progreso científico, económico y cultural, y en una concepción más humanitaria de la sociedad. Esta política reformista quedó paralizada como consecuencia del triunfo de la Revolución Francesa de 1789, al temer los gobernantes que los ideales de estos revolucionarios se extendiesen a España. Por otro lado, la vida política española y la propia sociedad quedaron violentamente condicionadas por la invasión francesa llevada a cabo por Napoleón en 1808, que dio lugar a una larga guerra que dejó intensas huellas tanto en la sociedad como en la propia obra de este pintor. No obstante, a pesar de la invasión, los intentos de modernizar España no se detuvieron del todo y en el terreno político se desarrolló una profunda reforma con la aprobación de la Constitución de Cádiz de 1812, que marca el inicio de la transformación del Estado absolutista en otro de carácter liberal.
Goya y su Obra
Francisco de Goya y Lucientes, hijo de un dorador, nació en 1746 en un pequeño pueblo (Fuendetodos) de la provincia de Zaragoza. Sus primeros estudios los inició en el taller de José Luzán, que había sido discípulo de Giuseppe Mastroleo, que a su vez había sido discípulo de Luca Giordano en Nápoles. Desde Zaragoza se trasladó a Madrid, donde concurrió a los premios que concedía la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, pero al fracasar tuvo que viajar a Italia por sus propios medios sin ninguna pensión oficial. En 1771 se hallaba de nuevo en Zaragoza, donde pintó varias obras para la Cartuja del Aula Dei y una bóveda de la Basílica del Pilar. En 1775 se trasladó a Madrid, contrayendo matrimonio con Josefa, hermana de Francisco Bayeu, pintor de cámara del rey, lo que facilitó su establecimiento en la corte. Goya pasó a trabajar en los talleres reales realizando cartones para tapices con los que se decoraban los palacios reales. Los temas representados en los tapices son de carácter popular, siguiendo en este sentido la tradición de Teniers. En general, representa la vida alegre de Madrid de finales del siglo XVIII, con sus verbenas y romerías en las que aparecen multitud de tipos diferentes con sus atuendos característicos. Entre los cartones que pintó se pueden destacar El Baile de San Antonio de la Florida, La cometa, La gallina ciega, El pelele, El columpio, La pradera de San Isidro. El éxito que obtuvo con los cartones le abrió algunas puertas. En 1780 fue nombrado académico de San Fernando. Ese mismo año recibió el encargo de pintar las bóvedas del Pilar bajo la dirección de Francisco Bayeu. Sin embargo, las diferencias de opinión entre ellos fueron tan grandes que Goya abandonó Zaragoza rompiendo con Bayeu. De nuevo en Madrid, pintó algunos cuadros religiosos, pero sobre todo se dedicó a pintar a la aristocracia madrileña y en concreto a los miembros de las familias de los duques de Alba y Osuna. Como retratista, Goya pintó desde el rey y las principales casas de la nobleza a los personajes más importantes de las clases medias de su época, artistas, actores y toreros famosos. En todos estos retratos le preocupó reflejar la expresión psicológica sin intentar halagar a los retratados. Su obra en este terreno es muy amplia, habiendo pintado La familia de Carlos IV, además de diferentes retratos de Carlos IV, su mujer María Luisa y su hijo Fernando VII. Otros retratos femeninos destacados son los de La familia del duque de Osuna, La Tirana. Entre los retratos de niños destacan los de su nieto Mariano y, por último, como retratos masculinos destacan los de Jovellanos. En 1788 murió Carlos III, su sucesor Carlos IV le nombró pintor de Cámara. En 1793 Goya enfermó gravemente, quedándose a resultas de esa enfermedad sordo para el resto de su vida. Desde entonces, tanto su carácter personal como su pintura cambiaron. Ahora desaparecen los temas optimistas y agradables que habían caracterizado hasta ese momento sus pinturas para los cartones de tapices. Por el contrario, ahora disfruta representando los defectos de la sociedad. Goya continúa realizando retratos, pero es el grabado el medio artístico que prefiere en estos años. De 1793 a 1796 realiza la serie de grabados de Los caprichos. Cada grabado lleva una leyenda que explica irónicamente el contenido. En estos grabados critica infinidad de aspectos diferentes de las costumbres y mentalidad de su época: El sueño de la razón produce monstruos, Linda maestra. Así, critica el tipo de educación de la nobleza, el grado de conocimiento de los médicos, los matrimonios de los hijos organizados por los padres, la superstición, la brujería, el comportamiento de algunos eclesiásticos, la prostitución, etc. También de estos años son algunos cuadros de pequeño tamaño como El entierro de la sardina. Igualmente son de esta época algunos de los retratos más importantes, algunos de los cuales se han citado anteriormente, como el de La Tirana, La maja desnuda, Jovellanos. En 1798 pintó la bóveda de San Antonio de la Florida y un año después fue elevado a la condición de primer pintor de Cámara del rey, retratando con frecuencia a la familia real. La invasión francesa de 1808 sorprendió a Goya, como al resto de los españoles, por las escenas de horror y sangre. Así, cuando pinte la guerra lo hará como algo trágico. Durante estos años de guerra deja de hacer retratos, salvo alguno que se vio obligado a realizar por las circunstancias, como el de José Bonaparte, y se dedicó a realizar dibujos que luego utilizó para realizar su serie de grabados conocida como Los desastres de la guerra. Finalizada la guerra, Goya pintó en 1814 dos cuadros monumentales: El 2 de mayo y Los fusilamientos del 3 de mayo, además del retrato ecuestre de Palafox. Al iniciarse el reinado de Fernando VII, Goya volvió a ser nombrado pintor de Cámara y en consecuencia retrató al monarca. En estos años pintó con una pincelada suelta y expresiva La Oración en el huerto y La última comunión de San José de Calasanz, cuadros en los que expresa una profunda catolicidad. Paralelamente a estos hechos, siguió pintando retratos y dibujando escenas de toros que luego más tarde grabó en otra serie de grabados conocida como La tauromaquia, realizada a partir de 1815. Hay que tener en cuenta que Goya fue un apasionado de los toros e incluso, según Moratín, llegó a torear en alguna ocasión. Goya no solo representó la trágica muerte en la plaza de toros del torero Pepe-Hillo en un grabado, sino que llegó a retratar a los más famosos diestros de su época, como Pedro Romero o José Delgado. En 1820 volvió a caer enfermo y tras superar la enfermedad se trasladó a una pequeña casa que compró al otro lado del río Manzanares, casa que fue conocida por los vecinos como “La Quinta del Sordo” y cuyas paredes decoró con pinturas negras en las que domina su desbordante imaginación, apareciendo todo un mundo de monstruos, brujas, hechiceros y viejas desdentadas. Posteriormente, Goya realizó otra serie de grabados: Los Disparates. Aquí el artista recurre a lo monstruoso y deforme, creando seres embrionarios o con varias caras, motivo por el cual algunos críticos lo consideran precursor del surrealismo. Finalmente, y tras pedir permiso al monarca, emprendió un viaje a Burdeos, donde frecuentó la amistad de algunos refugiados españoles, entre ellos Moratín, que se hallaban exiliados tras el breve paréntesis constitucional de 1820-1823. Allí permaneció pintando y renovando su técnica. Así, recién descubierta la técnica de la litografía, rápidamente aprendió su utilización y realizó una veintena de planchas de las cuales las más famosas giran en torno a temas taurinos. En 1828, a la edad de 82 años, falleció en Burdeos.
Características y Repercusión de la Pintura de Goya
Goya es la figura más importante de la pintura española del siglo XVIII. Sus maestros, según él mismo, fueron Velázquez, Rembrandt y la naturaleza. El primero influyó con sus retratos psicológicos, el segundo por su espiritualidad profunda y su técnica pastosa, y la influencia de la naturaleza se refleja en los paisajes que pintó, especialmente en los cartones para los tapices. Desde el punto de vista de la composición, empleó con frecuencia procedimientos neoclásicos, las figuras se agrupan formando triángulos regulares, cuadrados, rectángulos, círculos, rombos, pirámides, etc. Igualmente, en los retratos colectivos creó líneas paralelas oblicuas para resaltar las figuras, dejó las figuras principales en el centro con espacio para desenvolverse con holgura. No obstante, en su periodo de madurez huyó de estos postulados buscando una mayor libertad en sus composiciones, como por ejemplo en El 2 de mayo o Los fusilamientos del 3 de mayo. En cualquier caso, en sus composiciones siempre hay unas líneas rectoras, una ordenación y no domina el caos. Goya fue un pintor extraordinariamente fecundo, pintando un elevado número de cuadros de formatos o dimensiones muy diferentes, además de realizar un gran número de dibujos, grabados y litografías. Dentro de este gran conjunto de obras destacan especialmente los retratos. Como pintor fue un gran colorista que, según las diferentes etapas de su vida, utilizó desde una coloración terrosa y opaca a un predominio de los grises, de los rojos y de las coloraciones intensas a los negros que tanto valoró al final de su vida. En cuanto a la técnica, no tiene una norma fija. En unas ocasiones utiliza una técnica muy terminada como Mengs, pero en otras ocasiones utiliza una factura o pincelada muy suelta, iniciando un proceso de desintegración de las formas e incluso llega a aplicar la pintura con los dedos o la propia espátula. Por último, hay que resaltar que Goya es contemporáneo del pintor francés David, que fue el principal representante de la pintura neoclásica europea. Goya, comportándose en ocasiones como un artista neoclásico, fue en otras, por el contrario, el polo opuesto al neoclasicismo. Goya se comportó en ocasiones como un pintor prerrománico por la expresión de sus retratos y la pasión que se observa en sus figuras. Los pintores realistas también le profesaron gran estima por el interés con que trató el tema de las clases humildes. Los impresionistas alabaron su pincelada suelta al margen del dibujo perfecto. Igualmente, los expresionistas le tributan homenaje por los estados de exasperación que pintó y los surrealistas por plasmar esos estados ajenos a toda posible realidad, como por ejemplo en la serie de grabados de Los disparates. En definitiva, la obra de Goya es tan amplia y recoge tal cantidad de cambios a lo largo de su vida que influyó en la evolución de la pintura posterior a él.
La Pintura Romántica: Panorama Histórico-Cultural
El Romanticismo fue un movimiento cultural y artístico que se desarrolló durante la primera mitad del siglo XIX en Europa y que surgió como reacción contra el racionalismo de la Ilustración y el Neoclasicismo. Durante estos años, lo más destacado en el terreno político fue la fuerte transformación que experimentó la sociedad al triunfar en algunos países de la Europa occidental, tras varias oleadas revolucionarias, la burguesía sobre los monarcas absolutos y la aristocracia que los apoyaba. Este triunfo del liberalismo sobre el absolutismo fue acompañado, en aquellos países donde se impuso, del establecimiento de unos regímenes políticos nuevos basados en unas constituciones que recogían una serie de derechos individuales, el principio político de la separación de poderes y una representación política ejercida a través del sufragio censitario. Además de los movimientos liberales, hacia mediados del siglo comenzaron a desarrollarse los movimientos demócratas que defienden, entre otros aspectos, la soberanía nacional, el sufragio universal, una distribución más justa de la riqueza, etc. Por otro lado, durante este periodo se produjo, desde el punto de vista ideológico, un resurgimiento del nacionalismo, especialmente en aquellos territorios donde todavía no se había llevado a cabo su unificación política o donde los pueblos no eran soberanos al estar sometidos por imperios que comprendían diferentes nacionalidades, como el imperio austrohúngaro o el imperio turco, que incluía a griegos y otros pueblos cristianos de los Balcanes. En el terreno filosófico destacan la difusión de las ideas del filósofo Hegel, fallecido en 1831, y que influirán posteriormente en los planteamientos de Marx y Engels. En el terreno literario destacan escritores como Víctor Hugo, Alejandro Dumas o Larra.
Características Generales y Temas que Interesan a los Románticos
Los románticos entienden la pintura no como un lujo, sino como un bien legítimo de una aristocracia del sentimiento. El arte es un lenguaje divino, secreto, que solo aquellos que tienen un entendimiento común pueden comprender. El verdadero artista se guía únicamente por su vocación, se dirige a las almas sensibles y no ambiciona la popularidad vulgar. El artista no debe buscar la popularidad; al contrario, debe aislarse porque solo la soledad permite desarrollar el genio creador interior. Así, para Heine, la soledad y la infelicidad son compañeras del genio. En sus obras, los románticos defienden una fuerte intensidad emocional; una energía dinámica; una exaltación de la naturaleza. Entre los temas que interesan a los pintores románticos destacan:
- La libertad: Se alude a este concepto de diferentes formas; alusiones a la “guerra de liberación” del mundo alemán frente al francés, en el caso de los artistas alemanes. Los artistas italianos partidarios del Resurgimiento aluden a la “Vísperas Sicilianas” de 1282, para expresar su ansia de libertad frente a la dominación extranjera. En Francia se alude a la libertad con alusiones al levantamiento polaco de 1830-1831.
- Los bandidos o bandoleros: Estos, en muchos casos, son representados con atuendos y armas modernas, aunque pertenezcan a épocas anteriores. Eran considerados por los románticos como víctimas de un sistema social injusto que desafiaba a la autoridad y como tales opositores a la Restauración. Sin embargo, solo en España y el sur de Italia desempeñaron un papel político hostigando a los ejércitos napoleónicos por motivos de patriotismo y, en el caso de Italia, también a partir de 1815, cuando se restablezca la autoridad de los Estados Pontificios y del Reino de Nápoles. Como prototipo de héroe romántico, el bandido es representado como un ser apasionado, melancólico y áspero. En resumen, en el Romanticismo hay un culto a la naturaleza virgen, al desterrado de la sociedad, al distante político, o a todo el que muestre independencia de espíritu.
- La representación de asuntos basados en la Edad Media: En pintura son frecuentes los interiores de iglesias que, en ocasiones, encarnan la idea de un refugio de paz frente al mundo tumultuoso. Como consecuencia de ese interés por la Edad Media de los románticos, de nuevo las historias de valientes caballeros y hermosas damas, batallas y torneos volvieron a representarse. Los pintores se inspiran en Cervantes, Ariosto, Tasso, pero también en canciones y baladas populares, en romances medievales que aluden al esplendoroso mundo de la caballería y en Dante.
- La locura: El interés se puede ver en los cuadros de manicomios de Goya, en los retratos de enfermos de Gericault.
- La representación de animales: Simbolizan la fuerza ciega de las pasiones físicas, los instintos naturales, los sentimientos instintivos que dominan la vida. Por ejemplo, los tigres y leones que pintó Delacroix.
- El paisaje, la naturaleza: Los pintores tratan de expresar esa emoción ante el carácter sobrehumano y grandioso de la naturaleza. En muchas ocasiones incluyen a caminantes solitarios dominados por la impresionante naturaleza. Igualmente, estas panorámicas incluyen las vistas de castillos, cementerios, montañas alpinas, etc.
- Culto al fracaso: Al héroe derrotado, al poeta que muere joven e ignorado o a la pasión no consumada, franceses (Napoleón).
- El niño: Casi exclusivo de Alemania, y a través de él el tema de las leyendas folclóricas y de los cuentos de hadas. Los niños representaban una cercanía con la naturaleza.
El Retrato en el Romanticismo
En general, los retratos se caracterizan por su rostro melancólico y ensimismado. El aspecto y la postura son relajados, denotando libertad e independencia frente a los formalismos. Durante el siglo XVIII, los artistas con éxito se habían representado como caballeros, ataviados con ricas vestiduras, pero ahora no se busca enorgullecerse del éxito mundano. Los románticos igualmente rechazan retratarse como artesanos con trajes de faena. En general, aparecen con los cabellos ligeramente despeinados, camisas con el cuello abierto y llevando descuidadamente ropas de calidad, aunque nunca ostentosas. Los escritores y músicos eran representados de la misma manera, apartados del mundo y por encima de los convencionalismos sociales. En definitiva, los retratos representan a individuos de aspecto informal y con aire melancólico.
Principales Artistas y Obras del Romanticismo
El Romanticismo en Francia
El Romanticismo triunfó en Francia después de mantener una intensa pugna con el Neoclasicismo, ya que los artistas neoclásicos dominaban la Academia, la Escuela de Bellas Artes y la Escuela de Francia en Roma, es decir, las principales instituciones públicas dedicadas al arte. En general, se considera el salón de 1824 como la fecha que marca el inicio del triunfo del Romanticismo. Así, el mundo antiguo poco a poco comenzó a ser relegado en beneficio de temas basados en la Edad Media. A estos hay que añadir, en el caso francés, los temas inspirados en el norte de África como consecuencia de la colonización francesa de Argelia en 1830. El pintor romántico más importante fue Delacroix, que se inspiró para sus cuadros en la literatura, la historia y en episodios contemporáneos. Su colorido es rico, estando influido por Rubens y Rembrandt. Igualmente, influyó en su pintura el viaje que realizó a Marruecos y Argelia en 1832. Entre sus obras destacan la Matanza de Quíos o la Boda judía, entre otras. Junto con Delacroix destaca Gericault. En 1819 pintó La balsa de la Medusa, su principal obra. Además de esta, Gericault pintó algunos retratos de dementes por encargo de un psiquiatra y algunos cuadros con carreras de caballos. Respecto al paisaje, género que apenas cultivaron los neoclasicistas, adquirió ahora un nuevo impulso. Así, el paisaje inglés influyó en el nacimiento de la escuela de Barbizón, que se centró precisamente en esta temática. Su principal representante fue Rousseau, que se sintió atraído por las montañas, los árboles y las praderas. Junto a él destacan Dupré, que se caracteriza por el color dorado de sus cuadros, Daubigny, que se interesó por los reflejos del sol y las sombras de los árboles, y por último, Corot, que se interesó por los cambios de luz a lo largo del día y cómo estos influyen en las gradaciones tonales. Corot, por otra parte, influyó por sus preocupaciones pictóricas posteriormente en los impresionistas.
El Romanticismo en Inglaterra
En este país, el género que más se cultivó fue el paisaje. El paisajista más importante fue Constable, que influyó sobre tanto sobre pintores ingleses como franceses. Constable se sintió atraído por los efectos luminosos, como por ejemplo los reflejos del agua, el dorado de los campos de trigo, el arco iris o el verdor de las praderas y pinares de Hampstead. El otro gran paisajista inglés fue Turner, que estuvo influido por Reynolds, Lorena, Claudio, etc. En sus paisajes, la naturaleza va perdiendo poco a poco la forma en beneficio de la luz y el color, influyendo posteriormente él a su vez en los impresionistas. Entre sus obras destacan Lluvia, vapor y velocidad, Tempestad de nieve, etc. Como retratista destacó Lawrence, que disfrutó de un enorme prestigio y popularidad retratando a los hombres y mujeres más importantes de su época. Lawrence se caracteriza por el cuidado con el que trata las vestiduras, peinados, la piel, los ojos, etc. Su colorido es rico y su pincelada suelta. Obras suyas son los retratos de Wellington, el zar Alejandro, Napoleón, etc. Otros artistas de la época fueron William Blake, que realizó las ilustraciones para el libro de Job y otros textos bíblicos, y David Wilkie y James Ward, que se dedicaron a la pintura de género.
El Romanticismo en Alemania
En esta nación fue Friedrich el pintor más importante. En sus paisajes, la figura humana queda sobrecogida y empequeñecida por la grandiosidad de la naturaleza. Friedrich suele pintar llanuras nevadas, ríos helados, agrestes cumbres montañosas, puestas de sol, etc.
El Romanticismo en España
Como pintor destaca Federico Madrazo, hijo del también pintor José Madrazo. Federico cultivó el cuadro de historia y el retrato. Como retratista, pintó principalmente a la aristocracia de su época. Antonio Esquivel destaca por sus tipos populares y también por sus retratos. En cuanto a Leonardo Alenza, se caracteriza por cuadros de costumbres entre los que destacan también los tipos populares, las fiestas de toros. En una línea similar destaca Eugenio Lucas, pintor cuya obra se confunde con la de Goya, pintor por el que estuvo muy influido. Su pincelada es suelta, y en sus obras abundan las representaciones de majas, escenas de corridas de toros, encierros, etc. Otros pintores románticos fueron Valeriano Bécquer, el acuarelista Pérez Villamil o José Elbo, que pintó especialmente bandidos de la sierra, ganados, manolas, etc.
El Impresionismo: Contexto Histórico-Cultural
El Impresionismo comenzó a surgir en Francia durante los últimos años del II Imperio francés con Napoleón III. Si bien como movimiento artístico se desarrolló a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del siglo XX, coincidiendo con la Tercera República Francesa, la cual se instauró poco después de la caída del gobierno de Napoleón III tras la derrota militar en la guerra franco-prusiana. Ese periodo histórico coincide con un enorme crecimiento de los países europeos. Así, entre 1871 y 1914, Europa occidental, y especialmente Inglaterra y Francia, ejercieron una influencia enorme en todo el mundo. Sus flotas dominaban los mares, sus industrias y bancos controlaban los mercados, sus ejércitos y exploradores abrieron los continentes a la colonización, repartiéndose en pocos años el continente africano y gran parte de Asia y Oceanía. Además, este enorme progreso material fue acompañado de un importante desarrollo científico y técnico que contribuyó a extender su poder y a asegurar su influencia. Los descubrimientos científicos fueron muy numerosos, afectando a diferentes campos. Los avances también se produjeron en el aspecto puramente técnico, afectando a los transportes, las comunicaciones, técnicas tipográficas, óptica, técnica militar, etc. Igualmente, el progreso también se manifestó en el campo del pensamiento con los trabajos en el campo de la sociología de Max Weber, en psicología con Freud, en la filosofía con Nietzsche o los trabajos de Darwin sobre el evolucionismo y de Marx y Engels sobre el materialismo histórico.
Características Generales del Impresionismo
El grupo de pintores impresionistas comenzó a constituirse durante la década de 1860 al coincidir en París una serie de jóvenes artistas en el estudio de Gleyre, en la Academia Suisse, en las reuniones del Café Guerbois, en el salón del comandante Lejosne. El grupo quedó temporalmente dispersado al estallar la guerra franco-prusiana de 1870, reagrupándose más tarde. En 1874, Monet organizó la primera exposición de los impresionistas en el estudio del fotógrafo Nadar. En ella, Monet expuso un cuadro titulado Impresión, sol naciente, que sirvió de base para que el crítico Louis Leroy publicase el 25 de abril en el periódico satírico Le Charivari un artículo titulado “Exposición de los impresionistas”, donde atacaba directamente a estos pintores ridiculizando sus obras. La utilización de este término tuvo éxito y desde ese momento el vocablo se convirtió en la forma de llamar a estos pintores. La idea de organizar una exposición independiente del Salón la propuso Monet tras el rechazo del jurado del Salón de 1873 a aceptar que se expusieran las obras de numerosos artistas. Monet propuso la idea siguiendo el ejemplo de Courbet, que ya anteriormente, en 1855 y 1867, había decidido exponer sus obras en solitario al margen del Salón de París. A esta exposición le siguieron otras en los años siguientes. En total realizaron ocho exposiciones en las que no siempre participaron los mismos pintores. El movimiento se prolongó hasta la primera década del siglo XX. El movimiento no tuvo por parte de sus protagonistas una verdadera elaboración teórica, así que no redactaron ningún tipo de manifiesto como ocurriría más tarde con otros movimientos artísticos del siglo XX. Para estos pintores, lo que el ojo percibe es una impresión óptica constituida por un conjunto de colores que cambian de acuerdo con las condiciones de la luz, produciendo múltiples efectos diferentes. Así, los pintores están profundamente interesados por la luz reflejada y por los cambios de luz en diferentes momentos del día y en diferentes estaciones del año. Los pintores representan las variaciones luminosas en función de las nubes, nieblas, lluvia, nieve, puestas de sol o amaneceres. En definitiva, tienden a representar los cambios de luz en función de las oscilaciones atmosféricas, puesto que esto a su vez determina un cambio en los colores. Los pintores impresionistas, al pretender fijar las impresiones momentáneas de los cambios de luz en la naturaleza, abandonaron sus estudios y pintaron al aire libre. Esto a su vez tuvo dos consecuencias: primera, los lienzos son habitualmente de pequeño tamaño al no poder trasladar grandes lienzos para pintar en el campo y segunda, los artistas pintan deprisa con pinceladas sueltas, sacrificando aspectos tradicionales en la pintura como es el dibujo. Así, los impresionistas contribuyeron a debilitar mucho el convencionalismo pictórico de la forma. No obstante, los impresionistas no rompieron las leyes de la perspectiva. Los impresionistas en su forma de pintar tuvieron en cuenta los trabajos de Chevreul, quien en 1839 publicó un trabajo sobre el contraste simultáneo de los colores. De acuerdo con este trabajo, los colores se intensifican y cambian al yuxtaponerlos, dependiendo el efecto de que se yuxtapongan colores similares o complementarios. Igualmente, tuvieron en cuenta la llamada “mezcla óptica”, que se trata de yuxtaponer dos colores por medio de pequeñas pinceladas cortas sobre el lienzo y no en la paleta. Además, tienden a eliminar los tonos grises e incluso en algún caso, como Monet, pero no así Renoir, prescinden del color negro. En cuanto a la temática, destacan sus luminosos paisajes, retratos y escenas cotidianas de la vida de la burguesía de la época.
Principales Artistas y Obras del Impresionismo
Monet: Al igual que el resto de los pintores impresionistas, comenzó su carrera artística dentro del Realismo. Estuvo influido por Courbet, Corot y, sobre todo, por la pintura de la escuela de Barbizón. Igualmente, estuvo influido por Manet. Su obra Impresión, sol naciente fue la que sirvió al crítico Leroi para darles el calificativo de impresionistas a los pintores que habían expuesto juntos sus obras en la galería del fotógrafo Nadar en 1874 en París. Monet más tarde se interesó por el estudio de la luz y sus reflejos sobre diferentes superficies como el agua o la nieve, también por las leyes de los colores complementarios y de las variaciones del color dependiendo de la luz, realizando una serie de cuadros sobre un mismo tema a diferentes horas. Dentro de estas series, la última fue la dedicada a los nenúfares del jardín en Giverny.
Pissarro: Fue el único pintor impresionista que expuso sus obras en las ocho exposiciones que realizó este grupo entre 1874 y 1886 y, además, se convirtió en difusor y defensor de la obra de algunos pintores jóvenes como Gauguin y, sobre todo, Seurat y Signac, llegando él mismo a aplicar las teorías neoimpresionistas a su obra, aunque poco después volvió a su estilo impresionista inicial. Entre sus obras destacan los luminosos paisajes y las vistas urbanas.
Sisley: Pintó especialmente paisajes en el que el tema principal es el agua o la nieve. Otros pintores impresionistas se centraron más en la representación de la figura humana que en los paisajes. Este fue el caso de Renoir, Degas y Manet en cuanto a su etapa como pintor impresionista.
Renoir: Se caracteriza por su rico colorido y por la representación de figuras femeninas, especialmente de desnudos. Aunque es un pintor claramente impresionista, a lo largo de su vida se sintió esporádicamente atraído por el volumen y el dibujo, dejando en un segundo plano el problema de la luz. En concreto, tras un viaje que realizó a Italia en 1881, quedando circunstancialmente influido por la pintura de Rafael. Como pintor, estuvo influido por los grandes coloristas Tiziano, Rubens o Delacroix. Renoir es un pintor de la vida cotidiana, pero sobre todo en su obra lo que destaca es la figura humana frente a la temática paisajista de Monet, Pissarro o Sisley.
Degas: Como pintor, prefiere pintar los interiores a la naturaleza al aire libre como hacen otros impresionistas. Además, fue uno de los primeros en estar influido por los grabados japoneses. Degas se sintió atraído sobre todo por el mundo del teatro, es decir, por los cantantes, los músicos y en especial por las bailarinas, aunque también reflejó el mundo de las carreras de caballos. Además de las bailarinas, Degas representó planchadoras, modistas y todo tipo de figuras femeninas bañándose, secándose, peinándose, etc., reflejando continuas variaciones de actitud.
Manet: Fue un pintor realista, aunque a partir de 1873 y como consecuencia de sus contactos con los impresionistas, comenzó a pintar en parte como ellos. Manet, como pintor, no tuvo las preocupaciones sociales de otros pintores realistas, aunque influido por Baudelaire sí estuvo interesado, al igual que otros pintores realistas, por representar temas de la vida cotidiana de su época. A Manet como pintor le preocupó sobre todo el color, por lo que estudió a los maestros antiguos y entre ellos estuvo influido por Giorgione, Tiziano, los holandeses del siglo XVIII, Goya y, sobre todo, Velázquez. Manet también estuvo influido por la pintura japonesa basada en formas bidimensionales definidas por el contorno y que además no presta atención ni al claroscuro ni a la perspectiva en cuanto al problema espacial. A partir de 1873, Manet comenzó a interesarse por las ideas de los impresionistas, pero su interés siguió centrado en la figura humana. Además, no dudó en utilizar el color negro, utilizar combinaciones de color sin tener en cuenta las reglas de la complementariedad y mantener la importancia de la línea en las composiciones pictóricas. Entre sus obras destacan Almuerzo sobre la hierba, Olimpia, etc.
Una evolución o variante del Impresionismo fue el Puntillismo o Neoimpresionismo. El creador del Puntillismo fue Seurat. Así, este, en lugar de aplicar el color mediante claras pinceladas, lo hace mediante una serie de puntos. Seurat, además, trató de aplicar el color de la forma más científica posible basándose en los estudios del químico Chevreul o de otros estudiosos que analizaron los fenómenos de la luz y del color. La pintura de Seurat tiene, por otro lado, unos rasgos diferentes al Impresionismo. Sus principales obras son de gran tamaño y fueron realizadas en su estudio a partir de bocetos tomados al aire libre. Además, en sus obras hay un aire de permanente solemnidad. Las principales obras de Seurat fueron Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte, Baño en Asnières, etc.