Evolución y Perspectivas de la Salud Pública: Del Individuo al Estado Mago

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El Abordaje de la Salud: Del Paciente al Riesgo

La magia de la Medicina reside en el abordaje fundamental al paciente en el momento presente, momento en el que se expresa la vida humana llena de dolor y angustia coaguladas como enfermedad, pero también cargada de esperanzas de curación. El salubrista, en cambio, debe mirar al individuo desde un momento anterior al que se constituye en paciente, es decir, debe observar el riesgo de que las causas transformen al individuo sano en enfermo.

La Salud Pública, entonces, trabaja con ideas sobre potenciales pacientes, pero con realidades constituidas por posibles relaciones con animales, vegetales, cosas y otras personas que pueden causar riesgos de enfermar y morir. En resumen, la Salud Pública se ubica por “fuera” y en un antes de que el sumatorio de “máquinas corporales” enfermen. Ubicada la “Enfermología Pública” en el espacio y el tiempo del riesgo, cumple su práctica fundamental: prevenir las acciones de posibles entes patógenos, ya que cuando estos “anidan” en el cuerpo de la persona y la enferman, ese espacio será ocupado por el médico.

Modernidad y Prevención: La Salud Pública y el Cálculo del Riesgo

La Salud Pública, al constituirse como la disciplina que previene los riesgos de enfermar, ratifica su modernidad y se embarca, conjuntamente con el industrialismo y sus prácticas de aseguramiento, a construir, a través del cálculo del riesgo, mundos nuevos, seguros y libres de enfermedad. La Salud Pública se une a la cruzada tendiente a regular y normar el futuro, bajo el dominio de la razón instrumental.

Orígenes Académicos: La Escuela de Salud Pública de Johns Hopkins

Al respecto, recordemos que la Salud Pública adquiere carta de naturalización científica en este continente en la Universidad Johns Hopkins –morada del Dr. Flexner, padre del modelo médico de formación centrada en la investigación biomédica de cuidado hospitalario– quien, conjuntamente con los Drs. Welch y Howel, organizaron la Escuela de Salud Pública de esa Universidad, que luego sería el paradigma de la verdad en educación e investigación en este campo. Esta Escuela tenía a su nacimiento dos Departamentos: Higiene Fisiológica e Higiene Patológica. La Higiene Patológica estaba dirigida a la “cacería de agentes patológicos de las enfermedades, sean estos bacterias, virus, insectos, protozoos y parásitos”7. La Higiene Fisiológica abordaba la enseñanza de la nutrición, las reglas del buen vivir, la administración, la epidemiología y la ingeniería sanitaria.

Riesgo y Acción Humana: La Dualidad en la Salud Pública

Si reflexionamos sobre la organización de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Johns Hopkins, encontramos que el Departamento de Higiene Patológica se preocupaba por aquellos elementos animados que podrían ser elementos de riesgo, mientras que el Departamento de Higiene Fisiológica dirigía sus baterías hacia las acciones humanas de naturaleza riesgosa o, que en su defecto, movilizan elementos que pueden transformarse en riesgo. Las acciones humanas, bajo esta última perspectiva, son riesgosas cuando contravienen la “verdad” científica positiva o irrespetan las normas estatuidas: Las palabras enfermedad-muerte, verdad científica positiva y norma son las que guían hasta ahora el pensamiento y el accionar de la “Enfermología pública”.

Medicina Clínica vs. Salud Pública: Curar vs. Prevenir

Ahora bien, la Medicina Clínica tiene como fin fundamental curar, y en esa medida acepta, al constituirse como disciplina científica, centrar su preocupación alrededor de la enfermedad y la muerte. Sin lugar a dudas, la enfermedad de la persona sería “exorcizada” y su muerte sería evitada a través de la intervención sabia del pensamiento y bisturí manejados por la mirada y la mano del médico. Pero para la Salud Pública, el problema es más complejo y debe contestar la pregunta: ¿Dónde se encuentra el pensamiento y bisturí públicos para explicar el riesgo y prevenir o exorcizar la enfermedad y muerte públicas? La Salud Pública los ubica en la tecnología positivista manejada por el Estado. Al igual que la Medicina transforma al médico en el mago que explica la enfermedad y que al mismo tiempo la cura, así también la Salud Pública transforma al Estado en el mago que explica el riesgo y lo previene.

El Estado Mago: Razón, Control y la Utopía de la Salud Pública

Esta metáfora del “Estado mago y exorcista sobre el riesgo y la enfermedad públicos” es plenamente coherente con la concepción social dominante durante el siglo anterior y a inicios de la presente centuria. Es también coherente con las utopías reinantes en ese momento. Recordemos que hemos vivido dos siglos con la idea que la Razón (instrumental) y el Estado nos entregarían la solución a todos nuestros problemas económicos, sociales, políticos y culturales. También hemos creído que la razón posibilitaría establecer un contrato, a través del cual, organizaríamos un centro o Estado Soberano, el mismo que, fundamentado en el conocimiento científico, podría acumular todo el poder necesario para comandar la producción de bienes materiales y espirituales, distribuir igualitariamente la riqueza producida, instituir la ley, asegurar la libertad de los individuos, brindar la felicidad a todos, y en el campo de la salud, explicar los riesgos, prevenir las enfermedades colectivas y organizar los servicios para la curación de personas, donde los médicos aplicarían su bisturí y su conocimiento8.

Recordemos que con esta idea en mente –como habíamos indicado en otro trabajo9–, se pudo solucionar el conflicto entre la racionalización y la subjetivación existente en el mundo dualista cristiano y cartesiano que había acompañado nuestra reflexión durante los siglos anteriores. El ciudadano debía tomar como eje de su preocupación y acción la utilidad social, esto es, trabajar para factibilizar la producción de riqueza mejorada en su eficiencia por la ciencia, la tecnología y la administración, posibilitar la centralización y concentración del poder en el Estado y en la ley y, de esta manera, construir el bien común, el mercado y el interés nacional compatible con el interés y la libertad personal.

Correspondencia de una cultura científica, de una sociedad ordenada y de individuos libres comandados por la razón. “La razón se encarna en la sociedad moderna y la conducta normal es la que contribuye al buen funcionamiento de la sociedad. El hombre es ante todo un ciudadano”10 De lo que se trata es de unir, a través del discurso moderno y racional, al hombre con el mundo y borrar cualquier dualismo: el ser humano es natural y está supeditado a las leyes naturales.

Esta idea bendice la total subordinación del individuo a la sociedad y de la sociedad a la modernización y al poder del Estado. Por último, el historicismo del siglo XIX termina “absorbiendo al Sujeto en la razón, la libertad en la necesidad histórica, la sociedad en el Estado.

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