La evolución de la ópera en el siglo XIX

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Obertura

Hasta el Romanticismo la obertura francesa e italiana era como una introducción a las obras dramático-teatrales, de una ópera, opereta, oratorio, obra escénica o de otra clase, dentro del variado mundo de la música. Pero al lado de esta Obertura surge también en el SXIX un nuevo concepto sinfónico e independiente de la obertura, desconectada de la ópera. Es como una pieza sinfónica sin drama. Las oberturas de Rossini consideradas como Sinfonías en algunas ediciones, se han hecho tan populares que han logrado desprenderse de las óperas a las que deben prolongar para formar parte de los repertorios sinfónicos de muchas orquestas y directores. En general se basan todas en una misma estructura formal, consistente en la introducción, una exposición del tema, una reexposición variada y una coda final.

Ópera SXIX

El Romanticismo es un fenómeno literario y teatral, aunque en el campo de la ópera se mezclan con la música, donde alcanza una mayor representatividad. El público del Romanticismo es un público conservador, sobre todo el amante de la ópera italiana, que se impone en el resto de las de Europa, especialmente en Francia. Este público cautivado por el imperio de la voz, los divos proliferan, sobre todo en las voces agudas y son admirados hasta la adoración, convirtiéndose en el centro del espectáculo. Pero la tradición del bel canto se empobrecerá a fuerza de hacer de los malabarismos vocales el objeto principal y a veces casi único del libreto, la pobreza dramática de las situaciones o lo absurdo de la acción si todo era servido con agudos. La pobreza melódica italiana sirve de contrapeso a los simples acompañamientos y a los frecuentes vulgares coros, hay que tener en cuenta que los cantantes de la época no sabían leer música, con lo que era importante facilitar el montaje del espectáculo.

Verdi (Traviata)

La personalidad y el éxito que obtuvo Verdi desde sus primeras producciones se dan directamente con la historia italiana. Partidario de la unidad nacional, los coros de sus óperas, que cantaban a la libertad y a la fraternidad se convirtieron en cantos patrióticos. Verdi era un hombre de teatro nato y conocía perfectamente la música popular de las diversiones provincianas, unido a su talento singular y a una sinceridad expresiva poco común, le proporcionó una comunicación especialmente estrecha con su público. Los temas que escoge para sus dramas fueron de historias trágicas o heroicas. Con Rigoletto, El trovador y La traviata, Verdi alcanza una madurez y una profundidad completa. Verdi alcanza un estilo rico en contrastes, tra una carrera tan larga. Los hitos de esta evolución pueden ser La forza del destino y Don Carlo. Y todavía queda su vejez, rarisima veces alcanzada en la historia del arte de todos los tiempos. La cumbre de su producción se halla en Otello y en Falstaff. Verdi constituye así uno de los más altos compositores del SXIX y de toda la historia del drama musical. En Mefistofeles y Neron se sitúa a medio camino entre Verdi y el movimiento verdista, escritas a la manera de Verdi y el movimiento verdista. Traviata - Ópera de cuatro actos. Se estrenó en el Teatro de Fenice de Venecia, el 6 de marzo de 1853. Verdi había creado una representación de La dama de las camelias, drama de Alexandre Dumas, sobre el que basa el libreto, en el Teatro de Vandeville de París, en febrero de 1852. En los primeros temas se adivina algo así como un presagio de muerte, que será el hilo conductor de toda la trama. El primer acto se abre con un preludio, una página breve pero intensa que encontrará su respuesta dramática en el análogo preludio del cuarto acto. El destino de Violeta está claramente marcado desde el principio de la obra, y todos sus acciones serán una lucha interna por alcanzar la redención que los hombres y la naturaleza misma le niegan. La acción transcurre en París y sus alrededores hacia 1850, y comienza con un aire festivo que descubre en pocos trazos el ambiente donde se desarrolla la trama.

Verismo

Como consecuencia del realismo y del naturalismo del SXIX surge una nueva corriente musical llamada Verismo. Tuvo origen en Italia, en el que predomina con exceso la representación directa de la realidad, sin excluir lo feo ni lo desagradable emparenta con la novela naturalista del siglo XIX, cuyo principal representante es Giovanni Verga. La escuela verista aspiró a que la acción dramática resultase lo más viva posible, en los cuales los protagonistas eran gente de carne y hueso que se comportaban como personas de la vida real, extraídos preferentemente de las clases burguesas y humildes: El compositor verista deberá suavizar las situaciones más destacadas mediante efectos melodramáticos. Pietro Mascagni con Cavalleria Rustticana, y Leoncavallo con Payasos, son los dos autores más representativos. Alcanzaron gran éxito por su intensidad dramática y sus indudables aciertos musicales. Pero la figura más destacada del verismo es sin duda Puccini.

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