Evolución del Concepto de Empresa y Empresario: Teorías y Modelos
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Evolución del Concepto de Empresa y Empresario
A principios del siglo XIX, se consideraba que el empresario era el capitalista, propietario del negocio, que lo dirigía personalmente y soportaba el riesgo de la actividad.
No fue hasta muy avanzado el siglo XIX que los economistas comenzaron a distinguir una función para el empresario diferente de la del propietario. Marshall realizó una aportación fundamental al elevar la función empresarial a la categoría de cuarto factor de la producción.
Con el tiempo, las empresas se han vuelto más complejas, adoptando la forma de sociedades, lo que ha llevado a la desaparición del antiguo concepto de empresario.
Teorías sobre el Concepto del Empresario
Existen diversas teorías sobre el concepto del empresario, entre las que destacan:
El Empresario Innovador
Desarrollada por Schumpeter, esta teoría considera que el papel del verdadero empresario consiste en detectar y poner en marcha una nueva oportunidad de negocio, aprovechando una idea aún no explotada. Esto le proporcionará beneficios extraordinarios hasta que aparezcan competidores.
El Empresario que Asume Riesgos
Según Knight, lo que caracteriza al empresario es su capacidad de asumir riesgos en un mundo de incertidumbre. El empresario concibe y lanza un proyecto con el que espera satisfacer unas expectativas y, para ello, asume unos costes de producción. Si estos son menores que los ingresos que obtiene, logra beneficios; de lo contrario, soporta pérdidas. Por tanto, el riesgo que asume es lo característico del empresario, y el beneficio es una compensación por dicho riesgo.
Estas dos teorías parten de la idea de que el empresario es fundamentalmente una persona individual.
La Tecnoestructura de Galbraith
Esta teoría pone de relieve la realidad empresarial de la segunda mitad del siglo XX, donde las grandes empresas manejan la mayor parte del negocio mundial, con una creciente influencia y poder. El capital de estas grandes empresas, que adoptan forma de sociedad, pertenece generalmente a multitud de socios que, individualmente, tienen una pequeña parte del total y carecen de influencia en la marcha de la empresa.
En la mayoría de los casos, los socios son inversores anónimos preocupados únicamente por la rentabilidad de sus acciones, pero se encuentran al margen de las decisiones empresariales. Estas decisiones son tomadas por los altos directivos, en quienes delegan los Consejos de Administración. Es esta estructura directiva o tecnoestructura la que detenta el verdadero poder empresarial, al impulsar y marcar los objetivos de la organización, convirtiéndose en empresario en la mayoría de los casos y desplazando del poder efectivo a los propietarios del capital, que ocupan el poder formal.
Evolución del Concepto de Empresa y Empresario
A principios del siglo XIX, se consideraba que el empresario era el capitalista, propietario del negocio, que lo dirigía personalmente y soportaba el riesgo de la actividad.
No fue hasta muy avanzado el siglo XIX que los economistas comenzaron a distinguir una función para el empresario diferente de la del propietario. Marshall realizó una aportación fundamental al elevar la función empresarial a la categoría de cuarto factor de la producción.
Con el tiempo, las empresas se han vuelto más complejas, adoptando la forma de sociedades, lo que ha llevado a la desaparición del antiguo concepto de empresario.
Teorías sobre el Concepto del Empresario
Existen diversas teorías sobre el concepto del empresario, entre las que destacan:
El Empresario Innovador
Desarrollada por Schumpeter, esta teoría considera que el papel del verdadero empresario consiste en detectar y poner en marcha una nueva oportunidad de negocio, aprovechando una idea aún no explotada. Esto le proporcionará beneficios extraordinarios hasta que aparezcan competidores.
El Empresario que Asume Riesgos
Según Knight, lo que caracteriza al empresario es su capacidad de asumir riesgos en un mundo de incertidumbre. El empresario concibe y lanza un proyecto con el que espera satisfacer unas expectativas y, para ello, asume unos costes de producción. Si estos son menores que los ingresos que obtiene, logra beneficios; de lo contrario, soporta pérdidas. Por tanto, el riesgo que asume es lo característico del empresario, y el beneficio es una compensación por dicho riesgo.
Estas dos teorías parten de la idea de que el empresario es fundamentalmente una persona individual.
La Tecnoestructura de Galbraith
Esta teoría pone de relieve la realidad empresarial de la segunda mitad del siglo XX, donde las grandes empresas manejan la mayor parte del negocio mundial, con una creciente influencia y poder. El capital de estas grandes empresas, que adoptan forma de sociedad, pertenece generalmente a multitud de socios que, individualmente, tienen una pequeña parte del total y carecen de influencia en la marcha de la empresa.
En la mayoría de los casos, los socios son inversores anónimos preocupados únicamente por la rentabilidad de sus acciones, pero se encuentran al margen de las decisiones empresariales. Estas decisiones son tomadas por los altos directivos, en quienes delegan los Consejos de Administración. Es esta estructura directiva o tecnoestructura la que detenta el verdadero poder empresarial, al impulsar y marcar los objetivos de la organización, convirtiéndose en empresario en la mayoría de los casos y desplazando del poder efectivo a los propietarios del capital, que ocupan el poder formal.