Evolución Arquitectónica del Palacio Real de Madrid: De Juvara a Sabatini

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El Palacio Real de Madrid: Un Legado de Transformaciones Arquitectónicas

El Palacio Real de Madrid, tal como lo conocemos hoy, es el resultado de un fascinante proceso de evolución arquitectónica, marcado por la intervención de varios arquitectos clave y la influencia de los monarcas reinantes. Su historia comienza con una tragedia: el incendio del antiguo Alcázar.

El Proyecto Inicial de Juvara

Tras el incendio del antiguo Alcázar, Felipe V, quien no sentía afinidad por la antigua edificación, encargó un nuevo palacio al arquitecto Juvara. Este llegó a Madrid con la visión de un grandioso palacio, un símbolo del poderío del rey. El diseño original contemplaba una estructura magnífica, pero a la vez caracterizada por elementos sencillos, reflejando la grandeza de la monarquía.

Juvara proyectó un palacio de cuatro plantas, destinado a albergar los ministerios y la corte. Sin embargo, su prematura muerte, apenas un año después de iniciar el proyecto, dejó la obra inconclusa.

La Intervención de Sachetti

Para continuar con la construcción, se convocó un concurso internacional. El elegido fue Sachetti, discípulo de Juvara. Sachetti se enfrentó al desafío de adaptar el proyecto original a las limitaciones del terreno, aprovechando los cimientos existentes y, al mismo tiempo, manteniendo la magnificencia que el rey deseaba.

Sachetti se vio obligado a modificar los planos de Juvara, que no se ajustaban a la topografía del lugar. Su solución fue una construcción en altura: sótano, planta calle, entresuelo, primera planta, otro entresuelo, segunda planta y ático. Esta distribución permitía albergar todos los servicios necesarios. Presentó un proyecto con una planta distinta, incorporando torres que se destacaban en planta pero no en altura. El espacio interior se contrajo para dar cabida a un gran zaguán, dos escaleras, la iglesia, el salón del trono y las habitaciones del rey, la reina y, posteriormente, del príncipe. La necesidad de diferenciar las habitaciones del príncipe, hijo del segundo matrimonio de Felipe V, añadió complejidad al diseño.

El proyecto de Sachetti recibió críticas debido a la proximidad de los espacios. En respuesta, trasladó la iglesia a la última crujía, unificando así el eje del conjunto.

El Debate Estilístico: Dórico vs. Corintio

En la fachada, Juvara había propuesto columnas corintias y, en el tramo central, columnas pareadas. Sachetti simplificó este diseño, eliminando las columnas dobles. Este cambio marcó el inicio de un desencuentro con el rey, quien prefería el orden dórico al corintio. Sachetti, buscando una solución de compromiso, optó por columnas de orden gigante que abarcaban tres pisos, apoyándose en una cornisa y rematadas por una balaustrada con esculturas.

En la parte central, introdujo columnas jónicas compuestas. Esta combinación de órdenes, dórico y jónico en un mismo alzado, era considerada anticlasicista. Para resolver esta aparente contradicción, Sachetti colocó un pilar detrás de cada columna, alterando el ritmo de vertical a horizontal y dando un paso más hacia el estilo barroco.

El Patio y la Escalera

El patio central, que marca la crujía de honor, presenta una ampliación del arco y la superposición de los órdenes dórico y jónico. Sachetti retranqueó el espacio con terrazas y una galería de comunicación.

La escalera original de Sachetti, con nueve desembarcos, era extremadamente compleja. Esta escalera, construida inicialmente en madera, fue eliminada durante el reinado de Carlos III.

La Intervención Final de Sabatini

Sabatini, yerno del arquitecto que construyó el palacio de Caserta en Nápoles, reemplazó a Sachetti. Su contribución más notable fue la sustitución de la escalera original por una de dos tramos, más acorde con el gusto de la época.

Las Estancias Reales

El acceso a las estancias del rey se realizaba a través de una sucesión de espacios: antesala, sala, saleta, cámara del rey, oratorio y una pequeña sala donde dormía su ayuda de cámara. El dormitorio del rey se caracterizaba por la presencia de numerosas sillas.

El Palacio Real de Madrid, es, por tanto, un testimonio vivo de la evolución de los gustos arquitectónicos y de las influencias de los diferentes monarcas y arquitectos que participaron en su construcción.

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