Etapas de la Narrativa Hispanoamericana del Siglo XX
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El Realismo Tradicional
Hasta la década de 1940, predominó la novela realista, heredera del siglo XIX, con obras que retrataban el mundo rural y sus personajes típicos. Las mejores novelas de esta corriente abordan problemas sociales y humanos en escenarios naturales imponentes y salvajes, como Doña Bárbara (1929) del venezolano Rómulo Gallegos, que trata sobre la selva, y Don Segundo Sombra (1926) del argentino Ricardo Güiraldes, que gira en torno a la Pampa y la vida gauchesca.
La Novela Indigenista
Dentro del realismo, la novela indigenista se destaca por su temática, denunciando la explotación del indio por parte de los blancos. Un ejemplo es El mundo es ancho y ajeno (1941) del peruano Ciro Alegría.
El Realismo Mágico
Entre 1940 y 1950, un grupo de narradores fusionó el realismo con elementos fantásticos, dando origen a lo que se conoce como real maravilloso. Otros rasgos que los distinguen del realismo tradicional son el predominio de ambientes urbanos, la exploración de preocupaciones existenciales (no solo sociales) y la renovación de las técnicas narrativas. Representan esta tendencia Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges y Juan Rulfo.
Miguel Ángel Asturias
Miguel Ángel Asturias (Guatemala, 1899-1974) inició una profunda innovación con El señor Presidente (1946), una novela de dictador de estética expresionista, con un lenguaje barroco y abundantes imágenes y símbolos. Otras novelas suyas son El Papa Verde (1954) y Los ojos de los enterrados (1960). Recibió el premio Nobel en 1967.
Alejo Carpentier
Alejo Carpentier (Cuba, 1904-1980) se caracteriza por su afán de experimentar con nuevas formas narrativas, un lenguaje rico y sugerente, y la capacidad de crear mundos y personajes fascinantes. Los pasos perdidos (1953) presenta a un protagonista que se aleja de la civilización y se adentra en la selva, donde encuentra la autenticidad del mundo y de sí mismo. El siglo de las luces (1962), ficción sobre la Revolución Francesa, es una profunda reflexión histórica y humana.
Jorge Luis Borges
Jorge Luis Borges (Argentina, 1899-1986) se inició como poeta ultraísta en los años veinte. A partir de 1930, escribió ensayos y, sobre todo, cuentos con aire de ensayo, como Historia universal de la infamia (1935), Ficciones (1944), El Aleph (1949), etc. Lo original de Borges es su concepción del tiempo y de la individualidad, que parecen no existir. Plantea el tema del destino personal y del tiempo circular en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius y La biblioteca de Babel, etc. Borges crea un universo imaginativo y plantea temas metafísicos e intelectuales, con un estilo irónico que combina el tono erudito y conversacional.
Juan Rulfo
Juan Rulfo (México, 1918-1986): Su primera obra, El llano en llamas (1953), pasó casi inadvertida. Pero Pedro Páramo (1955) pronto fue considerado un clásico. La obra gira en torno a la muerte y se desarrolla en un ambiente fantasmagórico, poblado de voces y fuerzas sobrenaturales. Sorprendió la incorporación de innovaciones formales (la ruptura de la linealidad temporal, los bruscos cambios del punto de vista narrativo y el monólogo interior). Por ello, se convirtió en un modelo de la narrativa experimental de los años sesenta.
El Boom de la Literatura Hispanoamericana
Entre 1960 y 1980 se publicaron un conjunto de excelentes novelas, todas ellas innovadoras en la forma. Para aludir a este auge espectacular, se acuñó la expresión el boom de la literatura hispanoamericana. Los nuevos novelistas intensifican las tendencias de la generación anterior, continuando el realismo mágico y profundizando en la experimentación de nuevas formas narrativas. Para ello, incorporan las innovaciones que en Europa y en Estados Unidos se daban desde los años veinte (Proust, Joyce, Kafka, Faulkner…) y, además, ensayan otras técnicas nuevas. Por ello, los narradores hispanoamericanos de la década de 1960 se convirtieron en un modelo de la novela española experimental de esos años.
Ernesto Sábato
Ernesto Sábato (Argentina, 1911): Escribe una narrativa intelectualizada cercana al ensayo, con obras como El túnel (1948), breve novela de amor y locura; Sobre héroes y tumbas (1961), extensa narración que incluye una visión apocalíptica del mundo, y Abaddón el exterminador (1974), de un experimentalismo radical. Su obra supone una reflexión crítica sobre la sociedad actual.
Julio Cortázar
Julio Cortázar (Argentina, 1914-1984): Sobresale por sus relatos breves, cuentos fantásticos en la línea de Kafka o de Borges, con títulos como Todos los fuegos, el fuego (1966). En su novela Rayuela (1963) incorpora una curiosa novedad estructural: el autor propone varias posibles lecturas según se siga un orden de lectura u otro. Esta obra marca lo que será la narrativa de Cortázar, su visión crítica de la sociedad y su postura de innovación estética permanente.
Carlos Fuentes
Carlos Fuentes (México, 1928): Comparte con los escritores anteriores la actitud crítica y la renovación formal. En La muerte de Artemio Cruz (1962) rememora una parte de la historia mexicana, a través de los recuerdos de un hombre poderoso. En esta obra combina numerosas innovaciones narrativas, como la yuxtaposición de diversos puntos de vista o los saltos cronológicos.
Gabriel García Márquez
Gabriel García Márquez (Colombia, 1928): Con Cien años de soledad (1967) se convirtió en uno de los novelistas más conocidos del momento. La novela recoge personajes y escenarios (Macondo) que habían aparecido antes en relatos breves escritos con anterioridad, como El coronel no tiene quien le escriba (1961). Cien años de soledad narra la historia de la familia Buendía, paralela a la creación y destrucción del mundo mítico de Macondo. En esta obra combina elementos variadísimos: el realismo mágico, la visión lírica, la crítica social, el humor y la tragedia. Otros títulos son Crónica de una muerte anunciada (1981), El amor en los tiempos del cólera (1985), etc. Recibió el premio Nobel en 1982.
Mario Vargas Llosa
Mario Vargas Llosa (Perú, 1936): Se dio a conocer con La ciudad y los perros (1962), novela experimental que presenta la violencia y corrupción de un colegio militar. Continuó mostrando un mundo brutal en otras narraciones innovadoras, como La casa verde (1966). La experimentación formal se combina con una visión irónica en Pantaleón y las visitadoras (1973) y La tía Julia y el escribidor (1977). Lituma en los Andes (1993) trata sobre unas extrañas desapariciones en un poblado andino y La fiesta del Chivo (2000), sobre el dictador dominicano Trujillo.