Estructura Política y Dinámicas de Poder en la Edad Media: Castilla y Aragón

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Estructura Política en la Alta Edad Media

En la Alta Edad Media, la estructura política se caracterizaba por la figura del rey como señor del reino. Los nobles, los eclesiásticos y las órdenes militares eran sus vasallos. Las ciudades, por otro lado, se situaban al margen del control de la nobleza. El monarca ostentaba la máxima autoridad, aunque su poder se veía limitado por las leyes del reino, los fueros de los estamentos y la ley de Dios. La sucesión al trono era hereditaria, permitiendo a las mujeres reinar. Los poderes del rey se dividían en tres: jefe máximo de la administración del reino, jefe de las fuerzas armadas y juez supremo. El rey tenía la obligación de gobernar con justicia y equidad, defender el territorio y proteger la fe cristiana.

Instituciones de Gobierno

Para gobernar, el rey contaba con diversas instituciones:

  • La Curia Regia: Formada por familiares del rey, magnates (laicos y eclesiásticos) y oficiales del palacio real. Tenía una función consultiva. Existían dos tipos de reuniones:
    • Ordinarias: Con nobles y eclesiásticos.
    • Extraordinarias: Con clero, representantes de la nobleza y las ciudades. Sus funciones incluían proclamar al heredero y acuñar moneda.
  • Administración Territorial y de Justicia: En Castilla, el territorio se dividía en merindades. En el siglo XII, en Murcia y Andalucía, se crearon los Adelantamientos, y en Cataluña, las veguerías.
  • Administración Local: Concejos (asamblea de todos los vecinos) y señoríos (territoriales y jurisdiccionales).
  • Ordenamiento Jurídico: El derecho común se fue imponiendo a las costumbres y sentencias judiciales.

Evolución Política en la Baja Edad Media

En la Baja Edad Media, la Península Ibérica estaba dividida en cinco reinos: Castilla, Aragón, Portugal, Navarra y Granada. El rey era el señor de todos los habitantes del territorio. El vínculo de naturaleza, que ligaba a una persona con el rey por haber nacido en un territorio determinado, estaba por encima de todo.

Castilla: Autoritarismo y Centralización

En Castilla, triunfó el autoritarismo. Se fortaleció la autoridad del monarca y se consolidó una concepción autoritaria del poder regio, resumida en la frase: "lo que place al rey, tiene vigor de ley". Para lograr este objetivo, se centralizó el aparato político-administrativo.

  • Ordenamiento Jurídico: El Ordenamiento de Alcalá estableció que el rey tenía el poder de hacer y deshacer las leyes y fueros de Castilla. Se inició la proliferación de fueros o normas basadas en la costumbre.
  • Consejo Real: Sustituyó a la Curia Regia y se convirtió en el centro de todas las decisiones. Lo formaban representantes del alto clero y la alta nobleza.
  • Audiencia: Creada por el rey, con sede en Valladolid, funcionaba como una especie de tribunal supremo. En el siglo XV pasó a llamarse Chancillería.
  • Cortes: Su importancia disminuyó cuando el poder legislativo se convirtió en una potestad privativa del rey. Quedaron para recaudar impuestos extraordinarios.
  • Municipios: Evolucionaron hacia asambleas restringidas. Los regidores eran nombrados por el rey, pero pronto cayeron en manos de las oligarquías urbanas, lo que llevó a la aparición de la figura del corregidor.
  • Hacienda: Se homogeneizó el sistema tributario y se crearon nuevos tributos para aumentar los ingresos reales.

Guerras Civiles y Fortalecimiento del Poder Real en Castilla

El fortalecimiento del poder del rey fue un proceso complejo con reacciones violentas por parte de los grupos de gobierno. Este proceso se inició en el siglo XIII con Alfonso X y las Partidas, que provocaron una reacción nobiliaria. Alfonso XI continuó con la creación de los regimientos y el Ordenamiento de Alcalá. Pedro I El Cruel acentuó la política autoritaria, lo que generó la oposición de la nobleza, encabezada por su hermano bastardo Enrique de Trastámara. El enfrentamiento se internacionalizó con el apoyo de Aragón y Francia a Enrique, y de Inglaterra y las ciudades castellanas a Pedro. En 1369, Pedro I fue asesinado en Montiel, y Enrique II instauró la dinastía Trastámara.

Los reinados de los sucesores de Enrique II se caracterizaron por la presión de la nobleza. Enrique IV continuó la política centralizadora, pero una campaña difamatoria de la nobleza negó la paternidad de su hija Juana, llamada la Beltraneja. El monarca aceptó a Isabel como heredera, pero su matrimonio con Fernando de Aragón rompió el pacto. Tras su muerte, se inició una guerra civil que terminó con el triunfo de Isabel.

Tras la Reconquista, surgió el objetivo del control del Estrecho de Gibraltar. Las actividades de los marineros vascos y cántabros en el Atlántico Norte implicaron a Castilla en los conflictos de la zona. La llegada de los Trastámara supuso la alianza con Francia y el control de las rutas comerciales entre los puertos cantábricos y Flandes.

Corona de Aragón: Pactismo y Política Exterior

La Corona de Aragón se estructuraba como una federación de tres estados: Cataluña-Mallorca, Aragón y Valencia. Se creó la figura del virrey como representante del rey en cada estado, y los territorios se dividían en veguerías.

La política exterior consumía recursos que el rey solo podía conseguir mediante subsidios de las Cortes. Para obtenerlos, la corona tuvo que reconocer antiguos derechos y crear otros nuevos. Los monarcas se vieron obligados a sancionar la supremacía de los antiguos fueros y de las constituciones aprobadas en Cortes por encima de sus decretos. El poder del rey quedó limitado por el derecho y las costumbres del país (Pactismo).

Pedro III, a través del Privilegio General, y su hijo Alfonso III, a través del Privilegio de la Unión, consolidaron el papel de las Cortes. Estas recibían el juramento de los reyes y el heredero de respetar las leyes, mantenían su poder legislativo y aprobaban impuestos. A diferencia de Castilla, el rey concedía o no las peticiones de los procuradores. Las Cortes se reunían cada tres o cuatro años, más en Aragón que en Castilla. Barcelona tuvo la forma de municipio más avanzada, con un pequeño consejo de cinco consellers.

Política Exterior de la Corona de Aragón

Tras el tratado de Almizna, surgió la necesidad de nuevos campos de batalla, y el único lugar era el Mediterráneo. La conquista de Baleares por Jaime I (siglo XIII) suscitó el interés aragonés por el Mediterráneo. Después se incorporó Sicilia (reinado de Pedro I) con ayuda de los mercenarios almogávares de Roger de Flor. Tras la toma de Sicilia, los almogávares marcharon al Imperio Bizantino y crearon los Ducados de Atenas y Neopatria. La isla de Cerdeña se incorporaría después, aunque nunca llegó a estar del todo dominada. También se produjo la incorporación de Nápoles a la Corona de Aragón. Los puertos de Barcelona, Valencia o Mallorca competían con Génova, Pisa o Florencia.

Política Interior de la Corona de Aragón

Los enfrentamientos entre nobleza y monarquía terminaron con la victoria monárquica, pero el rey tuvo que aceptar la Generalitat como órgano de gobierno permanente en Cataluña. La muerte de Martín el Humano sin descendencia provocó el Compromiso de Caspe, en el que se eligió a Fernando I de Antequera como rey de Aragón. Sus descendientes se vieron obligados a aceptar el pactismo, entregando mayores poderes a la Generalitat en Cataluña.

Los sucesores de Fernando, Alfonso V y Juan II, trataron de arrebatar el poder, apoyando a los payeses de remensa en su conflicto con la nobleza y a los miembros de la baja burguesía (menestrales) en su lucha contra la alta burguesía (ricoshombres). La reacción de estos últimos provocó la Guerra Civil Catalana. El Compromiso de Pedralbes puso fin al pactismo radical. Esta guerra supuso la ruina total de Cataluña.

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