Estilos y Evolución de la Arquitectura Gótica: Una Mirada Detallada
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Estilos de la Pintura Gótica
A lo largo del periodo gótico se pueden distinguir cuatro estilos marcados, no solo por la evolución cronológica, sino también por la geográfica:
Estilo Francogótico o Lineal
Nacido en las cortes francesas de París y Borgoña, muestra una clara influencia del arte de las vidrieras y la miniatura. Se caracteriza por el predominio muy acusado de la línea sobre el color.
Estilo Italogótico
Estilo iniciado en Italia como herencia del arte bizantino, fue mezclándose con un cierto naturalismo. El resultado fue una pintura de colores claros con predominio de la línea curva y sinuosa, la búsqueda de volumen de las figuras y la voluntad comunicativa a través del gesto y la mirada.
Estilo Internacional o Cortesano
Desarrollado en el ambiente de las cortes europeas, este tipo de pintura supo equilibrar la estilización propia del gótico lineal francés con el sentido naturalista desarrollado por los pintores italianos. El resultado de esta configuración fue una combinación brillante de formas y figuras aristocráticas elegantes con detalles naturalistas y delicados.
Estilo Escuela Flamenca
Se desarrolla fundamentalmente en los Países Bajos y Flandes. Derivó técnicamente del gótico internacional. El perfeccionismo de la pintura al óleo permite a los artistas flamencos representar la realidad con un grado excepcional de detallismo y obtener una luminosidad hasta entonces inalcanzada. Se caracteriza por la ausencia de movimiento y el uso de un fuerte simbolismo temático, mezclando temas religiosos y profanos, con interés por el retrato.
Evolución de la Arquitectura Gótica: Edificios Religiosos
Hacia la segunda mitad del siglo XI, en el norte de Francia, empezaron a surgir las primeras catedrales góticas que configuran el modelo llamado gótico septentrional o francés. Este modelo da una gran importancia a la verticalidad del edificio y a la luminosidad del interior. Este modelo fue seguido en Castilla, como se observa en la catedral de Burgos y la de León. En Francia, a mediados del siglo XII, la obsesión por la altura dio paso a un notable aligeramiento de las catedrales, que permitió reducir el grueso de los muros y ampliar las superficies vidriadas, al tiempo que se potenciaba la tracería y los vitrales. Este estilo es conocido con el nombre de gótico radiante. En los siglos XV y XVI, la tracería (decoración con motivos geométricos), las bóvedas y la ornamentación se complicaron, generando un estilo llamado gótico flamígero, cuyos motivos recuerdan las formas ascendentes de las llamas. En Italia nunca se aceptó el modelo francés. Las construcciones italianas, que recogen la tradición clásica y bizantina, se caracterizan por el uso de cubiertas de madera y de muros anchos y robustos que no necesitan soportes externos. El exterior de las catedrales italianas presenta un inconfundible revestimiento de mármol de colores. En la segunda mitad del siglo XIII surgió en el sur de Francia un modelo conocido como gótico meridional, que tuvo gran influencia en Cataluña. Este modelo potencia la línea horizontal antes que la vertical y prefiere una nave única y amplia sin transepto. Los contrafuertes aguantan la presión de las grandes bóvedas de crucería y entre ellos suele haber capillas. Los elementos superfluos, como pináculos y gabletes, se reducen a la mínima expresión.