España: La Segunda República (1931-1936)
La Segunda República (1931-1936)
1. Introducción
Tras la dimisión de Primo de Rivera, el rey Alfonso XIII encargó la formación de un nuevo gobierno al general Dámaso Berenguer. Pero el regreso al régimen político anterior a la dictadura resultó imposible porque:
- Los partidos dinásticos habían perdido, durante la dictadura, la estructura organizativa y estaban desprestigiados.
- El monarca era impopular, ya que la opinión pública urbana identificó la figura del rey con la del dictador, y lo hacía responsable de la situación.
- Las fuerzas antidinásticas tomaron iniciativas unitarias, que culminaron con el Pacto de San Sebastián.
2. Instauración de la República
Ante la pérdida de todos sus apoyos, Primo de Rivera dimitió en enero de 1930 y Alfonso XIII nombró al general Berenguer para que hiciera la transición a la monarquía constitucional. El cambio fue tan lento que la oposición denominó a esta etapa "la Dictablanda". Ante el descontento general, Berenguer dimite y el rey nombra al almirante Aznar, con el compromiso de convocar elecciones empezando por las municipales. Tras la caída de la dictadura, la pérdida de apoyos y la soledad de la monarquía eran manifiestas.
En este contexto, los republicanos, los catalanistas de izquierdas y el PSOE firmaron el Pacto de San Sebastián por el que se comprometían a derribar a la monarquía y formar un gobierno provisional en la futura II República. Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 se convirtieron en un plebiscito nacional contra la monarquía. El triunfo de los republicanos en las grandes ciudades hizo estallar el júbilo popular y la renuncia de Alfonso XIII. "España se acostaba monárquica y se levantaba republicana". Empezaba su andadura la Segunda República, en medio de un ambiente de júbilo, consenso y alegría, al igual que había sucedido con la Gloriosa en 1868.
3. El Gobierno provisional (14 de abril - 28 de junio de 1931)
La República fue proclamada el 14 de abril de 1931. Ese mismo día se formó un Gobierno provisional bajo la presidencia de Niceto Alcalá-Zamora, que dio la cartera de Estado a Alejandro Lerroux García, la de Gobernación a Miguel Maura Gamazo, la de Guerra a Manuel Azaña Díaz, la de Marina a Santiago Casares Quiroga, la de Instrucción Pública y Bellas Artes a Marcelino Domingo Sanjuán, la de Fomento a Álvaro de Albornoz y Liminiana, la de Justicia a Fernando de los Ríos Urruti, la de Hacienda a Indalecio Prieto Tuero, la de Trabajo-Previsión Social a Francisco Largo Caballero, la de Comunicaciones a Diego Martínez Barrio y la de Economía a Luis Nicolau d'Olwer, grupo heterogéneo en que predominaba el elemento socialista. El Gobierno proclamó una amnistía general, sustituyó la tradicional enseña roja y gualda por la bandera federal (roja, amarilla y morada), modificó la Ley Electoral, abolió el uso de títulos nobiliarios y, con el fin de conjurar el peligro de una dictadura militar, redujo los efectivos del Ejército. Acometía la tarea de buscar solución a multitud de problemas económicos, sociales y políticos. No era menos grave el presentado por Cataluña, que bajo la presidencia de Francesc Macià había proclamado la República Catalana.
El 26 de abril de 1931 el presidente Alcalá-Zamora pactó en Barcelona con los dirigentes catalanes la constitución de un organismo, la Generalidad de Cataluña, con la promesa de que las Cortes constituyentes elaborarían para esta región un Estatuto autónomo.
Las elecciones legislativas confirmaron el triunfo de la República. De los 25 partidos que acudieron a ella, la conjunción republicano-socialista obtuvo una abrumadora mayoría de 462 diputados. Las Cortes constituyentes, que inauguraron sus sesiones el 14 de julio bajo la presidencia del socialista moderado Julián Besteiro, elaboraron una Constitución que definió a España “como una república de trabajadores de todas clases”. Al mismo tiempo, el Gobierno, atacado por las izquierdas a causa de su política moderada y por las derechas a causa de su radicalismo, se debatía en la imposibilidad de dar rápido cumplimiento a fáciles promesas.